Aclaraciones y discrepancias

7 noviembre, 2022 , , ,
Foto: Pixabay

Mauricio Aliskevicius

 Habiendo leído el artículo sobre las elecciones en Israel, publicado en el periódico UYPRESS del 29 de octubre, con la firma de un señor Efrain Davidi, quien se declara miembro del Partido Comunista de Israel, queremos dejar claro ciertos conceptos, especialmente para quienes no conocen los detalles de la historia política de Israel, y quienes no viven en Israel.

En Israel, la izquierda está representada por el Partido Laborista o “Avodá” (trabajo) en su expresión más moderada. De este sector eran figuras como Ben Gurión, Golda Meir, Shimon Peres y el asesinado Isaac Rabin.

Además está el Partido Meretz, anteriormente Mapam, que entra en la categoría de socialismo más extremista, incluso en épocas anteriores era catalogado como stalinista. Recientemente hubo un cambio en su dirección, por el cual se vuelve a la antigua tendencia más extremista de izquierda.

El Partido Comunista es un partido muy menor, que al no tener suficientes votos para poder entrar en la Knéset o parlamento, se unificó con varios partidos árabes.

Debemos aclarar también que el concepto de “izquierdas” y “derechas” que se aplica en Israel no es el clásico utilizado a nivel mundial, sino que el criterio divisorio más efectivo es la posición ante el problema con los palestinos, que pesa más que los conceptos marxistas, liberales, capitalistas, etc.         

Si bien son varios los partidos israelíes que entre sus miembros tienen representantes árabes, el caso del llamado Maki (comunista) es al revés: son una minoría dentro de partidos netamente árabes musulmanes.

Por lo expresado, los israelíes comunistas no tienen fuerza alguna en cuanto a la política interna, y solamente sirven para dar cierta ayuda a esos partidos árabes que son totalmente contrarios a la existencia de un país judío. Sus integrantes se destacan en cuanta manifestación contra Israel se haga en las calles o en declaraciones a la prensa. Una de las integrantes de la bancada árabe, parlamentaria israelí y a la vez árabe musulmana, integró la famosa flotilla del Mavi Marmara años atrás. Este partido nunca quiso integrar el gobierno de Israel.

Dice el señor Efrain Davidi que el actual gobierno duró apenas algo más de un año. Lo consideramos un milagro pues personalmente habíamos augurado que no duraría más de tres meses, ya que estaba formado por ocho partidos totalmente diferentes entre sí, desde el extremo derecho hasta el extremo izquierdo.

El hecho de que haya podido gobernar algo más de un año ya de por sí es un gran éxito y habla bien de quienes lo integraron, pues todos tuvieron que resignar muchas de sus intenciones para poder estar juntos en los puntos que los unían.

Así salieron muchas leyes, aunque es cierto que no podían salir todas, pues además estaba la actitud de la oposición, a la que nada le importaba el país y su gente sino que todos sus votos fueron siempre para no dejar gobernar a sus contrarios.

Al señor Naftali Bennett, el mencionado autor lo etiqueta como un líder de la extrema derecha. Es cierto, sus ideas estaban en esa línea, especialmente en lo religioso. Sin embargo ejerciendo Bennett como primer ministro se votaron muchas leyes contrarias a sus ideas, por lo que era tratado como traidor por la mayoría de religiosos ortodoxos.

Pero todo se hizo en bien de mejorar al país y a sus habitantes, tomando especialmente en cuenta los problemas que había causado la radicalización del anterior gobierno de Netanyahu y sus asociados ortodoxos y ultraderechistas.

El señor Yair Lapid supo resignar sus ambiciones personales y pese a ser el más votado en esa coalición, permitió que el cargo de primer ministro lo tomara Naftali Bennett, con un sistema de rotación.

El señor Lapid en primer término, y todos los integrantes de la coalición agregados, supieron demostrar que en bien del país se pueden dejar de lado intereses personales y de partido, y gobernar realmente para el país todo.

Mencionamos al pasar algunos logros importantes: que por primera vez un partido árabe musulmán integre la coalición de gobierno, que se haya firmado un tratado de límites (marítimos) con un país con el que se está en guerra, que es Líbano, y que se haya podido aprobar un presupuesto nacional.

El autor del artículo se queja de la “continuidad” de este gobierno, siguiendo lo que hacía Netanyahu. Menciona expresamente los ataques a Siria y a Irán. ¿Qué pretendía este señor?. Tanto Siria como Irán están haciendo todo lo posible para eliminar a Israel del mapa, por lo que no dejan otro camino que defenderse por las armas. Es elogiable que Israel en sus ataques se enfoque en eliminar depósitos de armas y algún cabecilla, pero no hace ataques masivos donde podría haber muchas víctimas civiles.

En dicho artículo también se especula con lo que podría resultar de la contienda electoral. Menciona dos opciones lógicas (que gane el bloque de Netanyahu o el bloque de Lapid) y una tercera opción que sería que tuvieran mayoría los partidos árabes juntos con el partido comunista al que pertenece el señor Davidi.

Previo a las elecciones veíamos imposible (más bien ridícula) la tercera opción. Los partidos árabes y el partido comunista en las últimas muchas elecciones se presentaban unidas porque con listas independientes ninguna llegaría al mínimo legal para entrar en la Knéset. En la anterior hemos visto la separación de Mansour Abbás con su partido Raam, y tanto juntos como separados, el máximo que pueden lograr estaría en alrededor del 20% del electorado.

El resultado que se tiene al día de hoy deja claro que la población árabe (aprox. el 20% de la población de Israel) no vota en mayoría, y los que votan se dividen dado que en los otros partidos -no árabes- hay también candidatos árabes.

Históricamente, los partidos árabes nunca llegaron a tener el 20% de parlamentarios, que serían 24, sino que a lo sumo lograron aproximadamente la mitad de esa cifra. Incluídos en esos votos, los comunistas pasan a ser una muy pequeña minoría.

El resultado al día de hoy es, hablando solamente de partidos árabes:
Raam –            5 diputados – 4,07% de votos
Hadash-Tal –  5 diputados – 3,75% de votos
Balad –            0 diputados – 3,69%de votos

La única tercera opción que se nos ocurre presentar, pensando en el futuro, pero muy difícil de llevarla a la práctica sería una reforma en las leyes electorales.

   La Knéset (parlamento) debería votar la obligatoriedad del voto. Solamente con este punto se podría lograr el gran cambio. Hasta ahora el porcentaje de votantes está muy lejos del 100%, la juventud ya está diciendo que no les interesa votar porque no les cambia nada, aunque hay quien opina que fue el voto de la juventud que logró que la extrema derecha aumentara su caudal. Por la cantidad de ciudadanos que no ejerce su derecho, los gobernantes son elegidos por una minoría de la población, la más politizada, lógicamente la más extremista de ambos lados.

A la obligatoriedad del voto se podría agregar el valor del voto en blanco, que entendemos que el sistema más práctico es el empleado en España donde la suma de votos en blanco, significan sillones que quedarán vacíos en el parlamento. Así sería más clara la equivalencia de parlamentarios a lo que el pueblo quiere, a lo que se suma la economía de sueldos y demás costos por cada diputado.

Como tenemos claro que otros cambios son imposibles porque los políticos y las fuerzas que ellos representan no admitirán cambios radicales (p.ej. una Constitución, o un cambio a democracia presidencial, actualmente parlamentaria), pensamos que con los cambios mencionados se saldría del problema actual.

El señor Davidi no quiere a Netanyahu gobernando, nosotros tampoco. No quiere a Ayelet Shaked en el gobierno, nosotros tampoco. Pero nada hace para lograrlo, porque su partido bien podría seguir los pasos de Mansour Abbás y unirse en un futuro a los que están contra Netanyahu, y así sus diputados les darían más apoyo a Lapid.

Pero no va a suceder, y solamente porque los integrantes árabes y comunistas de ese partido o unión de partidos árabes dan prioridad a decir que no a todo porque no les interesa que Israel exista, que sea una democracia, que sea un ejemplo de que se puede vivir en paz pese a las diferencias. Y en eso son tan fanáticamente ciegos como los ayatollahs de Irán.

                                                                         

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