El éxodo en el óleo de David Roberts, 1828. Museo de Arte, Birmingham. - Foto: Wikipedia - Dominio Público

Este shabat une, por un capricho del calendario, la lectura de la segunda parashá del libro Vaikrá, junto a Shabat Hagadol y a su finalización sin transición alguna, comienza la festividad de Jag Hamatzot.

La pintora mexicana Frida Kahlo, cuyos orígenes judíos son confusos, dijo alguna vez: “Madurar es aprender a querer bonito, extrañar en silencio, recordar sin rencores y olvidar despacito”. No creo que haya estado alguna vez en un seder de Pésaj ni que viviera las tensiones que las festividades crean en las familias y que todos hemos pasado mejor o peormente. Pero, su frase, sintetiza lo que el midrash trata de darnos a entender cuando trata de interpretar el korbán shelamim, comúnmente glosado como ofrenda de agradecimiento o de paces, que no es la única explicación posible de la palabra hebrea y ciertamente no es la más literal, ya que el vocablo también significa completo, entero, no dividido e íntegro.

A diferencia de los niños que están fuera de las tensiones de la organización del seder en años normales, y que cuando discuten entre sí, regresan por lo general a seguir jugando como si nada hubiera sucedido, los adultos llevamos las cuentas de año a año, sin olvidarnos detalle de las nimiedades que nos disgustaron.

El midrash Tanjuma dice que el shelamim logra hacer la paz entre Israel y su Padre Celestial, pero no explica cómo o por qué lo lograba, pero usa el símil de los niños, diciendo que el pueblo de Israel está involucrado en un juego continuo con Dios; los hijos se Israel se acercan y se alejan de Él. Pero las reglas del juego se conocen desde el principio. Dios ha jurado que nunca cambiará a su pueblo por otro y nosotros que no cambiaremos nuestra fe. Dentro de estos límites estrictos, pecamos, nos distanciamos y regresamos; Dios alternativamente esconde Su rostro y lo revela. Cuando el Templo estaba en pie, todo lo que se necesitaba para que sucediera la magia de la reconciliación era el shelamim.

Es interesante citar a rabán Shimón ben Gamliel que señaló que el valor de la paz debe tener prioridad sobre el valor de la verdad; y que esta preferencia se aprende de la Torá que en varias ocasiones, nos narra  «mentiras piadosas» de los padres y madres fundadores de la nación judía como Sara y los hijos de Yaakov. Estas narrativas nos llevan a la conclusión de que la paz se puede obtener moderando algunos de los lados más críticos de nuestras personas. Es posible que, al igual que cuando los niños juegan, el ingrediente secreto sea el deseo de encontrar un denominador común y ceñirse a él, en lugar de optar por avanzar en nuestras propias agendas.

De esta manera la paz refleja un deseo mucho más profundo, honesto y auténtico que los muchos pensamientos y consideraciones que llenan nuestras cabezas. Damos prioridad a la paz en nuestras primeras etapas de desarrollo y sigue siendo un valor inculcado en nuestros corazones.

En Shir Hashirim –el Cantar de los Cantares-, se le llama al pueblo de Israel la «Shulamita» (la pacífica) en cuatro lugares. En 6:13 exclamamos: «Regresa, regresa, oh Shulamita; regresa, regresa, para que te contemplemos.». El midrash explica que se le dio ese nombre al pueblo porque los cohanim, los sacerdotes, nos bendicen con paz (shalom) y porque Dios, cuyo nombre es Paz-Shalom, habita entre nosotros.

Apenas el martes pasado fueron las elecciones llevadas a cabo en Israel, y más que siempre fueron precedidas por una campaña electoral en la que no faltaron los insultos y los golpes bajos, y pocos días después estaremos festejando la salida de la esclavitud.

¿Podremos encontrarnos con nosotros mismos, nuestras familias y nuestros amigos, logrando evitar entorpecer nuestra imperiosa necesidad de reconciliación y armonía?

¿Lograremos diferenciar esta festividad de las de años anteriores, sin el estrés que hemos acumulado y que hará eclosión este Shabat llamado Grande por los milagros acaecidos y lograr el milagro de la paz interior?

¿Triunfaremos al buscar el jametz y quemarlo, evitar dejar abandonados fragmentos del odio y del despecho?

¿Seremos capaces de traer simbólicamente una ofrenda de Shelamim, pese a que no tenemos Templo?

Shabat shalom queridos amigos, Jag Casher Vesameaj, que tengamos una fiesta también en el sentido de oportuna, bienvenida, congruente, válida y auténtica que significa –casher- y muy alegre.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.