El Movimiento Sadrista, la agrupación que dirige el influyente clérigo chií Muqtada al Sadr, responsabilizó este miércoles al Marco de Coordinación, el grupo aliado de Teherán dentro de la compleja vida política del país árabe, de ser los responsables de las 35 muertes registradas durante los disturbios de los últimos días.
En un comunicado, el portavoz del Movimiento Sadrista, Saleh al Iraqi, advirtió también a Irán para que «controle su camello», una referencia a la vinculación del país persa con el Marco de Coordinación, bajo el riesgo de que «no pueda escapar cuando se arrepienta» de sus acciones en Irak.
«El Marco de Coordinación siguen convocando al Parlamento, desafiando al pueblo, para formar un gobierno descarado, mientras la sangre de los manifestantes pacíficos ejecutados por las balas sucias de sus milicias todavía no se secó», dijo Al Iraqi.
En la nota, Al Iraqui indicó además que si el Marco de Coordinación, que agrupa a varios partidos chiíes próximos a Irán, «no declara el luto» por los muertos y los más de 250 heridos que se produjeron entre el lunes y el martes pasado, tendrá al «Movimiento Sadrista como su primer enemigo, aunque lejos de la violencia y asesinatos con las que los corruptos atacan a sus rivales».
Irak regresó ayer martes a la calma tras los graves disturbios que hicieron temer a muchos que el país árabe se estuviera aproximando a una guerra civil ante el bloqueo político que vive desde hace meses que impide la formación de un nuevo gobierno.
El detonante de esta crisis fue la decisión de Al Sadr, muy popular particularmente entre las clases más desfavorecidas, de renunciar definitivamente a su actividad política y disolver su movimiento, lo que llevó a miles de sus seguidores a tomar las calles de Bagdad y asaltar el Palacio Presidencial.
A principios de agosto los sadristas también tomaron el Parlamento durante varios días y desde entonces se mantenían acampados en sus inmediaciones para prevenir los planes del Marco de Coordinación y otros grupos políticos de formar gobierno.
Y es que si bien el Movimiento Sadrista fue el más votado en las elecciones de octubre de 2021, sólo obtuvo 73 de los 329 escaños del Parlamento, lo que permitió a sus rivales establecer una coalición que, al menos sobre el papel, les permitiría obtener la mayoría necesaria para formar gobierno.
Al Sadr ordenó dimitir a sus diputados y ha evitado por activa y pasiva que el Parlamento obtenga el quórum necesario para sesionar, al tiempo que exigía la celebración de nuevas elecciones.
Los incidentes de esta semana cesaron tan pronto como Al Sadr emitió en la tarde del martes un comunicado en el que pidió a sus seguidores retirarse de las zonas de Bagdad que habían tomado y volvieran a sus hogares, al tiempo que ordenó retirarse de las acampadas frente al Parlamento
Mientras, este mismo miércoles Irán llamó al diálogo político en su país vecino y el respeto a las autoridades y leyes del país, al tiempo que pidió que espera que “todos los grupos y facciones políticas participen en el proceso de formación de un nuevo gobierno”.
Por su parte, el Gobierno de Bagdad, que asistió impotente a estos hechos, consideró por boca de su presidente, el político kurdo Barham Saleh, que la celebración de unas elecciones anticipadas con un «consenso nacional» puede suponer una «salida de la crisis asfixiante que atraviesa el país».
El jefe de Estado iraquí indicó en un discurso a la nación que unos nuevos comicios representan «una mejor solución que entrar en enfrentamientos políticos, conflictos y rivalidad», y que «garantizarán la estabilidad política y social», además de «detener el ciclo de las crisis».
Por su parte, el primer ministro en funciones, Mustafa al Kazemi, amenazó con renunciar si perdura el caos en el país y si los actores políticos «quieren seguir creando caos, conflicto, división, enfrentamientos y no escuchar a la voz de la razón».
Con información de EFE