Buena actuación de la protagonista – Toca íntimas fibras

25 julio, 2018

Su amor hierve el agua del baño (Japón, 2016), (Ahavata martija et mei haambat –hebreo fonética – her love boils bathwater) Dirección y guión: Nakano Ryota

Cerca del principio del film Futaba, la protagonista, es informada por el médico, en tono seco, que ha contraído cáncer terminal y se encuentra en estado tan avanzado que no hay tratamiento que pueda detenerlo, le quedan apenas unos pocos meses de vida. Ella oculta esa información a su hija Azumi.

Cierto día en el trabajo en la panadería, se desmorona y ahí es donde se descubre su estado. Se preocupa por Azumi que es constantemente expuesta a burlas y mal tratamiento por parte de sus compañeras de clase, se burlan de ella y con su torpeza incrementa esa situación que le trae más disgustos a Futaba. Estando en la condición de salud en que está, Futuba decide reiniciar la relación con su marido que las ha dejado por otra mujer y para eso contrata los servicios de un detective privado que lo encuentra, en este punto le revela el problema de la enfermedad, indicándole que tiene que venir y hacerse cargo de la familia.

Mientras tanto resulta que él también ha formado una nueva familia con la mujer por la cual ha abandonado a Futaba, pero en este caso la mujer lo abandonó, así que aparece en la casa de Futuba con una niña, resultado de su nueva y truncada familia, es una niña de menos de diez años.

Los cuatro miembros de la familia Kono tienen ahora que trabajar juntos y reabrir la casa de baños que le daba sustento y que había sido dejada de lado por los desajustes familiares. Deben poner en acción la chimenea, limpiar meticulosamente la pileta, minuciosamente a la manera japonesa y comenzar a ponerla en funcionamiento en el barrio donde viven.

El film, con el título inusual no es otra película sobre la enfermedad y el modo de medirse con ella, Nakano pone el acento en el componente melodramático y sentimental de la enfermedad para por su intermedio diseñar una imagen de la familia japonesa, unido y desunida simultáneamente.

En el centro se encuentra Futaba, que hace uso de su enfermedad para organizar la vida familiar a su alrededor. Por un lado Nakano, presenta la creación de una nueva unidad familiar pero por otro muestra conexiones dispares y hasta la identidad es fluida. Hay fuerza en la presentación de la mujer como centro, la madre japonesa que ha dado sin duda origen a un género, especialmente después de la derrota japonesa en la guerra, pero al mismo tiempo está el abandono y la amenaza de una constante inestabilidad en las relaciones.

Entran en juego otros personajes de alguna manera ligados a los primeros y el cineasta demuestra que conoce bien el melodrama, como elemento de investigación de la sociedad en la cual se desarrolla. A veces sobrecarga con elementos que parecen no ser necesarios sólo para aumentar el peso melodramático del todo, gente e informaciones que va incorporando como si se tuviera que abarcar más elementos en el relato. Hay sin duda una exageración en dicha sobrecarga y no pocas veces su habilidad hace funcionar a las glándulas lacrimales a pleno vapor, para tomar una imagen del título.

El estilo realista retiene un poco esa tendencia y en todo hasta el final, Futaba, representa el elemento de unión que no permite que todo se desborde, otra imagen adecuada para la pileta, es si se quiere un canto a la fortaleza femenina que está ahí para unir tantos elementos dispares e innecesarios. Lágrimas en la pantalla y en el público, en abundancia.

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