Un 4 de enero de 1985, se daba por finalizada la famosa “Operación Moisés”. La misma se basó en el primer traslado de judíos etíopes con destino al Estado de Israel.
A inicio de la década de 1970, se debatía en Israel si los miembros de la comunidad Beta Israel tenían que ser llamados judíos. Y también si debían tener privilegios como la “Ley del Retorno” para los deseosos de radicarse en terreno israelí.
Oriundos de Etiopía, este grupo de personas eran judíos descendientes de una de las diez tribus perdidas. A su vez, los llamaban “falashas” de forma despectiva ya eran extranjeros o exiliados en amárico, idioma que se habla en el norte y centro de Etiopía. Ellos se radicaron allí en la época del rey Salomón.
En 1975, el gran rabino sefaradí de Israel confirmó que los Beta Israel eran judíos, descendientes de la tribu de Dan y debían ser aceptados. Sin embargo, el gran rabino ashkenazí no estuvo tan de acuerdo, pero se llegó a un arreglo para recibirlos tiempo después.
A causa de la hambruna que azotó a África, el gobierno etíope dio luz verde para que partan a Israel con parada en Sudán. A pie hasta la frontera, muchos perecieron en el camino, vivieron en campamentos temporarios, y los llevaban en tandas. Luego lo hicieron en barcos por grupos hasta que, en 1984, se organizó un vuelo denominado Operación Moisés, con 7.000 personas a bordo.
Por último, los siguientes años, Israel logró que sigan llegando etíopes judíos hasta 1991. Ese año, la situación política de Etiopía era grave y el gobierno dictatorial de Mengistu Haile Mariam estaba por caer. Un convenio de urgencia llamado “Operación Shlomo” salvó el acuerdo y 30 aviones trasladaron a 15.000 miembros de Beta Israel.