El diluvio y el Arca de Noé

2 junio, 2023 ,
Foto: Pixabay

1.1.- EL RELATO DE GILGAMÉSH

El antecedente más claro del Noé bíblico es un antiguo mito sumerio que, más tarde,  quedaría recogido en el poema épico conocido como “Epopeya de Gilgamésh”, un relato babilónico de principios del segundo milenio a. C. (hallado en las minas de la Biblioteca de Asurbanipal de Nínive en 1872) que recoge una antigua inundación o diluvio en la zona del Tigris y Éufrates.

El protagonista es Uta-Napishtim (maestro de la vida), que sobrevivió con toda su familia a bordo de un barco o arca (tras siete día de lluvia) que construyó por orden de Ea, dios de la Sabiduría. El texto dice así[1]:
(Tablilla XI, líneas 14-194). “Su humor llevó a los grandes dioses a provocar un diluvio… El príncipe Ea (me dijo): haz subir el barco a vivientes de todas las especies. Yo lo distribuí en siete pisos… Hice subir el arco a toda mi familia y a toda mi familia política; hice subir a las bestias de los campos, a los animales de la estepa y a todos los artesanos. Vi el aspecto del tiempo: el tiempo tenía un aspecto espantoso. Entré en el barco y cerré la puerta… El arma divina pasó sobre las gentes como un huracán. El hermano ya no veía a su hermano. Los dioses tuvieron miedo del diluvio, se retiraron y subieron a los cielos de Anu. Los dioses, acurrucados como perros, se quedaron agazapados contra el muro exterior. Los dioses lloraban, sus labios estaban cerrados…

El séptimo día, el barco se detuvo en el monte Visir. Hice salir una paloma; regresó: no había dónde descansar. Después envié una golondrina. Después partió un cuervo y vio que las aguas habían disminuido; comió y no regresó. Entonces dejé salir (todas las cosas) a los cuatro vientos y ofrecí un sacrificio. Los dioses sintieron el buen olor; se apiñaron como moscas en torno al sacrificador. El dios Enlil vio el barco y montó en cólera… Alguien escapó con vida. Nadie debía sobrevivir a la catástrofe, Ea dijo al valiente Enlil: ¿Cómo pudiste sin razón provocar el diluvio? Después Enlil nos bendijo: ¡Hasta ahora, Uta-Napistim era de naturaleza humana; en adelante, él y su mujer serán como nosotros: Dioses¡

A pesar de las semejanzas materiales y puntos en común con el texto bíblico, existen también diferencias significativas entre ambos textos[2]:

  • La versión babilónica es politeísta.
  • El humor de los dioses (y no los pecados de los hombres bíblicos) es la causa del diluvio babilónico.
  • Un dios ayuda a los hombres, mientras que otro se encoleriza cuando ve que hay supervivientes; la Biblia, por el contrario, subrayará al final la benevolencia del Dios único.

1.2.- EL TEXTO DEL DILUVIO Y ARCA DE NOÉ

El Arca de Noé en una puerta de la basílica del Pilar de Zaragoza. Foto: del autor de la nota

El mito babilónico de Gilgamesh que acabamos de ver, fue transformado por los clanes del Patriarca Abraham para darle un nuevo significado. El relato del diluvio bíblico de (Gn 6-9) se presenta como un juicio universal de Dios sobre la humanidad arrastrada por el mal, cuyo texto podemos resumir en los siguientes versículos:

Puesto que el patriarca Abraham era natural de Ur o Uruk de Caldea (una de las ciudades más importantes de Babilonia), es fácil suponer que trasmitiera este antiguo mito o relato a sus descendientes (los clanes de Isaac y Jacob), que no tardaron en incorporarlo a su propia tradición tribal y, con ella, a la tradición oral que luego sería reutilizada en el libro del Génesis bíblico.

  • Gn 6, 1-4: mito de los hijos de Dios con las hijas de los hombres.
  • Gn 6, 5-22: anuncio del diluvio y de la Alianza.
  • Gn 7, 1-16: Preparativos y entrada en el arca de animales y familiares.
  • Gn 7, 17-24: La lluvia durante 40 días y la crecida.
  • Gn 8, 1-14: La paloma y la bajada de las aguas.
  • Gn 8, 15-19: La salida del arca.
  • Gn 8, 20 y 9, 17: Acción de gracias y Alianza con los hombres.

El relato no es obra de un único redactor, de ahí que contenga dobletes (por ejemplo, Noé entra dos veces en el arca: Gn 7,7 y 7, 13). Esto se debe a que el antiguo recibió añadidos abundantes, característicos de la redacción más reciente (por ejemplo, las medidas del arca y las fechas del calendario: Gn 6, 5).

1.3.- ANALISIS CRÍTICO DEL TEXTO BÍBLICO

1.3.1.- Allá en el monte Ararat

Existe una montaña que tiene el privilegio de ser una de la más visitada, escalada, investigada y promocionada por los medios de comunicación. Se trata del célebre monte Ararat[3].

Según la Biblia, fue el lugar donde encalló el arca tripulada por Noé y sus tres hijos tras terminar los cuarenta días de lluvia del diluvio universal, que acabó con la  vida de hombres, animales y plantas del planeta (Gn 8, 15-19).

El Ararat es una pequeña cadena montañosa de 13 kilómetros de largo, ubicada entre los actuales países de Turquía y Armenia[4]. Tiene dos cimas principales: el Ararat Mayor al norte, de 5.165 m. de altura (cubierto por nieves eternas), y el Ararat Menor al sur, de 4.300 m.

Según la tradición bíblica la nave de Noé, con su particular zoológico habría llegado a la primera de ellas, en la ladera sudoeste, que pertenece a Turquía, y varado a una altura de 2.000 m.  Por ello, desde muy antiguo el monte se ha visto envuelto por un halo de fascinación, y ha gozado de una singular veneración.

1.3.2.- En busca del arca perdida

Ya los primeros cristianos que habitaban en los alrededores levantaron allí un templo, al que llamaron el Templo del Arca, y en el cual festejaban anualmente la fecha en que salieron de la nave sus moradores.

Pero con el correr de los siglos la fantasía fue estimulándose cada vez más y, con ella, la posibilidad de poder hallar el colosal buque de madera que había salvado a dos animales de cada especie y a los padres de la nueva humanidad.

El primero que dijo haberlo encontrado (según la tradición) fue San Jacobo, monje del siglo VII. Por una inspiración divina halló en medio de las nieves que cubren las faldas del monte un pedazo de madera del arca, que todavía es conservada por los armenios en un suntuoso relicario.

Pero fue, según se cuenta, un pastor de una pequeña aldea llama Bayzit, ubicada a los pies del monte, quien cierto día de fines del siglo XVIII dijo haber visto un extraño barco en el monte sagrado. Esto desató una fiebre expedicionaria tal, que ha llegado hasta nuestros días.

1.3.3.- Muchos éxitos pero sin pruebas

Varios son los testimonios que nos han quedado del arca[5]: En 1887 el príncipe John Joseph de Nouri, un diácono de la iglesia cristiana malabar de la India, en un viaje al Ararat aseguró haber encontrado el arca entre las nieves perpetuas y haber explorado su interior. En 1893 manifestó su intención de organizar una expedición al monte para desensamblar el Arca y volver a montarla para exhibirla en la Exposición Universal de Chicago. Por desgracia, el gobierno turco rechazó su petición.

En 1916, en plena guerra mundial, un aviador ruso llamado Vladimir Roscovitsky protagonizó uno de los episodios más resonantes en torno al arca. Un caluroso día de agosto, mientras pilotaba su avión en las cercanías del Ararat, pudo divisar el gigantesco buque. Al regresar a la base comunicó su hallazgo, e inmediatamente el zar Nicolás II envió una expedición de 150 hombres, que aseguraron haber podido estudiarla, fotografiarla, medirla y dibujar sus partes durante un mes. Pero al año siguiente, al estallar la revolución rusa volvieron a desaparecer todos los documentos y las pruebas.

Treinta años más tarde, el 20 de enero de 1945, la prensa australiana publicó las declaraciones de la joven Arleene Dirá, de Sydney, quien afirmó que su novio, también piloto pero de la Royal Air Force, le había mostrado dos fotos donde se veían claramente los restos del arca de Noé, tomadas en una de las laderas del monte. Pero ya no era posible verlas… ¡él había sido abatido durante la Segunda Guerra Mundial mientras volaba sobre Turquía.

1.3.4.- Otra vez los fracasos

La fortuna pareció ser diversa para el ingeniero George Greene[6]. En 1952, mientras sobrevolaba la zona en un helicóptero pudo distinguir la forma de un barco aflorando del hielo. Logró tomar 30 fotografías, que al ser reveladas mostraban una forma similar a la de una nave encallada en un barranco, sobre un precipicio. Entusiasmado con su descubrimiento intentó recolectar dinero para financiar una expedición a fin de rescatarla, pero pocos años más tarde fue asesinado, y lamentablemente… ¡todas sus pertenencias se perdieron, inclusive las fotos.

En 1955 el francés Fernan Navarre[7], acompañado por dos guías turcos, aseguró haber llegado hasta el arca de Noé. Pero esta vez traía con él una prueba: un trozo de madera negra impregnada de brea, tal como la Biblia sostiene que fue acondicionada. Cuando se creía por fin haber dado con restos de la nave, fue sometida a la prueba del carbono 14, y demostró remontarse al siglo VI d.C.

Según puede verse, el hecho de que cada vez que se obtienen algunas pruebas éstas se pierden o resultan insustanciales, ya engendra una cierta sospecha sobre la seriedad de aquéllos, además de las discrepancias. En efecto, mientras la expedición del Zar ruso dio con el arca en el sur de la montaña, Greene aseguró haberla fotografiado en la ladera norte.

1.3.5.- La montaña y el país

Pero lo que realmente descalifica a toda esta intensa búsqueda es que las expediciones parten de un supuesto erróneo, que a lo largo del tiempo no se ha podido aún corregir. En efecto, el libro del Génesis cuando relata el final del diluvio, no dice que el arca se detuvo “en el monte Ararat”, como interpretan todos, sino “en los montes de Ararat” (Gn 8,4). Y para la Biblia, “Ararat” no es el nombre de un monte sino de un país, como se ve por las otras tres veces que aparecen mencionado (2 Re 19, 37; Is 37, 38; Jer 51, 27). ¿y a qué país corresponde Ararat?. Al antiguo Urartu[8], es decir, la actual Armenia. Por eso todos los biblistas estamos de acuerdo en que la traducción correcta seria “los montes del país de Armenia”, como efectivamente tradujo San Jerónimo en la Vulgata.

Por lo tanto, lejos de precisar el lugar, la Biblia da una localización muy vaga, ya que puede ser cualquier lugar de Armenia, pues toda ella es una meseta elevada. Y si queremos pensar sólo en su región montañosa, ésta se extiende a lo largo de más de 230 kilómetros.

1.3.6.- Un diluvio que hace agua

Pero la pregunta que se impone ante el episodio del Génesis es ésta: ¿pretende la Biblia narrar un hecho que sucedió realmente, o se trata de un relato didáctico?. Por el modo de contarlo y los detalles que brinda, todo hace suponer lo segundo. Veámoslo.

En primer lugar Noé recibe órdenes de Dios de construir una nave de 150 metros de largo, 25 de ancho, y 15 de alto; con 3 pisos de 5 metros de altura cada uno. ¿Pero cómo pudieron construir una nave con medidas tan exorbitantes, propias de un trasatlántico moderno, cuando la ingeniería naval sólo logró fabricar una así en el siglo XIX. ¿Y cómo fabricaron el navío sin instrumentos metálicos, desconocidos en aquel remoto tiempo prehistórico?. ¿Y cómo pudo construirlo Noé con la ayuda de sus tres hijos y sus respectivas esposas, cuando se habría necesitado el trabajo de cientos de personas?.

Por otra parte, Noé en su construcción olvidó la mayoría de los detalles esenciales. El arca no tenía timón, ni velas, ni brújula, ni bombas, ni mapas marinos, ni ancla, ni ventilación, ni iluminación. Además, el arca debió permanecer 11 meses en el mar, y necesitaba llevar por lo menos dos veces su propio volumen en agua potable para sus tripulantes y los animales, ya que el agua exterior no era potable. ¿Cómo sobrevivieron a la sed?.

1.3.7.- En torno a los animales

Lo más pintoresco y difícil de admitir es lo referente a los animales que Noé y los suyos debían introducir en el arca. ¿Cómo pudieron reunir una pareja de todas las especies existentes para salvarlas de su extinción?. ¿Fueron capaces de recorrer los cinco continentes del plantea para traerlos, algunos desde 20.000 km. de distancia?.

A esto se agrega otra dificultad: existen hoy sobre la tierra unas 1.700 especies de mamíferos, 10.087 de aves, 987 de reptiles y aproximadamente 1.200.000 de insectos. Más aún, los zoólogos han estimado que en nuestro planeta puede haber entre 5 y 10 millones de especies animales aún sin identificar ocultas a los ojos de la ciencia, en los hielos polares, en las densas selvas tropicales, o bajo las arenas del desierto. Cargar el arca con este bagaje hubiera sido un trabajo imposible para los viajeros.

Además, ¿dónde los hubieran metido, si según las medidas que hemos visto, el barco sólo tenía una superficie habitable de 9.120 metros cuadrados?. ¿Y cómo hicieron ocho personas para alimentar, dar de beber, limpiar y cuidar semejante cantidad de bestias?. Más aún, ¿cómo pudo Noé con su gente crear el ambiente adecuado para cada una, con sus respectivos requerimientos de dietas, climas y otras necesidades, cuando actualmente los zoológicos, con todas las técnicas modernas, tienen problemas para mantener vivas algunas especies en cautiverio?.

Finalmente los ecologistas sostienen que una especie está extinguida cuando quedan pocos cientos de ejemplares. Por ejemplo, los osos pandas se consideran en extinción porque sólo sobreviven muy pocos, número demasiado escaso para poder recuperar otra vez la especie en estado salvaje. ¿Cómo pudo repoblarse el platea con sólo una pareja de cada una?.

1.3.8.- En torno a la lluvia

Según la Biblia, llovió durante 40 días y 40 noches sin parar (Gn 7, 17). Pero sabemos que el ciclo hidrológico de evaporación que provoca las lluvias, resulta incapaz de proveer semejante cantidad de agua.

Asimismo dice que la masa de agua cubrió todo el mundo. Esto resulta imaginable en una época en que se pensaba que la tierra era un disco plano de dimensiones reducidas, y que la bóveda que la recubría, es decir el firmamento, permitía acumular más rápidamente las aguas. Pero podemos seguir pensando que en 40 días de lluvia se cubrió todo el planeta, hoy que sabemos que tiene una superficie de 509.880.000 Km2?.

Afirma también que las aguas subieron siete metros por encima de los montes más altos de la tierra (Gn 7, 19-20). Ahora bien, el monte más alto del planeta es el Everest, con 8.846 m.  Por lo tanto, para que las aguas alcancen esta altura de casi 9 km., hacía falta que todos los mares subiesen a razón de 222 m. por día. Pero cualquier meteorólogo confirmaría el hecho de que si las nubes que actualmente están en nuestra atmósfera se precipitarán de repente sobre todo el mundo, el globo quedaría apenas cubierto por menos de 5 cm. de agua.

1.3.9.- Más sobre el agua del diluvio

La bioestratigrafía, por su parte, rechaza la hipótesis de una muerte simultánea de todas las especies que habitaron el planeta. Más bien sostiene lo contrario. La arqueología también niega que se hayan podido conservar sin desvanecerse pinturas primitivas como las de Catal Hüuk, en Turquía, que datan del 7.000 a.C.., o las de Teleilat Jassul, cerca del Mar Muerto, de haberse producido un diluvio Universal[9].

Y las plantas ¿cómo se salvaron del agua?. El relato no dice nada de ello. ¿Y los peces, que tampoco fueron puestos a salvo en el arca?. ¿Cómo no perecieron al mezclarse las aguas dulces con las saladas?. Sólo una permanente cadena de milagros hubiera hecho posible todos estos acontecimientos. Cosa improbable, porque en la Biblia los milagros sirven para aumentar la fe de las personas, no para exterminarlas.

1.3.10.- No creer lo que no es creíble

Este caudal de objeciones nos enfrenta ya con la respuesta al problema. Parece que nunca existió ningún diluvio universal. Tampoco la Biblia pretende enseñar esto como un hecho histórico. No puede negarse la existencia de algún diluvio, o de una gran inundación antigua, pero jamás habría podido ser universal al punto de destruir todo tipo de vida, como lo describe la Biblia.

Al escuchar esta respuesta, alguno se sentirá quizás defraudado, y pensará por qué entonces la Biblia no advierte a sus lectores que no está contando algo en serio, para evitar tantos malentendidos posteriores. Pero la verdad es que todos los destinatarios bíblicos de estos relatos lo sabían. El mismo lenguaje y las imágenes empleadas hacían que los lectores comprendieran inmediatamente que no estaban ante una crónica histórico-periodística, sino ante una narración didáctica y teológica.

Somos nosotros los que con nuestra mentalidad moderna atribuimos historicidad a unos relatos que nunca ostentaron la pretensión de tenerla.

2.- CONCLUSIONES: LO QUE EL DILUVIO BÍBLICO ENSEÑA

Por lo tanto, el autor bíblico no intentó exponer un hecho histórico, sino un relato didáctico –modificado del mito de Gilgamesh babilónico- para enseñar un mensaje religioso. Y si tal acontecimiento hubiera realmente sucedido no tendría ninguna importancia. Es decir, el autor ha encontrado en la tradición el recuerdo de esta historia, y a la tradición le deja la responsabilidad de que sea cierta. El sólo pretende apropiársela porque constituía un precioso material apto para transmitir una enseñanza, una catequesis teológica y religiosa.

¿Qué mensaje nos deja el episodio del diluvio universal?. En primer lugar, muestra cómo éste se produce por culpa de los pecados de las personas. Estos se acumulan por toda la tierra, al punto tal que la corrompen, la pervierten y provocan la catástrofe. Esta circunstancia vuelve a condiucira vez al caos anterior a la creación. Todo el orden que Dios había establecido al crear el mundo, puede verse destruido y vuelto a cero por la irresponsabilidad de las personas.

Entre toda la gente malvada hay uno que es justo: Noé. Dios, entonces, toma la decisión de destruir a la humanidad para salvar a Noé. Pero antes lo pone a prueba: le ordena construir una gran embarcación, en pleno desierto, sobre tierra firme, y sin decirle para qué. Sólo porque él lo ordena. Meterse después adentro, y esperar.

Imaginemos al pobre Noé expuesto a las burlas de sus contemporáneos, a quienes no sabe dar otro motivo que el de: “me lo ha ordenado Dios. Es cosa de él. Yo obedezco”. Nos muestra la fe y la sumisión de este hombre increíble, obediente en todo, y que a lo largo de los cuatro capítulos del relato jamás pronuncia una sola palabra, sino que confía en Dios.

Nunca de ningún personaje bíblico se contó tanto y se le vio hablar tan poco. Luego Dios le revela su secreto: “haré llover sobre la tierra y exterminaré de sobre la faz del suelo a todos los seres que hice” (Gn 7,4). El mensaje, pues, es clarísimo, aun cuando está contado con el lenguaje de la Biblia. Dios da una orden. Si el hombre desobedece, se autodestruye. Si obedece, como hace Noé, se salva.

Además, es Dios el que indica las medidas del arca, el material que se debe emplear, y hasta la forma de construirla. Es decir, que el que construye su vida con las medidas de Dios, siempre sobrevivirá a cualquier tempestad si deposita su confianza en él. El que desoye su voz, se ahogará[10].

Por consiguiente, al margen de si realmente hubo o no un diluvio o inundación, cómo fue, cuáles fueron las causas que lo provocaron, cómo se explica desde el punto de vista científico, si hubo lluvia de 40 días y dónde varó el navío; lo que está claro es que el redactor del este relato bíblico no quiso hacer afirmaciones históricas, sino teológicas y catequéticas. Se sirve de la epopeya babilónica de Gilgamésh , con el exclusivo propósito de poner de manifiesto que Dios está dispuesto a dar la vida al justo, y la muerte al injusto. De este modo, el relato viene a ser “el testimonio del juicio y la misericordia de Dios vivo[11]”.


[1] AUNEAU, J.; AUTANÉ, M.; GRUSÓN, P. ; THIRION, J. L. ;  «Itinerario por el Antiguo Testamento», pág. 22. [2] BLÁZQUEZ, J. Mª.;   Op.  Cit.  “Dioses, mitos y rituales de los semitas occidentales en la antigüedad”, p. 255.
[3] BURNEY, C.; LANG, D.; «The peoples of the hills: ancient Ararat and Caucasus”. P. l-xv  (London, 1971).
[4] KURKJIAN, V.; “A history of Armenia. Armenian Gereral Benevolent Union”;  p. 35ss  (Año 1959).
[5] MONTGOMERY, J.; “The quest for Noah’s Ark”; PP. 50ss. (Minneapolis, 1972).
[6] CUMMINGS, V.; 1972. “Noah’s Ark: fact of fable”; P. 220ss.  (Creation-Science Research Center, San Diego, 1972).
[7] NAVARRE, F.; “Ararat anomaly”, -Pocher Taylor, III- January  9, 1996.
[8] PLOTROVSKY, B. 1969. “The ancient civilization of Urartu. Cowles Book Co” ; p. 199ss.  (New York, 1969).
[9] STARK, F.; “Riding to the Tigris”; p. l-x I, I-I I 4  (New York, 1959).
[10] BAUER, J.;  “Visión de la protohistoria en Israel”, p. 131.  VER TAMBIÉN: SCHREINER, J.;  “Palabra y mensaje del Antiguo Testamento”, p. 131.
[11] VON RAD, G.; “Das erste Buch Mose, ad locum”, p. 102.

Por: Álvaro López Asensio
Página web: www.alopezasen.com

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2 thoughts on “El diluvio y el Arca de Noé”
  1. arrucaques,jesuita lopez asensio..arrucaques?
    hablanos de los dulces sefardies…pero primero quita la cruz esa que llevas colgada de tu pecho

  2. Otro mas que escribe de lo que no sabe ,primero consulta un rabino porque se nota don alvaro que no entendiste mucho lo que dice la tora y la tradicion que tenemos oral ,escrita luego en nuestras fuentes

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