Llamada de madrugada

Benjamín Netanyahu - Foto: Abir Sultan/Pool vía REUTERS

Las manifestaciones violentas en Jerusalén que traen con ellas los cohetes disparados de Gaza, constituyen un peligro muy cierto de escalación en el conflicto siempre activo con Hamás.

Hay más. La administración Biden pareciera convencida que un acuerdo con Irán es la solución a la posibilidad de que este país obtenga armamento atómico, y no se toman en cuenta algunas de las preocupaciones de Israel. La Corte Penal Internacional por su lado, tiene un caso contra Israel, y en general, la campaña mediática no cesa. La situación económica de Israel es buena, pero no tanto por lo que puedan sentir sus ciudadanos, más bien en comparación con los desastres que viven otros países que sufren los efectos de la pandemia.  El frente con Siria no está tranquilo, y se maneja entre cohetes y ataques encubiertos no oficialmente reconocidos.

Mientras esta rutina fatídica sigue su curso, los miembros de la Knéset elegida no logran ponerse de acuerdo para formar un ejecutivo de gobierno. Los egos personales y agendas que poco tiene que ver con temas ideológicos ni de seguridad, se vienen imponiendo.  De tener bloques de izquierda y de derecha, luego bloque paz-por territorios versus bloque no-concesiones territoriales, nos vemos ante los bloques Sí Netaniahu-No Netaniahu. Un retroceso en cuanto al perfil político de un estado democrático con un sistema de gobierno parlamentario.

Israel tiene un logro muy significativo. Es el primer país en estar venciendo de la pandemia y volver a cierta normalidad. Este logro tiene dos responsables evidentes.  Uno es el primer ministro en funciones que consiguió los lotes de vacunas necesarios, y otro, es el mismo estado y su sistema de salud, construido y perfeccionado desde su fundación misma, que permitió la campaña y logística de vacunación rápida y masiva.

Hubo un momento en el cual era muy complicado conseguir lotes de vacunas.  Escasez de ellas, muchas solicitudes de países, costo elevado, problemas de traslado.  Benjamín Netanyahu ha declarado varias veces, que llegó a llamar al CEO de Pfizer en horas de la madrugada. Y, además, lo llamó unas diecisiete veces.  La meta de conseguir vacunas suficientes y de calidad, a la brevedad posible no era nada fácil. La muestra de ello es la cantidad de países, muchos de ellos ricos y desarrollados, que aún no tienen campañas de vacunación exitosas.

Las negociaciones para formar gobierno, al momento de escribir esta nota, no se ven claras. Una mayoría de partidos que comparten ideologías similares, que tienen una sumatoria de escaños mayor al 50% necesario, no se pone de acuerdo. El bloque que pretende desplazar a Netanyahu, tampoco logra los acuerdos necesarios. Mientras, el Estado de Israel vive en la transitoriedad gubernamental, y con los problemas permanentes de siempre más algunos agravantes.

Un miembro de la Knéset, en un programa de radio dijo en broma algo que parece muy serio. Quizás hace falta una llamada de emergencia, a horas poco convencionales. Aquellas horas en las cuales el sueño de los responsables se esfuma, por las preocupaciones y los peligros inminentes. Como cuando Bibi llamó a Pfizer.

Antes que amanezca, sea tarde y queden solo excusas, lamentos y arrepentimientos, sí, hace falta una llamada de madrugada.

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