En el espacio que sirve de exhibición vertical en la nueva ala del Museo de Arte de Tel Aviv el Teatro Clipá estrena la pieza titulada “Vine y vi…” con la que celebra los 25 años de su fundación. Se trata de una obra que une la poesía, la voz y el cuerpo en una actuación que es también una ceremonia. La misma se compone de clichés, jerga, rudeza y “piyyut”, todo esto se funde en lo que su creadora Idit Herman, una de las fundadoras de Clipá, llama “9 canciones prohibidas”, cantadas a capella acompañadas de un movimiento sincronizado, y que resuenan en 7 escenarios diferentes del espacio. Se estrena el 15.7 y se presenta en varias funciones. El 16 y 25 de julio y otras en agosto.
Los creadores son Idit Herman y Ariel Bronez que es también el autor de las canciones, quienes nos dicen: “Vine Y Vi…. utiliza la estructura del espacio del museo conocido como «Cascada de luz», la que está como tallada en el suelo y sirve como una caja de resonancia. Nos invita a reflexionar sobre nuestras percepciones aceptadas de descender a un pozo. Las melodías y arreglos traspasan los límites entre lo clásico y lo popular y entre la obra musical y la obra sonora. La visión de la ilusión sónica crea la ilusión de seguridad cultural-estética y permite desafiar el discurso de la corrección política y hacer accesibles los mensajes controvertidos”
El Teatro «Clipá» se fundó en 1995 por el duo Idit Herman y Dimitri Topolov (Zal), y aun en estos días continua brindando como al principio varias exitosas piezas destacables por su originalidad, colorido y alto nivel artístico, en colaboracion entre Idit y Ariel Bronze. De este duo surgen creaciones geniales que combinan los elementos que caracterizan a Clipá, tales como la música original creadas, las canciones interpretadas en vivo, el “teatro-físico”, la sana comicidad, casi payasesca, el drama, las expresiones circenses renovadas, un vestuario llamativo y escenografias que son tambien creaciones plásticas.
El grupo utiliza cada vez elementos temáticos nuevos y esta vez se nos explica que “a través de juegos abstractos de mirada, sonido y el movimiento que permite esta estructura única del museo, el público nivela su camino hasta el fondo de la “cascada” de la nueva “israelidad”, que se despliega ante nosotros como una carta de despedida de la realidad local”. El espectáculo dura aproximadamente una hora y se lleva a cabo mientras conduce a la audiencia en el museo a caminar de un lugar a otro.