Hace exactamente 20 años, Tel Aviv era golpeado por el terrorismo islámico. Ese día, un joven militante de Hamás, Saeed Hotari, detonó una bomba suicida en medio de un grupo de jóvenes que esperaba entrar a discos en la zona del Delfinario.
Vestido como judío ortodoxo, Hotari se inmoló a las 23:37 de la noche luego de gritar que «algo iba a pasar». El lugar estaba repleto de adolescentes, en su mayoría hijos de olim provenientes de la ex Unión Soviética.
En total, 21 personas murieron como consecuencia de la explosión. Inmediatamente, los vecinos de la zona se plegaron junto a los paramédicos y oficiales de seguridad para colaborar con los heridos, que eran más de 100.
Inicialmente, tanto la Jihad Islámica Palestina como un grupo llamado Hezbollah Palestino se adjudicaron el ataque, aunque luego se retractaron. Pronto se reveló que el terrorista era militante de Hamás.
La reacción mundial no se hizo esperar. El entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush condenó el hecho, e incluso llamó al líder palestino Yasser Arafat para presionarlo a condenar el hecho públicamente.
Ariel Sharon, primer ministro en ese momento de Israel, decidió no responder militarmente de manera inmediata. Sin embargo, luego se nombró a este hecho como una de las razones para la construcción de la cerca de seguridad en Cisjordania.