La estrategia regional de Irán avanza mientras Occidente duerme

Mujeres manifiestan en apoyo al ataque a Israel Foto: Agencia de noticias Tasnim CC BY 4.0 vía Wikimedia Commons

Las exhortaciones de varios líderes tras los ataques del 13 de abril de que Israel trate ahora de «reducir la escalada» sugeriría que muchos en Occidente quieren darles a los iraníes precisamente lo que pretenden.

Por Jonathan Spyer

Veamos un breve resumen de los acontecimientos ocurridos en algunos de los frentes del conflicto de múltiples escenarios y niveles que se desarrolla actualmente en Medio Oriente:

A principios de esta semana, aviones de combate israelíes llevaron a cabo misiones contra dos sitios en el sur del Líbano: Meiss Ej Jabal y Tayr Harfa. Las fuerzas de artillería de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) alcanzaron objetivos en la zona de Har Dov/Granjas de Shebaa.

Los ataques se produjeron tras un incidente en la zona fronteriza en el que cuatro soldados de las FDI que realizaban actividades en el lado libanés de la frontera resultaron heridos por un artefacto explosivo.

Estos son los últimos incidentes en el conflicto no declarado que tiene lugar entre Hezbollah libanés e Israel desde el 8 de octubre de 2023. Este conflicto, que comenzó, por supuesto, a raíz de los ataques de Hamás del 7 de octubre, es de grandes dimensiones e implica enfrentamientos casi diarios.

Los últimos incidentes ocurridos

Desde octubre han muerto 274 combatientes de Hezbollah. Alrededor de 80.000 israelíes y más de 100.000 libaneses han abandonado sus hogares en la zona fronteriza. Según un estudio reciente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, desde octubre se han producido un total combinado de 4.400 ataques, iniciados por uno u otro bando.

En los ataques del 13 de abril, el papel directo e históricamente significativo de Irán ha llamado, con razón, la atención. Pero cabe señalar que tres milicias proxies [representanes] también participaron en el ataque iraní.

 

Misiles iraníes interceptados vistos desde la mezquita de Al Aqsa en el Monte del Templo de Jerusalen Foto: Mehr-News Agency CC BY 4.0 vía Wikimedia Commons

El Hezbollah libanés disparó una andanada de cohetes contra posiciones de las FDI en los Altos del Golán; la organización yemení Ansar Allah (hutíes) lanzó vehículos aéreos no tripulados [drones] contra Eilat (que fueron derribados); y una milicia chií iraquí ha señalado su participación, que probablemente también implicó el lanzamiento de drones.

Junto al conflicto abierto, continúa la guerra clandestina de larga data. Los funcionarios libaneses afirman que Israel estuvo involucrado en la eliminación en los últimos días de Mohammed Ibrahim Surour, un banquero libanés involucrado con Hezbollah, cuyo cuerpo fue descubierto el 9 de abril en una mansión en Beit Meri, una ciudad turística con vista a Beirut.

Surour había sido sancionado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos en 2019 por su participación en la transferencia de fondos del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) de Irán a Hamás en Cisjordania y Gaza.

Según un informe del periódico pro-Hezbollah al-Akhbar, fue atraído a la mansión el 4 de abril. Anteriormente había sido contactado por una mujer que se hacía llamar Zainab Hammoud, quien dijo que estaba esperando una transferencia de dinero desde Irak. En cuanto a los 6.500 dólares en efectivo colocados junto al cuerpo, al-Akhbar los interpretó como una señal de quienquiera que haya ultimado a Surour, su muerte no tenía relación con sus negocios financieros.

Los detalles de la eliminación de Surour ofrecen una indicación de la interconexión de Irán y sus proxies y clientes. Aquí hay un financiero libanés, que supuestamente coopera con Hezbollah, pero no es miembro de la organización, involucrado en la transferencia de fondos del CGRI a los aliados de Teherán en Gaza y Cisjordania. Y aparentemente pagando el precio por esta actividad.

Mientras reportaba recientemente desde Deir al Zur, en el este de Siria, me fascinó enterarme que el esfuerzo iraní en curso para incitar a las tribus árabes suníes al este del Éufrates contra Estados Unidos y sus aliados kurdos sirios está dirigido sobre el terreno por miembros veteranos del Hezbollah libanés.
Estos esfuerzos implican el reclutamiento de figuras de nivel medio entre las tribus de esta provincia de mayoría árabe y el suministro de armamento para facilitar acciones contra el aliado local de Estados Unidos, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS).

Ciento cincuenta personas fueron asesinadas entre agosto y septiembre de 2023, luego que las FDS arrestaran a Rashid Abu Khawla, un miembro de la tribu Baqqara que había sido reclutado por los iraníes.
Los partidarios de Abu Khawla declararon la fundación del movimiento Hijos de Jazeera y libraron batallas con las FDS en el cinturón petrolero alrededor de al Omar, todas dirigidas desde el área controlada por los iraníes y el régimen de Assad, al oeste del Éufrates.

Deir al Zur es importante porque está ubicado a lo largo del área contigua del territorio entre la frontera entre Irak y Siria y las fronteras con Israel y el Líbano, que Irán busca controlar. La insurgencia tribal tiene como objetivo aumentar la presión lo suficiente como para obligar a los estadounidenses a retirarse.
Esto facilitaría el regreso del «gobierno» de Assad a la zona y, en la práctica, permitiría la libertad de operación de Irán y sus diversos proxies.

Así que aquí tenemos cuatro escenarios separados y discretos de conflicto en marcha simultáneamente durante la última semana. Por supuesto, son sólo una parte del panorama total.

Ellos van desde un acto estratégico de guerra entre Estados (los ataques iraníes contra Israel del 13 de abril), pasando por un choque local, limitado y convencional entre un proxy iraní e Israel (los combates actuales entre las FDI y Hezbollah en la zona al norte y al sur de la frontera entre Israel y el Líbano), hasta un aparente acto de guerra clandestina (la eliminación de Mohammed Surour) que reveló un rastro financiero que se extendía desde Irán, pasando por el Hezbollah libanés, hasta Hamás en Gaza y Cisjordania y hasta una aparente páramo, que si se examina detenidamente resulta ser un área de importancia estratégica (Deir ez-Zor), donde un proxy [representante] iraní está operando a otro proxy aún más novato para el desafío continuo de los estadounidenses y sus aliados.

¿A qué se suma todo esto? Obviamente, estos ámbitos separados no lo están en absoluto. Más bien, todos ellos son parte de un único esfuerzo. Ése es el actual impulso iraní por la hegemonía en la región, que incluye una larga guerra que pretende finalizar con la destrucción de Israel. La red laberíntica de la que constituyen sus elementos estos cuatro ejemplos es el instrumento que debe utilizarse para promover esta ambición. El programa nuclear iraní es la póliza de seguro destinada a impedir acciones concertadas en su contra.

El general Kenneth McKenzie, ex comandante del CENTCOM, señaló, en una evaluación esta semana, la importancia de los ataques iraníes del 13 de abril que constituyen un ejemplo en el que un país busca «escalar para reducir la escalada».

Lo que McKenzie quiso decir es que los ataques no constituyeron ni tenían la intención de constituir un cambio inequívoco y deliberado por parte de Irán del campo de la guerra por medio de proxies [apoderados] hacia una confrontación abierta. Esta no fue una declaración de guerra al estilo Pearl Harbor. Más bien, la intención de Irán era «intimidar a su oponente para que cambie su comportamiento, convenciéndolo de que correrá un mayor riesgo».

Es decir, Irán buscó responder a la eliminación del general del CGRI Mohammed Reza Zahedi de manera tal de inducir a Israel a alejarse de cualquier nuevo ataque abierto a figuras iraníes y de cualquier esfuerzo adicional para convertir la contienda con Irán en una lucha directa. La ausencia de un ataque importante del Hezbollah libanés junto con los ataques iraníes con misiles y drones respalda esta opinión.

La razón de esto es bastante clara. A Teherán le gusta la estrategia de tejer telarañas y sangrar lentamente a los enemigos que persigue actualmente. Este enfoque ha generado dividendos para Teherán durante las últimas dos décadas -desde la dominación efectiva del Líbano, Irak, Siria y Yemen- hasta la actual guerra de Gaza (inclusive). Por eso quiere volver a aplicar esta estrategia lo antes posible.

Es posible que el desconcertado Occidente todavía actúe para permitirlo.

Las exhortaciones de varios líderes tras los ataques del 13 de abril a Israel para que trate de «reducir la escalada» sugerirían que muchos en Occidente quieren darles a los iraníes precisamente lo que pretenden.

Esto sugiere además que Occidente aún no ha comprendido la naturaleza del juego, incluso cuando los iraníes continúan persiguiéndolo vigorosamente en todos los frentes. Se está haciendo tarde.

Fuente: The Jerusalem Post

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