Foto: Tasnim News Agency. Wikipedia - CC BY 4.0

Beatriz W. de Rittigstein

Esto según las estadísticas de los cuerpos policiales y de las organizaciones judías.

Hay varios factores que lo determinan. Uno de ellos es el antisemita y activo propagandista del antisemitismo, Louis Farrakhan, quien lidera la Nación del Islam y ha tenido enorme influencia en vastos sectores de la sociedad estadounidense que van desde la ultraizquierda y el islam radical hasta la extrema derecha; ha impactado entre afroamericanos y, aunque parezca contradictorio, entre supremacistas blancos. Por ejemplo: sus discursos antisemitas inspiraron a Kanye West y a Kyrie Irving, quienes hace unos meses difundieron estereotipos antisemitas en las redes sociales.

Como todos los años desde que Farrakhan tomó el liderazgo de la Nación del Islam en 1981, a fines de este último febrero (del 24 al 26/02) se celebró en Chicago el Día de los Salvadores, una conferencia que conmemora el nacimiento de Wallace Fard Muhammad, fundador de la Nación del Islam, la cual atrae a numerosos asistentes.

En esta oportunidad, como lo ha hecho siempre, usó su retórica para instigar en contra de los judíos; los acusó de controlar a los gobiernos, los medios de comunicación y las instituciones financieras; promovió la falacia de que buscan manipular y explotar a los negros, engañar y destruir a EEUU; dijo: “Alguien tiene que enfrentarse a la sinagoga de Satanás. Y aquí estamos. ¿Cuál es tu voto si el hombre por el que votaste tiene que ir a alguien por el que nunca votaste? detrás de la puerta para recibir instrucciones”. Ante una arenga así y que viene repitiendo por décadas, cabe preguntarnos ¿por qué en esta ocasión, cuando es más necesaria una toma de posición contundente, la Casa Blanca no se pronunció? ¿por qué de inmediato no se rechazó la alocución de este odiador que incita a diferentes parcelas de la sociedad estadounidense? El presentador de Fox News, Mark Levin, criticó al Partido Demócrata por tolerar el antisemitismo y trajo a colación un artículo en National Review de 2019, de Kevin Williamson, quien señaló: “Líderes anti-Trump como Tamika Mallory o Linda Sarsour de la Marcha de las Mujeres, abrazaron y cortejaron a Farrakhan. Barack Obama recibió su llamada en 2005, mientras aceleraba su carrera política. El Caucus Negro del Congreso lo consultó. Bill Clinton lo apoyó en el funeral de Aretha Franklin, elevando implícitamente al líder del culto. Las demócratas de California, Barbara Lee y Maxine Waters asisten a los eventos públicos de Farrakhan… Tal vez no sean antisemitas. Pero seguro que son colaboradores”. Por supuesto que, los miembros progresistas del Partido Demócrata continúan difundiendo declaraciones antisemitas, entre las más escandalosas: Ilhan Omar y Rashida Tlaib, cercanas a Farrakhan, pero no hay respuesta de las autoridades que toleran esta transgresión.

En líneas generales, pese a su larga historia pública de fijaciones antisemitas, Farrakhan nunca rindió cuentas ante la justicia como virulento propagador de calumnias y odio. Sin embargo, por lo general, la recepción de su prédica es aceptada; ha ganado credibilidad entre muchas personas de color durante las cuatro décadas desde que asumió el mando de la Nación del Islam, incluso es admirado por el movimiento Black Lives Matter, esencialmente feminista y sus notorias dirigentes lo consideran un gran líder.

Como toda narrativa agresiva, esta perversa influencia de Farrakhan y Nación del Islam ha escalado a la violencia física contra los judíos, pues empodera a los extremistas de todo tipo y augura mayores daños para la cultura y valores de la sociedad estadounidense. Resulta imperativo que las autoridades legislen sobre estos perniciosos e inútiles odiadores.

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One thought on “Peligroso impacto de Farrakhan”
  1. En Estados Unidos se pueden observar puntos de vista sociales particulares, en los cuales la discriminación racial suele ser un tema central en muchos discursos políticos. Además, es común que los políticos busquen el apoyo de los votantes más religiosos, lo que puede llevar a una combinación poco democrática entre política y religión. Esto se debe, en parte, a la libertad de expresión que caracteriza a los ciudadanos estadounidenses, la cual puede resultar en ocasiones demasiado extrema en comparación con otros países europeos.

    En Estados Unidos existen muchos grupos diferentes en cada comunidad o ideología, incluyendo a muchos judíos muy críticos con las políticas de Israel contra los terroristas palestinos. En el caso de la Nación del Islam de Louis Farrakhan, su discurso tan radical y antisemita no la hace representativa de la comunidad afroamericana en general. Los afroamericanos, sin embargo, a menudo se sienten atraídos por el Islam, se convierten debido a que ven una religión más compatible con la sociedad afroamericana discriminada, les atrae la hermandad entre todos los musulmanes y la ayuda a los necesitados. Solo es de esperar que no encuentren más hermandad o igualitarismo en el chiismo del régimen de Irán, aunque no es infrecuente que algunos musulmanes afroamericanos sean antisemitas, copiando la naturaleza de muchos musulmanes.

    Entre los cristianos también se encuentran muchos puntos de vista diferentes. Por ejemplo, mientras algunos protestantes son racistas y antisemitas, muchos evangélicos apoyan el sionismo, o casi incondicionalmente a Israel. En cuanto a los católicos estadounidenses, desde hace años forman una de las comunidades más importantes debido a los inmigrantes latinos, y en Latinoamérica son los jesuitas de la Teología de la Liberación los que tienen una gran influencia y activismo político, siendo sus posturas generalmente de izquierdas y cercanas a los pobres, a diferencia del catolicismo de países como España, que suele estar más que alineado con las clases privilegiadas y defienden las posturas más retrógradas, por ejemplo nada de permitir el matrimonio homosexual o en algunos supuestos también el aborto, puntos que se han llegado a apoyar en los medios de los jesuitas estadounidenses. Los jesuitas forman un poderoso lobby político cercano a los demócratas, y muchas personalidades progresistas se acercan a su entorno. Por ejemplo, en la revista jesuita America Magazine aparecen políticos católicos del partido demócrata como Alexandria Ocasio-Cortez, quien en varias ocasiones se ha manifestado en contra de Israel o a favor de los palestinos.

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