Opinión: El amor pudo más que el odio

21 julio, 2021 ,
Gabriel Boric festeja su triunfo sobre Daniel Jadue en las primarias presidenciales de la izquierda en Chile, que lo aplaude. (Photo by Felipe Figueroa / SOPA Images/Sipa USA)No Use Germany.

En Chile llevamos un poco menos de 2 años de una amplia reflexión y proceso de cambios, un país que a ojos de muchos era un ejemplo de gestión, desarrollo, superación, de un minuto a otro se volcó, giró en 360 grados, dejando a los más cómodos, inertes, sin reacción.

En el otro lado de la vereda la sorpresa no era tal, esto es algo que se venía cocinando a fuego lento, 30 años de injusticia social, de no ser escuchados, bastaba cualquier excusa para que esta olla a presión reventara, decían y así fue.

Sea como sea, el barco de Chile acostumbrado a andar en aguas calmas, de un minuto a otro empezó a vivir su peor temporal, sin rumbo, dando tumbos de lado a lado, agravado o disminuido por el COVID-19, pero esperando que el barco encallara en cualquier parte.

Tanto fue así, que ante tanta nebulosa emergió la figura de Daniel Jadue, un revolucionario, quien con mucho ímpetu, velocidad de palabra, mensajes que parecían armónicos ante tanta turbulencia. Parecía que esta sería su fiesta.

No importaba su raíz comunista, no molestaba su evidente falta de tolerancia hacia quienes no pensaban como el, su causa anti judía era mirada incluso con simpatía.

Así se gestó su carrera hacia la presidencia, sin rivales de peso que pudieran opacarlo, con una comunidad judía que miraba esto de reojo, haciendo incluso las maletas, esperando un futuro de terror y por su parte, la derecha haciendo malabares para intentar acallar a este líder, falso profeta, que en las encuestas cada día se veía más engrosado.

Afortunadamente, por una parte su ego le pasó facturas, tanto fue así que se tuvo que auto marginar de algunos debates (cosa rara en un orador de primera). Pero más que su propia inoperancia, en Chile empezó muy de a poco a volver la cordura, el barco ya no iba a los tumbos y si iba, ya estaba más acostumbrado al movimiento, eso permitió entender que aunque se necesitan cambios profundos, para volver a poner a las personas al centro de la importancia de los gobiernos, no se necesitan anarquistas, no se necesita gente que esté en contra de todo, como con una rabia hasta caprichosa, se necesitan líderes propositivos, abarcativos, cooperativos, que construyan desde el amor, la sabiduría y el amor por otros seres humanos.

Y así la figura de Jadue se derrumbó, cayendo estrepitosamente, no como dicen muchos por sus errores propios, si no porque afortunadamente en Chile el amor vale más que el odio.

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