El supuesto médium clarividente Erik Jan Hanussen (centro) en una sesión de espiritismo iluminado. / Foto: Wikipedia - Dominio Público

Los Videntes Palaciegos

De hecho, en la actualidad hay algunos que aún recurren a ellos para resolver asuntos relacionados con su cargo. Incluso varios de ellos no hacen nada por ocultarlos. No todos esos brujos cuentan con las capacidades de Bilam, acerca de quien se dice tenía verdadero conocimiento de sus artes y estaba inspirado divinamente.

En una primera lectura de la parashá de esta semana, cuando aparece Bilam, hijo de Beor, vidente de Aram, famoso internacionalmente en su tiempo por la eficacia de sus bendiciones y maldiciones, resulta difícil de creer que haya conductores de naciones que usen esos métodos para sacar adelante a sus países. Particularmente cuando se encuentran en crisis.

El presidente brasileño Jair Bolsonaro cuenta como guía con el filósofo new age y astrólogo Olavo de Carvalho, Winston Churchill estuvo bajo la influencia de Aleister Crowley el más importante mago inglés del siglo XX que defendía el uso de estupefacientes para conseguir «la iluminación». Ronald Reagan y su esposa Nancy contaban con Joan Quigley, la vidente y astróloga nacida en Kansas City. Juan Domingo Perón y su tercera esposa Isabel Martinez contaron con los servicios de José López Rega, más conocido por su apodo El Brujo. Nicolás Maduro habría gastado miles de dólares para pagar ritos de santería, iniciado en los rituales por Hugo Chávez que, a su vez, habría seguido las enseñanzas de Fidel Castro que creía en las santeras que le fabricaban amuletos y a las que atribuyó su longevidad. Erik Jan Hanussen fue el prestigioso vidente, ocultista y astrólogo austriaco que desarrolló su carrera durante la República de Weimar y que frecuentó a Adolf Hitler.

Por ello no debemos sorprendernos que Balac, rey de Moab, temeroso de los israelitas   le pidiera a Bilam que viniera y maldijera al pueblo de Israel, quien después de dudarlo montó en su asna parlante, que llegó a quejarse por los malos tratos que le infería su dueño.

Balac subió con Bilam a una montaña alta desde donde pudieron ver el campamento del pueblo de Israel. Bilam ordenó que se construyeran siete altares y que se sacrificaran un toro y un carnero sobre cada uno de ellos. Luego llegó el momento en que Balac esperaba que Bilam maldijera a Israel. Para su gran sorpresa, Bilam pronunció bendiciones para Israel, en lugar de maldiciones. Lo mismo sucedió dos veces más: una en la cima de Pisgá y la otra en la cima de Peor. Balac, enojado y decepcionado, le dijo a Bilam que huyera de regreso a su propia tierra. Las últimas palabras de Bilam a Balac fueron una profecía de que Israel algún día triunfaría sobre Moab.

Bilam, en lugar de regresar a su país, se quedó en la región y se unió a los madianitas. Sugirió que la forma de derrotar a Israel era alentar a los israelitas a ser inmorales y promiscuos.

Bilam, profeta, vidente y mago, no se equivocó ni cuando elogió a los israelitas con palabras tan hermosas como Ma Tovu, – ¡Cuán bellas son vuestras tiendas, oh, Yaakov, vuestras moradas, oh Israel! que se incorporó al devocionario, ni cuando proclamó que la manera de derrotarnos era convertirnos en seres promiscuos en las relaciones sexuales.

Para ser creído debía aceptar y relatar la realidad, no como en nuestros tiempos de poca memoria en la cual los «asesores» dicen y se desdicen sin perder sus empleos, por ello no pudo disimular la vida en las tiendas del desierto. En paralelo, su odio era tal, que no tuvo ambages para recomendar las conductas más inmorales para derrotar al pueblo judío todavía en formación.

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