El Monte Encantado, Israel y los palestinos

16 noviembre, 2016

Aarón Alboukrek

Y tiempo después, ya en la era de la Civilización Fructífera, de ese Monte Encantado desde cuyas cuevas viajeras sentimos la presencia sosegada de Céfiro, el mensajero de Psique y de las partituras primaverales más prodigiosas, no tendría que haber más guerras. Empero, el belicismo, ese asesinar con código de ética, ante la presencia del Arte ha resultado cruel y vergonzoso, se habría dicho que ningún artista habría tenido conciencia del dolor o la infamia.
En los tiempos del Humanismo, brotado de entre las piedras romas del dulce río que atraviesa el Monte, ¿quién que en su sano juicio despreciaría la Paz? ¿Quién en su sano juicio, ante la Luz de la Ilustración, ese vigor que cobija de verdes sublimes el Monte, no se opondría con vehemencia a las conflagraciones que tiñen de rojo la brizna matinal?
¿Dónde quedó la Pintura en el Monte Encantado? ¿Qué le han hecho las guerras? Su conciencia plástica emanada está siendo una y otra vez asesinada pues desde un cuartel en territorio aledaño se oye una voz ronca gritar repetidamente, como si fuese una AK47 “¡No! ¡No! ¡No! humanistas, todos ustedes se equivocan, son ingenuos, estúpidos, sólo se trata de curar la herida, no de parar la batalla, ¿no han entendido todavía que la vida se mide ahí en sangre derramada? ¿Y por las batallas del Arte preguntan?, vamos incautos, vamos tontos de paja, que a Goya habrá que preguntarle; quizás “Para eso habéis nacido” para pintar la vida degoyada”.
¿Por qué Israel desestima la iniciativa de Francia para la Paz entre israelíes y palestinos?
¿Qué otra cosa han demostrado las partes involucradas al paso de los años que no sea golpearse, no hablar o no poder hablar sin mostrar desconfianza? ¿No son ambas memorias llagadas que se esconden en el Géiser del Ardor Libertario del Monte, entre sus rocas livianas y sus burbujas espumosas de soltura rindiéndose siempre en el corazón del onírico Céfiro?
Sabemos que las partes involucradas a nivel liderazgo no son precisamente dos, si no más bien tres, dos de ellas asumidas tradicionalmente en términos internacionales como ‘los palestinos’, pero que en realidad suman dos bloques de autogobierno distintos que han estado casi siempre enfrentados, uno abiertamente belicista, considerado terrorista, y el otro un poco conciliador en los últimos tiempos al que todos aceptan como parte dialogante. Por supuesto que esta situación complejiza cualquier diálogo para la paz, pues aún llegando a acuerdos faltaría que los bloques palestinos se fundieran entre sí; el simple hecho de pactar una desmilitarización de Hamás ya representaría una proeza. Pero al final, cuando se habla de un proceso de paz, la referencia internacional a la complejidad palestina se abstrae como ‘los palestinos’, ‘el pueblo palestino’ o la Autoridad Palestina.
Con esta salvedad, Israel, más fuerte, exige negociaciones directas como la única vía para llegar a la paz. Su oponente, con todo y la peligrosidad y el desprecio total por Israel y la paz de uno de sus bloques, es la parte más débil del conflicto y como tal pide una interlocución internacional, el apoyo de testigos que se puedan pronunciar. No parece irrazonable que la parte más débil en un conflicto busque apoyo externo, el diálogo entre un Estado Nacional y un autogobierno con población minoritaria no parece equilibrado. La cantidad de población es otro factor de complejidad pues en sentido estricto los palestinos se piensan en millones al incluir la parte denominada por ellos mismos como exiliada o expulsada.
Sin embargo habría que recalcar que en los palestinos no todo es debilidad, de ahí el “casi” que emplee al hablar de la fuerza israelí, y es que en ellos vive una gran voluntad de resistencia. Esto último no es para subestimarse, de ahí surge su presencia moral a nivel mundial, más allá del antisemitismo o antisionismo que exista en el mundo, y a pesar de los horrores condenables que sus militantes mártires hayan producido.
La balanza entre un Estado Nacional constituido y dos autogobiernos divididos y enfrentados con población minoritaria en dos territorios, uno autónomo y bloqueado y otro en ocupación expansiva, plantea algo substancial para una solución:
¿Es la realidad palestina un problema doméstico para Israel? ¿Es la realidad israelí un problema internacional para la Autoridad Palestina? ¿Sería adecuado visualizar desde ambas ópticas un ‘Palexit’ en Israel?
Todo indica que ambos se tratan así, como algo doméstico uno y como algo internacional el otro. Cabe preguntarse si la visión palestina en este sentido no tiene que ver en realidad con su obstinación de no reconocer la aprobación de la ONU de un Estado Nacional para el pueblo judío en 1948, y de la parte israelí de no querer en el fondo la solución de dos estados. Pero ni las Intifadas, ni problemas tan graves como el de los libros de texto palestinos que hablan de la didáctica del matar judíos, ni la ocupación territorial israelí, ni el terrorismo, ni los fanatismos, ni las teocracias son temas domésticos, sobrepasan hoy las soberanías y se hacen internacionales. “Palestina” todavía no existe de jure y los palestinos no son un apéndice socio-cultural de Israel. Los palestinos no se quieren “independizar” de Israel como Estado pues no son ni se sienten parte de él, aunque haya quienes sí desearan vivir dentro del Estado israelí. El discurso político palestino induce a pensar que los palestinos, en sentido global, quieren ser palestinos, quieren una identidad propia nacional. El gobierno de Israel, por su parte, parece preferir contener con una suerte de democracia-castrense a una minoría -por ahora- en un territorio ocupado anchuroso que cederlo ante la amenaza de una reproducción de Hamás. Sin embargo, frente a este temor fundado, el teocracismo del gobierno actual supone también una peligrosa idea mesiánico-expansionista.
No hay otra más que el diálogo para intentar solucionar este desastre. Sentarse. Las mesas y las sillas existen en el Monte Encantado, uno de sus usos sería para acabar con las deformaciones y las brutalidades que lo amenazan por doquier. ¿Dónde está la mesa? ¿Dónde las sillas? Habría que sacarlas de varias pinturas, una silla amarilla, de gran viveza, puede salir de un cuadro de Van Gogh, se ve cómoda y austera, para no dormirse en ella, y luego se pueden reproducir; la mesa, una de Dalí, por ejemplo, bellísima, redonda, situada en el desierto, un clima apacible y de color conciliador, como el del Monte, todo ello para dejarse de matar de una vez por todas, y no tener que llegar a convertir la Justicia en dramas de espanto, como niños asesinos encarcelados, y a la Jerusalén de paz y Dios, en la joya de la discordia.
La Paz del Monte, como la del desierto de tantos pintores o profetas, puede inspirar a los enemigos a aceptar sus máculas, ferocidades y codicias y a autodelimitarse, la presencia internacional es un aval, si se deja de creer que la Comunidad Internacional puede ser una garantía para deshacer odios, el Monte se extinguirá sin remedio, ¿los S-300 herirán mortalmente las notas de Scriabin, Marin Marais…?
No hay paz sin pérdida para las partes, sin dejar de creer en lo mismo de siempre, sin dejar de ver al otro de la misma manera, sin mitigación, justicia, libertad y seguridad. La paz con justicia no es una vergüenza, no es una derrota, los contendientes sabrán que lucharon por su conservación y que como humanos tomaron decisiones, unas tendrán que pagarse caro, sin amnistías, pero todo sanará. Si se piensa que la paz es imposible, será imposible.
Los términos amalgamadores de la Iniciativa de Francia para una Conferencia Internacional de Paz entre israelíes y palestinos no podrían ser más alentadores, son una luz racional que se ve en el Monte.
Israel, al rechazar la iniciativa francesa puede poner en zozobra al pueblo judío, ya sea porque el presidente norteamericano en funciones pudiera retirar todavía el veto norteamericano ante una eventual resolución a favor de un Estado Palestino vía la ONU o ante una resolución anti- asentamientos, ya sea porque el nuevo lo mantenga a cualquier precio pudiendo generar más violencia zonal y, en el mundo entero, una vez más, la identificación de todo judío de cualquier lugar con el poder racista y maléfico.
Israel necesita hoy diversificar sus socios. El aliado para la paz no es un amigote, es un socio de sólida duración no aislacionista.
Los palestinos y los israelíes no van a desaparecer de la zona en conflicto, vivirán juntos para siempre.
No sirve en este caso ni la demagogia ni el vilipendio para desechar amañadamente la paz. Cuando se necesita de la paz es porque hay sangre derramada, cuando hay guerra es que se cree necesario derramarla, es una paradoja, pero la diferencia entre ambas es que en la guerra sólo se necesita de uno para iniciarla, y en la paz se necesitan de tres o más para encontrarla.
Si se mira hacia lo alto del Monte Encantado, hacia su bóveda invisible, se puede observar un gran fresco mágico de Miguel Ángel donde las manos simbólicas de un Dios Universal y la Humanidad están a punto de tocarse con su índices, una imagen palpitante. Es un detalle sobre la Creación, yo lo veo como una imagen reflejada del Monte Encantado. ■

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One thought on “El Monte Encantado, Israel y los palestinos”
  1. Aterrador! Nunca he leido algo tan unidimensional venido de un cuasi «poeta» Es evidente que este analista vive en un mundo que no es este, es decir, los intelectuales son por lo general multidimensionales, y consideran todos los puntos reales de las entre lineas mas profundas, para lograr la verdadera aplicacion que nos formulo Einstein LA RELATIVIDAD, la economia mundial tiene que empobrecer para que se mantenga el «sueno americano» Iran quire para ellos lo mismo y utilizan a los plastilinos, por ser Ysrael su logistica en el MO.

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