Ucrania: Belz, mi pueblito Belz…

22 marzo, 2022
Alcaldía de Belz. Wikimedia.

En el año 2010 realicé con familiares y un grupo israelí una interesante visita a Ucrania que insumió una semana. La razón era obvia. Ucrania es un enorme referente en lo que atañe a la tradición y cultura judías así como al Sionismo de nuestros días. En cierto momento, el grupo se escindió, cada familia se encaminó a parajes relacionados con sus orígenes familiares, por mi parte nos dirigimos a Belz, pequeña localidad de la que proviene mi familia materna y con una significativa  presencia judía en el decurso de su historia.

Cercana a la frontera con Polonia y situada en la parte oeste de Ucrania , Belz existe desde el siglo 10 y desempeño un rol importante cuando comienza el dominio de Polonia  que se extendió desde  1462 a 1772. En su calidad de capital del distrito,  se convierte en un importante centro político y comercial. En 1772 al dividirse Polonia, Belz pasa a ser parte del Imperio Austro-Húngaro y parte del Reinado de Galitzia  perdiendo peso administrativo , pues el centro del quehacer comercial del distrito pasó a Sambor.

Posteriormente a la Primera Guerra Mundial, Belz junto con toda Galitzia Oriental pasan ser parte de Polonia, de 1939 a 1944 fue conquistada por Alemania, retorna a Polonia después de la Segunda Guerra Mundial y desde 1951 es parte de Ucrania. Acorde al último censo conocido, su población oscila alrededor de  los  2.300 habitantes. Belz es igualmente importante para católicos ucranianos y polacos, dado que en este espacio residió la Madona  de Chentojova.

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, residían en Belz 6.000 habitantes , de los cuales 3.600 eran judíos. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de su población judía huyó hacia la Unión Soviéstica. Aún así, en mayo de 1942 residían en Belz algo más de 1540 judíos, pero ese mismo año  y en 1943  fueron enviados  en su totalidad a campos de exterminio  pereciendo casi todos.

En el espacio judío, Belz es popularmente conocida  a través de una famosa  y preciosa canción en idioma ídish rotulada Mi pueblito Belz, compuesta en los años 30 del siglo pasado, en la que como pocas creaciones,  se invocan  la nostalgia y reminiscencia de la vida judía en Belz. Lo interesante es que  contrariamente a lo que  se piensa, el referente  original no fue la Belz de Polonia y Ucrania, sino otro pequeño pueblo rotulado Beltzi-que en idioma idish se pronuncia de igual modo que Belz- sito en Besarabia y que actualmente forma parte de la República de Moldavia.

El texto de la canción fue escrito en los años 30 por el actor y director de teatro Yaakov  Jacobs  en tanto  la música pertenece al compositor y dramaturgo Alexander Olshanetzky, compuesta especialmente para la opereta en idioma ídish denominada La canción del Gueto    y exhibida en el Teatro Nacional  de Manhattan de Nueva York. La canción configuró igualmente un homenaje y reconocimiento a  la famosa cantante  Isa Kremer, oriunda de Beltzi  que había emigrado a Estados Unidos en el decenio anterior y  quien al parecer  fue la primera cantante en entonar la antedicha canción.

La popularidad de la canción la convirtió en un referente de numerosas imitaciones y variantes dedicadas a otros pueblitos en los que se acusaba la presencia judía, convirtiéndose en un genuino reflejo de la cultura popular ídish reinante en aquella época en   Estados Unidos. La canción fue posteriormente trasladada a Polonia , a la Unión Soviética, a la Comunidad Judía en la Tierra de Israel y fue igualmente traducida al polaco y al ruso. En 1937 la canción fue  llevada al cine  e interpretada por el conocido cantor litúrgico Moishe Oysher en la película El hijo del cantor litúrgico.

La paradoja del destino fue que los ecos de la canción llegaron igualmente a oídos de  los nazis, quienes en distintas oportunidades obligaron a músicos y cantantes judíos a entonar la canción o interpretar la melodía cuando sus hermanos eran conducidos a su exterminio.  Fue el caso del músico Shmuel Gogol en Auschwitz, quien interpretó la melodía con apenas 16 años, sobrevivió el Holocausto y en 1993 al conmemorarse 50 años de la Rebelión del Gueto de Varsovia, retornó a Auschwitz e interpretó nuevamente   la melodía de la canción, esta vez ante la presencia del Primer Ministro de Israel  Itzjak Rabin y del Comandante del Ejército de Israel Ehud Barak. 

En otro orden, la presencia judía comienza en el siglo 14 y en el año 1665 los judíos de Belz se hacen acreedores a la igualdad de derechos y obligaciones y  es en este contexto, que aflora en su seno  una importante corriente religiosa identificado con el jasidismo conocida con el rótulo de Jasidut Belz. Se trata de una genuina dinastía fundada por el rabino Shalom Rokeach, conocido como Sar Shalom que encabezó el movimiento desde 1817 a 1855.La primera sinagoga jasídica de Belz fue erigida en el año 1843 y funcionó hasta que fue destruida por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Ante la conquista nazi por Europa, el líder de la corriente a la sazón rabino Isasjar Dov Rokeach logra huir de Belz y radicarse en la Tierra de Israel y en 1944 reinstaura esta corriente al principio en Tel-Aviv y posteriormente en Jerusalén. Actualmente es una de las corrientes jasídicas mas importantes del mundo judío contando  con 15.000 adeptos y simpatizantes no sólo en Israel, sino también con presencia considerable  en Estados Unidos, Inglaterra y Canadá.

Retorno a mi periplo. Cuando arribamos a Belz, la impresión fue muy pobre. Calles sin pavimentar, patos que deambulaban por los caminos, viviendas  venidas a menos. Ingresé al cementerio judío en busca de la tumba de mi bisabuelo que había fallecido antes del Holocausto y la impresión fue igualmente decepcionante. Lápidas en buena parte hundidas, inscripciones en algunos casos difíciles de leer acusando a la vez el abandono y  el devenir del tiempo. Lamentablemente no pude ubicar la tumba de mi bisabuelo.

La grata sorpresa fue que frente al cementerio nos topamos con un moderno edificio de dos plantas perteneciente a la Jasidut Belz  en el que se alojan visitantes así como simpatizantes de la corriente que  estudian las fuentes judías  visitan la localidad, así como las  tumbas de los distintos líderes de la dinastía. Cuando ingresamos  espontáneamente irrumpimos en cantos y bailes.  Entre tanto abandono y tristeza, irrumpía un signo de optimismo y vida presente.

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