Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia han empeorado en los últimos días, luego de que la inteligencia estadounidense publicara un informe que indica que Rusia, con la aprobación directa del presidente Putin, actuó para ayudar al presidente Trump en las elecciones presidenciales, tal como lo hizo en las elecciones de 2016. A la luz de los hallazgos del informe, el presidente Biden dijo en una entrevista con ABC que Putin «pagará un precio» por la interferencia rusa en las elecciones. Biden describió a Putin como un líder sin «alma», y cuando se le preguntó si pensaba que Putin era un asesino, respondió afirmativamente: «Lo hago».
El ataque directo a Putin condujo a una rápida respuesta rusa: llamar al embajador a consultas y enviar a una serie de funcionarios rusos «a los micrófonos» para decir que se trataba de un «insulto sin precedentes». Ahora en la agenda se esperan sanciones de Estados Unidos contra Rusia en respuesta al envenenamiento del líder de la oposición rusa Navalny, el informe de inteligencia sobre la participación en las elecciones y el gran ciberataque ocurrido en 2020. También en el fondo está la creciente cooperación, que probablemente sea particularmente irritante para los rusos, entre la administración de Estados Unidos y los países europeos con respecto a la política con Rusia, incluida la coordinación de las sanciones en su contra.
El alcance de la esperada respuesta estadounidense indicará las intenciones futuras con respecto a Rusia. Incluso antes de los acontecimientos recientes, estaba claro que la naturaleza de la relación entre los líderes de las dos potencias en la actual administración sería diferente a las relaciones entre Trump y Putin, y que EE.UU. tiene la intención de intensificar sus respuestas ante los desafíos planteados por Rusia. Aunque los recientes desarrollos tienen el potencial de deterioro, se estima que a pesar de la retórica emocional, los dos países tienen interés en encontrar una manera de evitar llegar a una brecha que les impida promover intereses comunes. El propio Biden señaló la renovación del nuevo tratado START (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas) como prueba de ello. Los desarrollos entre Estados Unidos y Rusia requieren que Israel sea aún más sensible y cauteloso a la luz de sus estrechas relaciones con Moscú, para no dañar sus lazos con Estados Unidos o Europa.
Fuente: INSS The Institute For National Security Studies