Se comprobó en Israel que existe una relación directa entre el nivel de estrés y el porcentaje de efectividad de las vacunas.
En un estudio con ratones liderado por Noam Ben-Shalom, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tel Aviv, y Elad Sandbank, del Laboratorio de Neuro-inmunología de la Escuela de Neurociencia Sagol. Allí se midió el nivel de respuesta inmunológica en dos grupos de ratones,. UN grupo presentaba estrés y el otro no, lo que permitió afirmar que el estrés aumentaba la actividad inmunológica en un 70%. Sin embargo, también reducía el alcance de esos mismos anticuerpos, es decir, reducía su efectividad contra otras cepas del mismo patógeno.
Según Natalia Freund, responsable del laboratorio en la Facultad de Medicina de la TAU, en este estudio se examinó por primera vez “la correlación entre el estrés y la capacidad del cuerpo para desarrollar una respuesta inmunitaria después de la vacunación. Hasta ahora, la suposición era que la eficacia de una vacuna estaba determinada principalmente por su propia calidad”.
Freund agregó que “a lo largo de los años, la literatura profesional también ha informado la influencia de otros factores, como la edad, la genética”. Este nuevo estudio permite afirmar que el estrés agudo tiene un impacto dramático en la efectividad de la vacuna, y también en cómo funciona.