Otra vez Gaza

El mismo escenario sirve de nuevo para escenificar una obra cuyo argumento de sobra es conocido, más si cabe, al tener a un grupo como Hamás de director y productor. Miles de personas, de todo tipo de edades, son azuzadas para que intenten primero acercarse a la valla de seguridad y  luego, por supuesto, intentar cruzarla e introducirse en territorio israelí. El público occidental, mayoritariamente, ya se ha apresurado a calificar la película y sentenciar a sus protagonistas. Fácil deducción: los pobres palestinos, indefensos y oprimidos, masacrados por el potente y despiadado ejército israelí. La banda sonora, como se puede apreciar, es semejante a filmes anteriores. Y otra vez, uno se ve en la obligación de salir a la palestra y contestar las “arroutadas” * que se leen en artículos de opinión, se escuchan en radio y televisión, así como en las redes sociales, donde aquí cada uno da rienda a su intelecto sin ninguna cortapisa.

Y un servidor, a pesar de poseer un considerable nivel de empatía, es decir, de ponerse sin ningún prejuicio en la situación del contrario, no puede permanecer en silencio ante ciertas manifestaciones. No son capaces los pro palestinos –mejor dicho, los anti Israel- de comprender cuáles son las intenciones de esa banda, que no son precisamente las de recorrer pacíficamente las calles de las ciudades y kibutzim próximos a la franja de Gaza, comprar en sus centros comerciales o disfrutar de sus playas y parques. En absoluto. La idea sería cometer el mayor número de atrocidades con esos vecinos, de los cuales deberían aprender cómo se crea una sociedad moderna, próspera y desarrollada, en contraposición con la suya, cargada de fanatismo, odio e intolerancia.

Otras declaraciones hacen referencia, como no, a la desproporción; la maquinaria del Tzahal (Fuerzas de Defensa de Israel) utilizando francotiradores contra civiles desarmados. Una auténtica falacia, ya que se echa en falta que definan y expliquen el término proporción en este caso, es decir cómo se responde a aquellos que te quieren aniquilar. De los cohetes lanzados habitualmente contra Israel y de los túneles, ninguna mención. Otra barrabasada es la comparación de la marcha de esos miles de gazatíes, alentados por sus gobernantes-terroristas, con aquellos inmigrantes africanos que atraviesan el mar Mediterráneo en precarias pateras para llegar a tierras europeas.

Qué falta de moralidad, de ética y de sentido común. De los primeros, ya queda especificado cuáles son sus motivaciones. Los segundos escapan del hambre y de la miseria, provocados por guerras fraticidas en busca de un futuro mejor, para ellos y para sus familias. Las comparaciones, de nuevo, odiosas y tergiversadas.

Esto no ha terminado todavía. Es un punto y seguido, porque continuarán con la misma estrategia, aunque se varíe la fórmula y la metodología. Más que una película es ya una serie con su enésimo capítulo. Pero nos conocemos todo, los decorados, los actores, la trama… falta el final, que no se desvela entre otras razones porque nunca acaba.

Y la reacción del público. Ahí es dónde nos toca actuar a nosotros.

Pablo Veiga

Socio de AGAI –Asociación Galega de Amizade con Israel-

* Nota: “Arroutada”, palabra gallega que significa hecho súbito, poco atinado y razonado