Baruch Spinoza, filósofo neerlandés de origen sefardí hispano-portugués – Parte II

6 septiembre, 2023 , ,
Tumba de Spinoza en la Nieuwe Kerk (Iglesia Nueva) de La Haya.n. Foto: Wikipedia - ​CC BY-SA 2.0

Link de la Parte I: https://aurora-israel.co.il/baruch-spinoza-filosofo-neerlandes-de-origen-sefardi-hispano-portugues-parte-i/

En 1660 se trasladó a una casa en Rijnsburg, un pueblo costero cercano a Leyden, que es actualmente un museo consagrado al filósofo y donde redactó su exposición de la filosofía cartesiana, titulada Renati des Cartes Principia Philosophias (Principios de filosofía de Descartes, PPC)​, con el apéndice de los Cogitata Metaphysica (Pensamientos metafísicos, CM), editados en el verano boreal de 1663 (ed. latina; en 1664 apareció la inmediata versión neerlandesa); estas fueron las dos únicas obras publicadas con su nombre en vida. Su repercusión fue tan grande que hizo famoso a su autor, cuya vivienda empezó a ser frecuentada por toda suerte de figuras del Siglo de Oro neerlandés, entre ellos Huygens y Jan de Witt. También se cree que fue entonces cuando compuso su Breve tratado sobre Dios, el hombre y su felicidad.​ Empezó allí una abundante correspondencia con intelectuales de toda Europa, en especial una de quince años con Henry Oldenburg, un diplomático alemán que estaba en Londres y era uno de los secretarios de la Royal Society. En los primeros años de 1660, también empezó a trabajar en su Tractatus de Emendatione Intellectus (Tratado de reforma del entendimiento, TIE) ​ y en la más famosa de sus obras: la Ética (E) ​, terminada en 1675.

En 1663 se trasladó a Voorburg, cerca de La Haya, ​ donde frecuentó los círculos liberales y trabó una gran amistad con el físico Christiaan Huygens y con el matemático y por entonces jefe de gobierno (raadspensionaris) Jan o Johan de Witt, quien ofreció su ayuda respecto la publicación anónima de su Tratado teológico-político (TTP) en 1670, obra que causó un gran revuelo por su crítica de la religión. Estas diatribas frente al TTP, y además el bárbaro asesinato (llegaron incluso a comerse parte de su cadáver) de su protector y amigo De Witt en 1672 tras la derrota de la armada holandesa por los ingleses, que fue tomada como un castigo divino a causa de la tolerancia del estadista hacia los descreídos -crimen condenado por Spinoza con el pasquín Ultimi barbarorum-, lo convencieron de no volver a publicar nuevos libros mientras viviera; las obras circularían en copias sin permiso de impresión y manuscritas entre sus admiradores. En los siguientes años se acentuó su aislamiento y, dado el temor por su propia vida, a principios de 1673 llegaría a negociar “asilo en Livorno” con el gran duque de Toscana por mediación del filósofo Lorenzo Magalotti.

Últimos años

Desde 1670 hasta su muerte vivió en La Haya. En 1673, Johann Ludwig Fabricius (J. L. Fabritius), profesor de Teología, le ofreció una cátedra de Filosofía en su Universidad (Heidelberg) por encargo del elector del Palatinado; Spinoza no la aceptó, pues, aunque se le garantizaba “libertad de filosofar”, se le exigía “no perturbar la religión públicamente establecida”. La corte de justicia del régimen surgido tras el asesinato de Johan de Witt prohibió, además, el 19 de julio de 1674, el Tratado teológico-político (TTP). Un intento suyo de publicar su Ética en Ámsterdam fue desbaratado por un informe desfavorable presentado a la autoridad. Concibió entonces el proyecto de confeccionar una Gramática hebrea, antes de emprender una traducción del Antiguo Testamento al holandés, si bien no han llegado a la actualidad ni siquiera los conatos de esa intención, frustrados por la muerte. Un año antes de su muerte fue visitado por Leibniz, pero este negó el encuentro.

Minado por la tuberculosis, falleció el 21 de febrero de 1677 a los 44 años de edad. No concluyó su Tratado político (TP) ​. Un inventario de sus posesiones que se realizó tras su muerte incluía una cama, una mesa pequeña de roble, otra de esquina de tres patas y dos mesas pequeñas, su equipo de pulir lentes, unos ciento cincuenta libros y un tablero de ajedrez.​ En noviembre de ese mismo año, sus amigos editaron simultáneamente en latín (Opera posthuma, OP) ​ y en neerlandés (Nagelate schriften, NS) ​ todas las obras inéditas que encontraron, incluida su correspondencia. El libro fue incluido en el Index librorum prohibitorum del Vaticano del año 1679.

Pensamiento

Epistemología

Entendimiento e imaginación

En Spinoza, valga decirlo desde el principio, no hay dualismo. Es decir: alma y cuerpo no son entes separados, sino que se trata de una y la misma cosa, pero vista desde distintas perspectivas (E, III, p2, esc.). Por hipótesis: si el alma no pudiera pensar, el cuerpo estaría inerte y viceversa (ídem). Alma y cuerpo es entonces lo mismo, solo que en el primer término es entendido desde el atributo del pensamiento y en el segundo desde la extensión (ídem). Dicho esto, otra cuestión a resaltar enseguida es que, cada organismo en cuanto persevera en su ser (E, III, p6), puede perjudicarse o no a sí mismo. En otras palabras: puede disminuir o aumentar su potencia​ de seguir existiendo y de obrar (E, IV, p8). Lo que le favorece y le es útil, es bueno. Lo que le afecta y le hace daño, es malo (ídem). Queda implícito, pero no está de más resaltarlo, que este bien y este mal son relativos para el hombre, pues es él quien juzga qué cosas le son favorables y cuáles no, y podrá preferir entre ellas (E, III, p9, esc.): ya sea apeteciendo unas o aborreciendo otras (E, IV, p19, dem.).

Dispuestas estas consideraciones, cabe decir que el problema a plantearse seriamente es el de la posibilidad del conocimiento verdadero. Efectivamente -de forma muy superficial y escueta-, se asume o se presupone que tanto la fantasía como la intelección (por hablar con sinónimos de vez en cuando) determinan qué les atañe, es decir, establecen sus propios límites. Sin ser excesivamente rigurosos, la imaginación se puede entender como cualquier cosa distinta al entendimiento, y que mantiene al alma en un carácter pasivo o contemplativo (TIE, §84). Al contrario, el entendimiento lleva a que el alma pueda obrar, por lo que le da un carácter de actividad (E, III, p3, dem.). En esta medida, aquello que nos es útil aumenta nuestra potencia, que se traduce en que nos eleva y nos libera en cierta manera -dejando de lado lo finito, de momento-, pues nos hace velar por lo eterno antes que por lo perecedero (TIE, §9).

La imaginación está referida única y exclusivamente al cuerpo (TIE, §84), y nos arrastra al mismo con todas sus pasiones, por ello nos lleva a padecer. Y por eso también, el amor que promueve hacia las cosas reales y singulares, nos acerca más a la muerte, pues son bienes inseguros e inciertos por naturaleza (Ibíd., §9). Sus ficciones, además, no son producidas por el sujeto como tal, sino que surgen de causas externas que afectan el cuerpo (Ibíd., §84 y §82). Recalcando, entonces, que la imaginación es el opuesto del entendimiento, y que el hilo conductor es la posibilidad y realización de una epistemología, hacen falta algunas precisiones:

  1. La imaginación supone tener ideas confusas, es decir, conocer parcialmente las cosas que son un todo (TIE, §63). En otras palabras que, si nos equivocamos, si nos engañamos respecto a algo, es debido a que lo concebimos abstractamente (Ibíd., §75), es decir, de forma parcial, de manera mutilada.
  2. Si bien Spinoza hace en el Tratado de la reforma del entendimiento (TIE) la distinción entre tres productos de la imaginación y la experiencia vaga (ideas ficticias, falsas y dudosas), en la Ética (E) habla solamente de ideas inadecuadas.
  3. En cuanto se concibe de forma más general cualquier cosa, más se le imagina -se muestra confusamente-. Y en cuanto se concibe de manera más concreta esa misma cosa, más se le entiende -se revela claramente- (TIE, §55). General es sinónimo de abstracto, aislado e incluso de universal, cabría decir. Al menos en el contexto específico en el que se ha estado exponiendo las cuestiones.
  4. De lo anterior se sigue, además, que mientras menos se entiende más se puede fingir, y viceversa (Ibíd., §58).
  5. De nociones abstractas (universales) no se pueden deducir cosas singulares y reales (Ibíd., §80). De modo que la imaginación no puede dar cuenta con propiedad de las cosas existentes. Lo único que engendra es confusión, engaño y duda, y por eso conduce a terribles errores no distinguirla del entendimiento (Ibíd., §87).
  6. Lo abstracto y universal interrumpe el progreso del entendimiento (Ibíd., §99). Esto no quiere decir, ni mucho menos, que la imaginación sea prescindible o que debamos desecharla. Las ficciones o fantasías son conocimiento también, pero confuso, desordenado, parcial y aislado de su realidad concreta. Es el primer modo de conocer (Ibíd., §19), pero, si nos quedáramos con la imaginación única y exclusivamente, no conoceríamos a fondo ninguna cosa.

El entendimiento, por su cuenta, puede definirse por vía negativa. Es decir, recordando que su opuesto es la imaginación, la cual acabamos de detallar. De este modo, habría que aclarar de inmediato que, con su esfuerzo, se logra poseer ideas claras y distintas -lo contrario a confusas o inadecuadas- que son formadas por el alma -en vez de surgir a partir de los movimientos del cuerpo (TIE, §91)-. La duda no tiene cabida en el entendimiento, cabe destacar, porque la misma surge de investigar las cosas sin orden (Ibíd., §80). Y esta sería otra diferencia vital entre la imaginación y la intelección: la primera conoce parcialmente (como ya expusimos), pero la segunda conoce concreta, clara y verdaderamente, es decir, conoce las cosas por sus primeras causas (Ibíd., §70). Y, así, es que Spinoza puede decir que el orden del entendimiento debe estar acorde al de la Naturaleza (Ibíd., §95 y §99), o, con sus palabras: “el orden y conexión de las ideas es el mismo que el orden y conexión de las cosas” (E, II, p7). Pero si todavía no queda explícito por qué deben diferenciarse, dejemos que el propio autor aclare la relevancia del asunto:

Cuando no distinguimos entre imaginación e intelección, pensamos que aquello que imaginamos más fácilmente, es más claro para nosotros, por lo que creemos entender lo que imaginamos. De ahí que anteponemos lo que hay que posponer, y se trastrueca así el verdadero orden de avanzar en el conocimiento y no se llega a ninguna conclusión correcta.
Tratado de la reforma del entendimiento (TIE), §90

Fuente: Wikipedia

La Parte III se publicará el 06-09-2023

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