Un espía de ligas mayores – la insólita historia del beisbolista que ayudó a EEUU en la 2da Guerra Mundial

17 octubre, 2018 ,
Tarjeta en honor al beisbolista Moe Berg

El beisbolista entró en el salón de conferencias en Suiza con una misión: evaluar al renombrado conferencista y científico, estudiar su discurso y, si el pelotero lo creía conveniente, proceder a asesinarlo, para que Alemania no accediera a un arma nuclear que le hiciera ganar la Segunda Guerra Mundial.
Esta partida la jugaban el científico alemán nazi Werner Eisenbergh y el cátcher estadounidense judío Morris “Profesor” Berg en 1944. Afortunadamente los nazis estaban aún lejos de lograr un arma nuclear.
Morris (Moe) Berg, nacido en 1902, se destacó desde su edad escolar, no como pelotero, sino como un buen estudiante que a lo largo de toda su vida cosechó importantes logros académicos, como un grado Magna Cum Laude en Idiomas modernos en la Universidad de Princeton y otro en La Sorbona, que lo convirtieron en un erudito en idiomas, además de un grado en Leyes en Columbia. Todo esto en una época en la que los grados universitarios no resultaban una meta muy apetecida por los jóvenes ni por la población en general.
Su carrera de 15 temporadas en el béisbol (entre 1923 y 1939) fue buena, pero no tan resaltante como su vida académica. Aunque la posición que jugaba como receptor o cátcher, es una de las posiciones que requiere de más análisis e inteligencia aplicada en el campo. Probablemente por eso se destacaba más como defensor que como atacante, con un promedio de bateo bueno, pero que no daba la talla ante los buenos pitchers.
Pero, ¿cómo es que un pelotero, erudito en idiomas, llega a ser asignado a una misión que pudo haber dado un vuelco a la historia moderna?
Es que el “Profesor Berg” —apodo que le dieron sus compañeros jugadores— pudo haberse llamado también el “Agente Berg”. Luego de la entrada de los EE. UU. a la Segunda Guerra Mundial, Berg sintió el llamado patriótico y se enlistó en los servicios de inteligencia del Gobierno de los Estados Unidos, en la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS por sus siglas en inglés). Su perfil —dominaba nueve idiomas en diferentes niveles— y su resaltante inteligencia lo prospectaron para delicadas misiones en el exterior usando la tapadera académica y deportiva, y lo llevaron a diferentes países en juegos de exhibición. Berg asistió, por ejemplo, a partidos de béisbol en Japón, donde llevó a cabo, disfrazado de paisano nipón, misiones de recolección de fotos, películas y otra información valiosa para acciones militares y de inteligencia.
Sus asignaciones también lo llevaron a Yugoslavia, donde los EE. UU. evaluaban el apoyo a grupos de la resistencia, y a Italia, donde se analizaron los avances alemanes en la carrera nuclear. A pesar de que Berg era una rareza en el béisbol de la época, por ser un jugador grandeliga judío y erudito, espiaba por el mundo sin levantar ninguna sospecha, y posiblemente haya sido también el único pelotero-espía-judío en la historia.
En tiempos de guerra los civiles que se destacan pueden recibir el más alto honor por medio de la Medalla de la Libertad, y esta distinción le fue concedida a Moe Berg en 1946.
Cuando el OSS se convirtió en la actual Agencia Central de Inteligencia (CIA), Moe Berg sufrió un cambio dramático en su vida. Sus actuaciones en la inteligencia fueron disminuyendo hasta que quedó completamente cesante. Tanto la CIA como el béisbol norteamericano perdieron a su pelotero estrella. Su vida entonces se sumió en lo que algunos biógrafos califican como un período oscuro de unos 25 años. Con un trato familiar complicado, sin béisbol y sin espionaje, llegó hasta su muerte en 1972, a los 70 años. Los restos de Moe Berg se cree que fueron cremados y sus cenizas esparcidas en el Monte Scopus en Jerusalén.
Su memoria y vida deportiva han quedado eternizadas en el Salón de la Fama del Béisbol. Y su vida de espía fue develada en 1994 en el libro “El cátcher era un espía. La misteriosa vida de Moe Berg” de Nicholas Dawidoff, y que inspiró este año 2018 la película homónima del director y escritor Ben Lewin, que debutó en el Festival Sundance y que dramatiza la delicada tarea asignada a Berg de detener la carrera nuclear alemana durante la Segunda Guerra Mundial.

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