En la capital húngara, primera etapa del viaje, celebró un encuentro ecuménico y con la comunidad judía en el Museo de Bellas Artes adyacente a la plaza de los Héroes.
Francisco se reunió con los representantes de los cristianos, que suponen el 52 % de la población y de los que el 30 por ciento son católicos, y con la comunidad judía, fuertemente diezmada durante el Holocausto nazi y de la que quedan cerca entre 10.000 y 15.000 miembros en todo el país.
De acuerdo con el censo de 1941, en Hungría habitaban 725.005 personas que se consideraban judías (4,94 % de la población) y otros 100 mil eran “judíos de raza” que se identificaban como cristianos.
Se calcula de 594 mil judíos fueron asesinados durante la Shoá (el Holocausto).
En el acto, el papa Francisco apreció que las diferentes confesiones presentes en el país, entre las que se encuentran luteranos y calvinistas, «se hayan unido para derribar los muros de separación del pasado».
«Ustedes, judíos y cristianos, desean ver en el otro ya no un extraño, sino un amigo; ya no un adversario, sino un hermano», señaló y agregó que Dios les pide que dejen «atrás las incomprensiones del pasado, las pretensiones de tener razón y de culpar a los demás, para ponernos en camino hacia su promesa de paz».
Y exhortó a que esta unión sea fuerte ante la tentación de «absorber al otro», porque cuando se ha intentado «no se ha construido, se ha destruido» y «lo mismo cuando se ha querido marginarlo en un gueto, en vez de integrarlo».
» ¡Cuántas veces ha ocurrido esto en la historia! Debemos estar atentos y rezar para que no se repita. Y comprometernos a promover juntos una educación para la fraternidad, para que los brotes de odio que quieren destruirla no prevalezcan. Pienso en la amenaza del antisemitismo, que todavía serpentea en Europa y en otros lugares», advirtió. EFE y Aurora