Parashat Tetzavé: El Ner Tamid – La llama eterna

5 marzo, 2020

Uno de los pocos ornamentos de muchas sinagogas es el Ner Tamid [la llama eterna] que recuerda la lámpara occidental que estaba ubicada dentro del Templo de Jerusalén. Nuestros espacios de plegaria y estudio son considerados el «Santuario Menor» –Mikdash Meat-, (Meguilá 29a) y parece natural que utilicen alguno de los elementos del Templo de Jerusalén. La luz perpetua en el Templo, se conoce en el Talmud como la «Luz Occidental» –Ner Hamaaraví-, que debía arder permanentemente y no únicamente de noche como las otras lámparas (Tamid 6: 1; Menajot 86b, 98b).

La referencia inicial a esta lámpara se encuentra en la lectura de la Torá de esta semana, Parashat Tetzavé: “Has de mandar a los hijos de Israel que te consigan aceite de oliva puro, batido, para el alumbrado, para encender las lámparas constantemente. En la tienda de reunión, en el lado exterior de la cortina que está junto al Testimonio… desde la tarde hasta la mañana, delante de. A…” (Shemot 27: 20-21).

Los estudiosos interpretan la lámpara perpetua como el símbolo de la presencia de Dios en Israel (Shabat 22b); como representando la luz espiritual que salió del santuario (Shemot Raba 36:1); o como el símbolo de la Ley Divina, que debemos mantener viva en el mundo (Shemot Raba 36:2; Vaykrá Raba 31:4).

Según la concepción bíblica, la luz es una representación de la felicidad y prosperidad, incluso de la vida misma: “Para que mi siervo David tenga lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén…” (I Melajim 11:36); “Tú encenderás mi lámpara; .A. mi Dios alumbrará mis tinieblas” (Tehilim 18:29); “Lámpara de .A. es el espíritu del hombre…”; (Mishlé 20:27); “Porque para el malo no habrá buen fin, y la lámpara de los impíos será apagada” (Ib. 24:20); “La luz se oscurecerá en su tienda, y se apagará sobre él su lámpara” (Yiov 18:6).

La Torá sugiere que el Ner Tamid no debe considerarse una luz para uso práctico, sino algo que representa la devoción a Dios.

Don Isaac Abravanel, teólogo, exégeta bíblico y empresario que estuvo al servicio de los reyes de Portugal, Castilla y Nápoles, así como de la República de Venecia (1437-1508), se preguntó en Shemot 27:20 ¿por qué se presta especial atención a algo tan específico como las lámparas del Tabernáculo, incluso antes de que sea construido, señalando que el Ner Tamid debe ser algo especial si se describe con tanta reverencia, un componente esencial para un Tabernáculo que aún ni siquiera se había armado?

Generaciones de comentaristas judíos ven al Ner Tamid metafóricamente, como una luz eterna de conexión con Dios y con los principios esenciales del judaísmo.

Un hermoso midrash en Shemot Raba (36: 3) enseña que el versículo de Mishlé 6:23: “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz… que, así como una luz no disminuye cuando de ella se enciende una llama, así el que hace una mitzvá no disminuye en su mérito”.

Los maestros del midrash usaron el concepto de Ner Tamid para simbolizar la infinitud y la constancia de la luz, y sugieren que el Ner Tamid es una metáfora de la luz dentro de todos nosotros, no solo es la luz de la piedad, tan a menudo aludida en la tradición, sino también es una luz infinita, que se puede compartir.

La idea de que somos custodios de un Ner Tamid personal también se refleja en una enseñanza de Iturei Torá escrito por Aharon-Yaakov Greenberg: «Todo judío debe encender el Ner Tamid en su propio corazón».

Así, nos enlaza desde el Tabernáculo a la sinagoga y a nuestro propio mundo interno. Nos recuerda que cada uno de nosotros posee una llama siempre presente a la que podemos acceder cuando más la necesitamos.

La lámpara en el Tabernáculo se instalará «en la Tienda de la Reunión, fuera de la cortina –beohel moed mijutz laparojet» (Shemot 27:21) acerca de lo cual rabí Yosef Patchanovsky (1875-1942, Polonia), en su comentario Pardes Yosef, escribió que “cada judío debería tener una lámpara eterna, encendida en su corazón, cuya luz no solo debería verse en la sinagoga, durante los tiempos de tefilá y en el bet midrash durante el estudio de la Torá, sino también mijutz laparojet -fuera de la cortina que cubre el Aron Kodesh-, en la calle, el mercado, el lugar de trabajo, cuando trate asuntos seculares y en las relaciones dentro de la familia y la comunidad”. En una palabra: permanentemente.

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