El 15 de marzo, una delegación parlamentaria de Hezbolá, encabezada por el presidente de la facción, Mohammad Raad, visitó Moscú. La visita tuvo un alto perfil público y alcanzó su punto máximo, contrariamente a las reglas del protocolo, con una reunión con el canciller ruso Lavrov.
Según informes de los medios, los dos discutieron la situación política en el Líbano, un proceso político en Siria, incluido el regreso de los refugiados sirios del Líbano y las vacunas COVID-19. En una entrevista con el canal de televisión al-Mayadeen, Raad declaró que se trata de un paso adelante en las relaciones con Rusia.
Los rusos son muy conscientes de que Israel y Occidente, donde Hezbolá está definido como una organización terrorista, «levantarán las cejas» por el incidente. Moscú mantiene contacto con la organización a través de su embajada en Beirut y la define como una fuerza política legítima, pero los contactos de alto nivel son raros. Por ejemplo, durante su anterior visita a Rusia en 2011, Raad se reunió solo con sus colegas en el parlamento y con el viceministro Bogdanov. Hezbolá también ha sido cauteloso con los vínculos directos con Moscú en el pasado, prefiriendo que estos se aborden a través de Irán.
Si es así, ¿qué hay detrás de este raro encuentro? Rusia busca aumentar su influencia en el Líbano a través de inversiones y comercio de energía (incluida la participación en el desarrollo de gas natural en el Mediterráneo) y también busca involucrar a Beirut en un proceso político en Siria, especialmente en torno al tema de los refugiados (¿quién en el Líbano se opondría a esto?). Rusia mantiene un contacto permanente con todas las facciones políticas, especialmente con los cristianos, pero por el momento no está claro que haya logrado consolidarse como una fuerza externa con una influencia decisiva en los procesos del país.
El intento actual de Rusia de «abrazar» a Hezbolá probablemente esté relacionado con un esfuerzo ruso para estimular la vía política en Siria, que está «pisoteando» otros campos (procesos de Ginebra y Astana). La importancia del encuentro con Hezbolá es, de hecho, su ocurrencia. En lo que respecta a Moscú, está allí para señalar a Damasco y Teherán el desarrollo de un canal ruso independiente frente a la organización. Hezbolá, por su parte, necesita ahora más legitimidad rusa, frente a las críticas internas a sus actividades en el Líbano y al creciente número de países que lo definen, con toda su actividad, como una organización terrorista.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies