Amazon Prime lanza un documental sobre la vida del gánster judío Myron Sugerman

Myron Sugerman. Foto: http://myronsugerman.com/

Un gánster judío de segunda generación es tema de un nuevo documental. El mismo se llama “Last Man Standing: The Chronicles of Myron Sugerman”. Se lo conoce como “el padrino del negocio ilegal de las máquinas tragamonedas”.

Su profesión no fue casualidad: su padre, Barney Sugerman, mantuvo vínculos y fue socio de la mafia judía de Nueva Jersey con personas como Abner Zwillman, Joe Stacher y Abe Green. “Nuestras vidas transcurrían básicamente en Newark y Manhattan”, afirmó Sugerman en el documental a sus 85 años.

“La Décima Avenida en el lado oeste era Jukebox Row. Desde la calle 42 hasta la 45, la calle 46 estaban todos los operadores de máquinas de discos. Iba a la ciudad por la tarde después de la escuela, y los viernes por la noche solíamos ir al Madison Square Garden con todos los muchachos que trabajaban para mi padre”.

En 1939, Newark era el hogar de una población judía y alemana, incluido Fritz Kuhn, líder del partido nazi estadounidense. Según Sugerman, él y sus compinches seguían sus reuniones y mítines con viajes a los barrios judíos donde aterrorizaban a sus residentes.

Los Minutemen de Newark, una asociación, arrojaban bombas fétidas en los pasillos donde se reunían los nazis. “Cuando los nazis salieron corriendo, nuestros muchachos eran como un guantelete. Están parados allí con las llaves inglesas y los bates de béisbol y los puños americanos. Y les dieron una paliza a estos nazis”, aclara Sugerman.

Estrenada en enero, y ahora transmitida por Amazon Prime, la película de Caplan presenta entrevistas extensas con el propio Sugerman.

Con el tiempo, la especialidad de Sugerman se convertiría en las máquinas de pinball Bally Bingo, un adictivo juego que atraía a jugadores y operadores que repartían premios. Después de que se prohibiera su envío interestatal en los Estados Unidos en 1963, Sugerman compraba piezas de todo el país para ensamblar las máquinas.

Aunque la mafia juega un papel central en la identidad de Sugerman, su fe judía es igualmente significativa: “El gánster judío realmente tenía una necesidad, una necesidad psicológica, de demostrar que los judíos podían ser tan duros como cualquier otra etnia, porque iban a romper con los 2.000 años de nuestras cabezas gachas, viviendo en el gueto, viviendo con miedo”.

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