El 21 de julio del 2017, la familia Salomon comía tranquila la tradicional cena de Shabat en la comunidad de Halamish en Judea y Samaria (Cisjordania).
Un terrorista palestino originario del poblado de Kobar, cerca de Ramallah, logró infiltrarse en Halamish y caminó por el pueblo hasta encontrar una puerta abierta a unos cien metros de la valla de seguridad.
El terrorista entró a la casa de la familia Salomon y apuñaló a muerte a tres de sus miembros, Yosef de 70 años, y sus hijos Haya de 46 y Elad de 35 años. Además, la esposa de Yosef, Tovah, fue herida de gravedad.
Mientras el terrorista apuñalaba a varios miembros de la familia, la esposa de Elad, Michal, se escondió en uno de los cuartos y se encerró ahí junto a sus cinco hijos, salvándole la vida.
Un soldado que estaba cerca del lugar se percató de lo que estaba ocurriendo y logró neutralizar al terrorista.
Omar al-Abed, el terrorista que tenía apenas 19 años, había escrito unas horas antes en su Facebook un post en el que llamaba a los palestinos a tomar las armas: «Yo tengo solo un cuchillo y va a responder al llamado de al-Aqsa. Sé que voy a ir y no voy a regresar». Además del cuchillo, al-Abed llevaba consigo un Corán y una botella de agua, probablemente para hacer su ritual de purificación antes del ataque.
Al-Abed fue sentenciado a cuatro cadenas perpetuas y a pagar una compensación de más de 700.000 dólares a las víctimas.
El ministerio de Defensa de Israel calculó que al-Abed recibirá más de 3 millones de dólares en su vida de parte de la Autoridad Palestina en recompensa por el atentado terrorista.