Entrevista al escritor y novelista Iñaki Martínez

“Israel respeta los derechos sociales y cualquier persona puede ser lo que quiera sin problemas ni miedo, como no pasa en otras partes del mundo.

Se incluyen los territorios palestinos, donde no hay libertades para casi nadie.
En Israel se puede ser gay sin problemas, mientras que en una buena parte del mundo árabe puedes sufrir duras condenas, incluida la muerte, si eres gay”
“Yo creo que la gran decepción con la izquierda en el continente latinoamericano procede de Cuba, porque pocas veces en la historia del siglo XX se suscitó una ilusión tan grande, no ya en América sino en todo el mundo, como con la Revolución cubana, la del 59”

por Ricardo Angoso

Nacido en Guatemala, la vida de Iñaki Martínez ha transcurrido entre España y Latinoamérica, donde se ha destacado por varias misiones, como por ejemplo delegado del Gobierno Vasco para Colombia, Venezuela, Ecuador y América Central en el periodo 2009-2013 y fue asesor en política internacional de la guerrilla salvadoreña entre 1980 y 1984. Autor de varias novelas, entre las que destacan Lo que dejan ver las sombras y Donde los hombres llevaban sombrero, ambas ambientadas en La Habana, y La ciudad de la mentira, con la que fue finalista del Premio Nadal 2015. En esta entrevista, realizada en Madrid, nos habla también de su otra gran pasión, Israel.

Ricardo Angoso: ¿Cómo nace esa pasión por La Habana que te ha llevado a escribir dos novelas ambientadas en esa ciudad?

Iñaki Martínez: En mi caso, lo que me atrapa es la propia historia de Cuba y de La Habana, más concretamente la del siglo XX. Me interesa mucho todo lo que ocurre antes de 1959 en Cuba, antes de la Revolución cubana, y la evolución posterior del país. Además, he visitado La Habana en numerosas ocasiones, creo que unas siete u ocho veces, y tengo varios amigos allí. Es una ciudad fascinante, desde todos los puntos de vista, y me recuerda mucho a España. En fin, y resumiendo, tengo mucho interés por lo que sucedió y sucede en La Habana, aunque las actuales circunstancias no son las mejores para la ciudad y sus habitantes.

SITUACION EN CENTROAMERICA

R.A.: ¿Cómo examinas la situación que atraviesa Centroamérica, una región que conoces y en las que has vivido algún tiempo?

I.M.: Con bastante tristeza y decepción porque yo conocí esta región en los años ochenta y viví en varios países y tenía una cierta ilusión por la forma en que estaban evolucionando las cosas en los mismos y parecía que iban a cambiar realmente. Se vivía un momento realmente interesante en la región, sobre todo después de la revolución sandinista, en 1979, y ahora, cuando tienes perspectiva histórica, y han pasado más de cuarenta años, están ocurriendo en esa región acontecimientos que no habían sucedido nunca, como, por ejemplo, esas caravanas de miles de migrantes marchando desesperadamente hacia los Estados Unidos. Esas caravanas de miles de personas de todas las nacionalidades caminando por las selvas y las trochas en busca de una esperanza, es una situación nueva muy triste, algo que no existía hace cuarenta años.

LA REVOLUCION CUBANA, GRAN DECEPCION

R.A.: Luego en casi toda América Latina nos encontramos con una situación bastante decepcionante, en el sentido que ni la izquierda ni la derecha tienen respuestas ante los problemas de la gente, ¿qué está ocurriendo en el continente?

I.M.: Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Pero yo creo que la gran decepción en el continente procede de Cuba porque pocas veces en la historia del siglo XX se suscitó una ilusión, no ya en América sino en todo el mundo, como con la Revolución cubana, la del 59. Aquello fue un gran acontecimiento, y no solamente para la izquierda, sino para mucha gente que vio en aquella Revolución cubana como una posibilidad para un cambio real que acabara con la corrupción, la injusticia, la desigualdad social… Pero no fue así y más de medio siglo después lo que vemos es una decepción absoluta. Vemos un sistema absolutamente fallido, una corrupción enquistada y una decepción enorme ante la evolución de esta Revolución cubana que fue vista por una buena parte del mundo como algo esperanzador. Y eso provoca una falta de referencias absoluta, es decir, sobre todo para la izquierda. Luego están los experimentos de la derecha, que han sido diferentes pero que también han sido fallidos en sus resultados. La única esperanza que puede albergar América Latina hoy es que por primera vez está funcionando el sistema judicial en el continente y eso está ocurriendo en muchos países. Por ejemplo, hay numerosos presidentes y ministros que han acabado en la cárcel o están siendo procesados y la lista es larga, algo que hasta ahora no había ocurrido nunca en América Latina. El hecho de que el sistema judicial esté funcionando, o empezando a funcionar, puede darnos algunos motivos para la esperanza en América Latina.

R.A.: ¿Cómo examinas el fenómeno del presidente salvadoreño, Nayib Bukele?

I.M.: Yo estuve viviendo algún tiempo en El Salvador y tengo amigos allá, creo conocer el terreno. Hay dos hechos que no se pueden discutir y que están ahí, sobre la mesa. Uno de ellos es la  alta aceptación popular de Bukele y otro es que el actual presidente salvadoreño utiliza medios e instrumentos que no son democráticos en muchas ocasiones. Su elección sí fue democrática, eso no le discute nadie, pero después, vistas sus relaciones con los poderes judicial y legislativo, resulta difícil definir su actuación como democrática si nos atenemos a los estándares de lo que se considera como tal. Es cierto que esa aceptación popular de la que goza Bukele viene porque está acabando con uno de los grandes males de la sociedad salvadoreña, es decir, la criminalidad organizada conocida popularmente como las maras. Entonces, la gente, que solamente busca el pan y la paz para sus hijos con seguridad, ha visto en Bukele al presidente que les está dando lo que buscan, Personalmente, a mí no me gusta su estilo y forma de gobernar, que no se ajusta desde luego a los cánones normales, pero reconozco que la gente lo elige, por una amplia mayoría, y que goza de una gran favorabilidad en el país.

R.A.: Has vivido muchos años fuera, ¿cómo has encontrado a España?

I.M.: A España la encuentro igual que siempre, muy dividida, extraordinariamente dividida. Seguimos partidos en dos mitades, siguiendo esos versos de Antonio Machado que dicen “españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Esa expresión de Machado sigue absolutamente vigente. Yo creo que estamos avanzando muy poco o nada para lograr alcanzar un verdadero entendimiento entre todos los españoles, algo que sería conveniente, y estamos en un momento en que el enfrentamiento dialéctico predomina en la vida política española, hasta me atrevería a decir más fuerte que nunca.

EL EXITO DEL POPULISMO EN EL MUNDO

R.A.: ¿Cómo examinas el auge y el éxito del populismo en el mundo, tanto a la derecha como a la izquierda?

I.M.: La gente quiere respuestas y cuando nos las encuentra las busca en la primera esquina. Estamos en un momento en que parece que quien más grita y más miente, más éxito obtiene en términos políticos. Es un momento de mucha confusión, en todos los ámbitos de la vida. Vivimos un periodo caracterizado por una gran confusión política, ideológica, incluso religiosa… Y cuál es el final de esta gran confusión, pues realmente es muy difícil pronosticarlo. Yo creo que el mundo está pasando una época de absoluta banalización, de falta de respuestas desde los poderes públicos a muchos problemas y, sobre todo, de falta de respuestas ideológicas, que al final es lo que marca el camino. Con respecto al futuro, yo soy optimista y creo que encontraremos algo de luz con las nuevas generaciones que cada vez están mejor informadas y no se dejan engañar por la propaganda.

ISRAEL, UNA MIRADA DIFERENTE DESDE LA IZQUIERDA

R.A.: El otro día hablábamos de Israel y me decías que ves a este país más como víctima que como verdugo, me gustaría que ahondarás algo en esta aseveración.

I.M.: Siempre me interesó Israel y su historia, tanto social como política. Luego todos los días vemos imágenes muy duras de la violencia en que discurre la vida de este país. Yo trato de ser en este asunto lo más objetivo posible y no me gusta dejarme llevar por ideas preconcebidas. Israel es un país democrático, de eso no tengo ninguna duda, y que respeta los estándares internacionales en cuanto al funcionamiento de su sistema democrático. Además, Israel respeta los derechos sociales y cualquier persona puede ser lo que quiera sin problemas ni miedo, como no pasa en otras partes del mundo, incluyendo los territorios palestinos, donde no hay libertades para casi nadie. En Israel se puede ser gay sin problemas, mientras que en una buena parte del mundo árabe puedes sufrir duras condenas, incluida la muerte, si eres gay.

Es cierto que Israel mantiene un conflicto armado con varias organizaciones palestinas, pero también es cierto que desde territorios palestinos, como la Gaza controlada por Hamás, se lanzan ataques y misiles contra ciudades israelíes casi todos los días. En esa guerra, en que Israel es atacada, no discuto que a veces las fuerzas israelíes cometan algunas violaciones de los derechos humanos. Pero ahora bien, hay algo en el fondo de todo este asunto que es importante y es que si se examina la historia de Israel desde 1948, de las conversaciones y los tratados de paz que se han desarrollado a lo largo de los años, creo que se puede llegar a afirmar que Israel estaría dispuesta a convivir con un Estado palestino, mientras que una parte de las facciones palestinas, las más radicales, como Hamás, no está dispuesta a aceptar esa convivencia con los judíos y siguen anclados en esa idea de arrojar a los judíos al mar. Entonces, la conclusión que yo he llegado es que dos partes se pueden entender si tienen voluntad para ello, pero si no la tienen, como ocurre con Hamás, pues es imposible llegar a un acuerdo. Por tanto, tengo muchas dudas, pero tengo un gran cariño por el pueblo de Israel y tengo una gran comprensión por lo que ocurre en ese país. No me quiero dejar llevar por una corriente mayoritaria que da siempre la razón a unos supuestos palestinos perseguidos y unos israelíes que los persiguen sin razón alguna, reduciendo el problema a un análisis muy simplista que, por supuesto, no comparto.

Foto: del autor de la nota

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