Si prestas atención al proceso electoral, verás que en la mayoría de los análisis se repiten dos números muy particulares. No importa si se trata de encuestas o de opiniones, el 61 y el 3,25 aparecen una y otra vez.
Pero, ¿de qué se trata? No es kabbalah ni tiene interpretaciones místicas, es mucho más sencillo que eso. Tiene que ver con el sistema político israelí y las necesidades de los partidos para lograr formar gobierno.
El 61 refiere a las bancas necesarias para tener un gobierno. La Knéset se compone de 120 escaños, por lo que para tener la posibilidad de gobernar, es necesario reunir la mitad más uno de ellos. Ese es el problema de estos últimos años, no había cómo articular esta cantidad de bancas. Spoiler alert: los sondeos actuales indican que esto podría repetirse.
Por otra parte, el 3,25 es lo que se conoce en ciencia política como «umbral». Se trata de un mínimo necesario para poder ingresar al parlamento. Es decir, que para que una lista coloque miembros en la Knéset, debe obtener el 3,25% de los votos válidos. De lo contrario, queda fuera de juego.
Este número es importante para entender porque muchos partidos pequeños hacen alianzas. La cifra de 3,25 no siempre fue así, recién en 2015 se pasó a utilizarla en reemplazo del 2% de los votos que regía hasta ese momento. Además, al ser tan alto en términos relativos, explica porque casi todos los partidos que ingresan al parlamento tienen cuatro (a veces tres) bancas.
La idea del umbral fue implementada originalmente como un método para evitar que partidos extremistas entren a la Knéset. Con el correr de los años, lo que suscitó es mayores incentivos para la unión de partidos, temerosos de quedar fuera del parlamento.