Tensión máxima entre China y Estados Unidos a causa de Taiwán

9 agosto, 2022 ,
Presidente de Taiwan, Tsai Ing-wen - Foto: Wikipedia - CC BY-SA 4.0

Ricardo Angoso

Estos países rivalizan por extender su influencia política y económica en todo el mundo, pero especialmente en Asia,

LOS ORIGENES DE TAIWAN 

Taiwán nació como país en 1945, cuando las fuerzas nacionalistas del Kuomintang (KMT), que entonces gobernaba en China, se hicieron con el control de la isla y pusieron fin a cincuenta años de dominación japonesa. Cuatro años más tarde, en 1949, los nacionalistas fueron derrotados por los comunistas de Mao Tse Tung en la guerra civil china. El Partido Comunista Chino se hizo con todo el poder en Pekín, mientras que los nacionalistas del KMT huían en masa hacia Taiwán.

El Gobierno de la República China huyó a Taiwán junto con otros dos millones de personas, muchos de ellos funcionarios y militares que servían en la administración, llevándose consigo muchos tesoros nacionales y gran parte de las reservas de oro y de divisas de China. Desde ese momento, Taiwán ha estado expuesta a una inminente invasión por parte de la China comunista -la República Popular de China oficialmente- y tan solo la guerra de Corea, en junio de 1950, evitó su ocupación militar. 

Entre 1950 y 1975, el país fue gobernado con mano de hierro por el sempiterno líder de los nacionalistas, Chiang Kai-shek, quien era, a su vez, el jefe máximo del partido desde 1925 hasta su muerte. El régimen reprimía duramente toda forma de disidencias y muchos ciudadanos taiwaneses fueron arrestados, torturados, encarcelados y ejecutados por su vínculo real o percibido con los comunistas.

El régimen político nacionalista, tras la muerte de Chiang Kai-shek, en 1975, se mantuvo en el poder hasta 1987, en que comenzó la lenta transición a la democracia en Taiwán y se registraron nuevos partidos políticos que competían abiertamente con los nacionalistas en igualdad de condiciones. En estos años, el debate político ha estado condicionado por la persistencia de un agudo debate entre independentistas, liderados y agrupados en el Partido Democrático Progresista, y los que defienden alguna forma de integración y cooperación con la china comunista, entre los que se encuentran muchos miembros del KMT.

En el año 2016, las elecciones presidenciales fueron ganadas por la candidata del Partido Democrático Progresista, Tsai Ing-wen, una independentista con agallas que siempre ha defendido la soberanía y la seguridad nacional de Taiwán al margen de cómo se desarrollen las relaciones con la China continental, algo que incomodó a Pekín desde el comienzo de su mandato y que sigue siendo, al día, motivo de fricciones entre ambas partes. 

La nueva presidenta defendía y sigue defendiendo, sin ambages de dudas, una identidad taiwanesa diferenciada y sin complejos de la china. Algo que, por cierto, coincide con lo que piensan el 80% de los jóvenes menores de 30 años en la isla y que se consideran simplemente “taiwaneses”, desdeñando abiertamente el sueño de la unidad china. Desde la llegada al poder de esta presidenta, que incluso ahora recibió desafiante a Pelosi, las tensiones con la China comunista no han hecho más que crecer y han llegado al clímax en este pasado mes de agosto con las famosas maniobras chinas. 


LA PEQUEÑA CHISPA QUE DESATO LA ACTUAL TORMENTA

Una pequeña chispa, como ha sido el viaje de la presidenta del legislativo de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán ha provocado la más grave de las crisis en las relaciones entre China y Washington en las últimas décadas. Nada más llegar a la isla, China organizó unas maniobras militares que incluyeron el cierre del espacio aéreo y marítimo en seis zonas alrededor de la isla de Taiwán.

Para la diplomacia china, la visita de Pelosi alimenta y alienta lo que considera las veleidades secesionistas del ejecutivo de Taipei. El ejército chino utilizó fuego real e incluso lanzó varios misiles balísticos cerca de las islas de Matsu, en aguas taiwanesas, generando el temor en la población de esta pequeña isla de apenas veintitrés millones de habitantes y 36.000 kilómetros cuadrados. Taiwán puso en estado de alerta a sus fuerzas y dijo estar preparada para responder una supuesta agresión militar china.

Taiwán, como el Berlín dividido de los tiempos soviéticos, es el nuevo epicentro de la tensión y lucha entre dos de las grandes superpotencias, China y Estados Unidos. El presidente norteamericano, Joe Biden, asegura estar comprometido con la seguridad y defensa de esta isla, a pesar que desde 1979 Estados Unidos no mantiene relaciones diplomáticas y reconoció a la República Popular China, es decir, a la comunista.

El mundo, mientras China exhibía su fuerza militar frente a las costas de Taiwán, reaccionó condenando la escalada. El G-7 y la Unión Europea condenaron en un comunicado conjunto las maniobras chinas: ”No hay justificación en usar una visita como pretexto para una actividad militar agresiva”, aseguraba el comunicado conjunto. China considera como un “asunto interno” a Taiwán y sostiene que cualquier otro punto de vista, como tratar a este país como un “Estado” en pie de igualdad con ella, es una “intromisión externa” injustificable. 

China considera a Taiwán una isla o provincia rebelde, mientras que el gobierno isleño, cada vez más próximo a los Estados Unidos por razones obvias, rechaza las tesis de “una sola China” y vaticina desde hace meses la segura invasión del país por los chinos. Las posiciones entre ambas partes son extremas y han dinamitado, en apenas días, las aproximaciones e incluso el diálogo lento, casi clandestino a veces, entre chinos y norteamericanos. 

LA IMPORTANCIA GEOESTRATEGICA DE TAIWAN

“De atender a la escalada verbal e incluso militar entre Washington y Pekín, Taiwán, de superficie algo mayor que Cataluña y 23 millones de habitantes, es la llave maestra de la hegemonía asiática e incluso global. No es una novedad, puesto que observadores de primer nivel vienen señalándolo desde hace años. Paul Wolfowitz, que formó parte de los equipos de George Bush, adjudicó a la isla un papel similar al del Berlín dividido durante la Guerra Fría. Robert Kaplan, el redescubridor de geopolítica, aseguraba hace más de siete años que “si la independencia de facto de Taiwán se viera comprometida, aliados como Japón y Australia, incluyendo todos los países ribereños del Mar de China Meridional, reformularían sus preferencias de seguridad y se acomodarían perfectamente al ascenso de China”, aseguraba con mucho tino el analista Lluis Bassets.

Como señalaba el experto en el tema Tanguy Lepesant, “De hecho a ojos de Estados Unidos, Taiwán siempre ha sido un peón cuyo valor estratégico relativo forma parte de los cálculos de la realpolitik regional, un valor que en los últimos años cotiza al alza. Después de haber sido una pieza importante de la política de contención al comunismo en la Guerra Fría, la isla se convirtió en el modelo de sociedad democrática y capitalista que Washington podría inculcar en China mediante una política de compromiso”.

CAMBIO DE RUMBO EN LA POLITICA EXTERIOR NORTEAMERICANA

El caso es que China no ha podido frenar la visita de Pelosi, pero “la cuestión ahora es saber si Estados Unidos podrá contener e incluso impedir que su reacción altere sustancialmente el statu quo, evitando que nos acerquemos peligrosamente a ese escenario que podría obligar al presidente Biden a hacer efectivo el compromiso anunciado, en dos ocasiones, de acudir en defensa de Taiwán’”, como explicaba recientemente el experto en el tema Xulio Ríos. 

Lo que no cabe duda es que los Estados Unidos han decidido competir en esta parte del mundo con China, un cambio en la política exterior que ya empezó en la época de Donald Trump y que Joe Biden consolida con los últimos movimientos.

En este contexto, Taiwán adquirió un valor nuevo en términos geoestratégicos para Washington. “Las relaciones taiwano-estadounidenses han ido adquiriendo un cariz cada vez más oficial, especialmente desde la presidencia de Donald Trump. Esta evolución ha avivado las tensiones ya existentes entre las dos orillas del estrecho de Formosa desde la elección, en 2016, de la presidenta Tsai Ing-Wen. El 10 de enero de enero de 2021, a pocos días de la toma de posesión de Joe Biden, el secretario de Estado Michael Pompeo llegó incluso a anunciar que “las complejas restricciones internas que se pusieron en marcha en un intento de apaciguar a Pekín debían desaparecer”. Pompeo eliminó todas las restricciones vigentes referentes a los contactos entre funcionarios estadounidenses y taiwaneses”, explicaba en un reciente artículo la periodista Alice Herait.

Taiwán y Estados Unidos no están ligados por ningún acuerdo de defensa, pero la Taiwan Relations Act, firmada en 1979, compromete a los Estados Unidos a garantizar a la isla la posibilidad de defenderse y los medios necesarios para hacerlo. El principal proveedor de armas a Taiwán, por no decir casi el único si exceptuamos algunas ventas por parte de Francia, es Estados Unidos, que ha hecho jugosos negocios con la isla y la dota de numerosos medios modernos y avanzados. Asimismo, el Estado Mayor de la Armada taiwanesa ha reconocido la presencia de un contingente no cuantificado de marines norteamericanos en activo en la isla y que los mismos estarían estacionados en la base naval de Zuoying. 

CHINA, AMENAZA PERMANENTE A TAIWAN 

Este cambio en la concepción geoestratégica de los Estados Unidos con respecto a Asia, pese al serio revés que para su imagen y prestigio ha significado la caótica retirada de Afganistán, ha irritado a China, que ve con preocupación que sus planes con respecto a la anexión de Taiwán puedan verse frustrados por la protección que le brinda Estados Unidos a la que considera, en términos diplomáticos, la “isla rebelde”, como ya se ha dicho antes.

En este contexto, hay que reseñar que los continuos sobrevuelos de aviones de combate chinos, incluidos bombarderos con capacidad nuclear, sobre el espacio de defensa aérea taiwanés, sin apenas respuesta por Taiwán que teme verse inmersa en un conflicto, preocupan al ejecutivo de Taipei y también a sus aliados norteamericanos. La cascada de transgresiones e incursiones ha ido en ascenso en los últimos meses y ha sido denunciado por Taiwán en repetidas ocasiones, que exhibe una contención y mesura frente a las provocaciones chinas digna de elogio. Las maniobras militares chinas de agosto se inscriben en esta agresión soterrada y no directa de China contra Taiwán.

Así las cosas, las señales de alarma ya han comenzado a sonar en la región, tal como aseguraba recientemente la publicación británica The Economist al referirse a esta zona como “el lugar más peligroso de la tierra”, en una portada que iba acompañada de una ilustración que representaba una imagen de radar de Taiwán como si la isla fuera objetivo de un submarino”.

“El riesgo de una escalada fatal podría verse confirmado en las próximas semanas si, como es previsible, China recorre esa senda y Estados Unidos, como cabe imaginar, responde en la misma línea”, aseguraba el sinólogo Xulio Ríos al referirse a la ausencia de diálogo entre las partes y a la ruptura de los tradicionales puentes entre ambas potencias, que tantas veces amortiguaron anteriores crisis y fueron tan útiles para solventarlas sin llegar a dejar que los canales diplomáticos se agotaran. ¿Acabará China invadiendo Taiwán? Los próximos meses parece que serán cruciales y las espadas siguen en alto.

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