Entre anarquía, poder y concesiones

Foto: Disturbios en los alrededores del Monte del Templo - Policia de Israel

Elías Farache S.

Los incidentes que se han sucedido en el Monte del Templo son muy interesantes y aleccionadores. Muestran la capacidad de retroceso del gobierno israelí, y las concesiones a quienes asumen actitudes y posiciones anárquicas, respaldados por la lógica de evitar males mayores.

El conflicto palestino israelí es sólo una arista del más complejo conflicto árabe israelí. La razón del conflicto es muy sencilla: hay quienes no reconocen el derecho de los judíos a un estado independiente. Eso es todo. Lo demás son detalles. Detalles que algunas veces nos hacen perder la causa original.

El complejo mundo islámico resulta una caja de Pandora para la lógica occidental. No es para menos. La población islámica es numerosa, sus corrientes religiosas variadas, enfrentadas y efervescentes. En los últimos años, la violencia de sus conflictos, internos y externos, resultan muy atemorizadores. Más aún para quienes no conviven cerca de sus fronteras, no entienden su idiosincrasia y además, quieren aplicar su esquema de razonamiento a quienes no lo aceptan por distintas razones, algunas muy válidas y otras no tanto.

Cuando los palestinos y los árabes israelíes se niegan a someterse a detectores de metal antes de entrar a un espacio sumamente concurrido, con antecedentes de serios atentados, demuestran un par de cosas. Una de ellas es la molestia de todos aquellos que nos sentimos molestos e intimidados cuando nos someten a un escrutinio por la sospecha que podamos ser delincuentes o terroristas. Le ocurre a cualquiera que vaya a un aeropuerto, a un estadio concurrido, a una embajada o a un ministerio. En cualquier país del mundo, en cualquier parte.

La otra cosa, es la demostración del espíritu anárquico y desconocimiento de la autoridad instituida, incluso a riesgo de la propia seguridad. No se acepta un mecanismo muy utilizado, y las autoridades del lugar consienten sencillamente en suspenderlo. Pero además, cuentan para la suspensión, con las recomendaciones de amigos y enemigos, quienes hacen causa común con tal de no provocar la furia de los eventuales manifestantes.

En descargo del gobierno israelí, podemos decir que aceptó reconsiderar la medida, evitar ciertos males y la utilización del incidente como excusa para algo que no conviene: una escalada de violencia que logre alejar cualquier iniciativa, ya muy difícil, de negociaciones y paz.

Como crítica a todos, a Israel y a quienes han apoyado la medida de ceder ante la presión de aquellos que no aceptan procedimientos de seguridad lógicos y aceptables, no degradantes y además lamentablemente necesarios, debemos recordar que se está cediendo una vez más, al terror. Se cree que complacer es mejor que disuadir. La historia demuestra lo contrario, pero es verdad que las circunstancias son obligantes…. y esperemos que no lamentables.

Bueno, quizás queda aprender que cuando no se tiene la fuerza de imponerse, conviene negociar. Ceder y esperar una mejor ocasión. En el camino, esperar que la decisión no sea vista por la contraparte como un síntoma de debilidad, más bien como el verdadero ejercicio de quien detenta el poder. El poder de la razón.

Tenemos la duda razonable al respecto.

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2 thoughts on “Entre anarquía, poder y concesiones”
  1. Este sería un razonamiento respetable y bien planteado de la posición crítica con la decisión del gobierno de Israel, pero no hay que olvidar que aunque los detectores han sido retirados en seis meses se sustituirán por cámaras de reconocimiento facial y también se dijo que podrían detectar metales. Por otra parte, los detectores en un lugar sagrado también hay que reconocer que no quedan bien ni dan una buena imagen para los musulmanes, aunque el lugar sea tan peligroso que probablemente sean o serán necesarios, no sólo para proteger a los israelíes y extranjeros, el mismo Estado Islámico no tiene en su agenda respetar ni a musulmanes ni los monumentos ni siquiera los lugares sagrados musulmanes, tampoco sería la primera vez en la historia que un atentado es el detonante hasta de grandes guerras o que se echa la culpa a la propia víctima de perpetrarlo para comenzar una guerra, es el caso del hundimiento del barco norteamericano Maine por el que Estados Unidos comenzó la guerra de Cuba contra España (al menos en España esta sería la versión oficial) o, más reciente, la matanza de Bolonia en 1980, en este caso los terroristas en la estación de tren italiana fueron fascistas culpando a las Brigadas Rojas. Eso por no mencionar las conspiraciones que siempre surgen en el caso de los atentados yihadistas, como el 11-S y el 11-M en Madrid, con muchos ciudadanos echando la culpa al propio gobierno y, como siempre, a los judíos.

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