Optimismo en el Likud y silencio en Yesh Atid a la espera de resultados oficiales

Lapid junto a Netanyahu. Foto archivo: Haim Zach / GPO

«Bibi, el rey de Israel», clamaban los seguidores del ex primer ministro, Benjamin Netanyahu -apodado Bibi cariñosamente-, esperanzados de que éste tenga éxito en su nuevo asalto al poder, después de 15 años al mando del país, el jefe de gobierno más longevo de la historia del país.

Tras difundirse las encuestas al cerrarse colegios electorales, decenas de votantes congregados en la sede del Likud en Jerusalén saltaban de alegría al ver que el ex primer ministro parecía vencer en las urnas, con 61 o 62 escaños para el bloque de partidos aliados de extrema derecha y ultraortodoxos, suficientes para una mayoría en un Parlamento de 120 diputados.

Para algunos, como el ex ministro de Justicia y diputado Amir Ohana -considerado muy cercano a Netanyahu-, la sensación era de «optimismo precavido», a la espera de que el recuento de votos que se puede alargar durante días confirme el resultado de los sondeos a pie de urna.

«Esto es realmente increíble, pero como no son resultados finales no podemos estar muy contentos, podemos celebrarlo aunque tampoco mucho», decía satisfecho y con precaución Ilay Cohn, votante del Likud de 23 años, que espera que Bibi -como llaman sus seguidores al ex primer ministro- pueda volver al poder y crear «un Gobierno regido por la estabilidad y la fuerza».

Según las encuestas, el bloque pro-Bibi -con Likud delante al ganar 30 o 31 asientos- parte con amplia ventaja sobre la amalgama de fuerzas de derecha, centro e izquierda que se oponen a su retorno al mando del país, encabezada por el actual primer ministro en funciones, Yair Lapid, y que no logra más de 55 escaños.

SILENCIO EN YESH ATID

Frente al ambiente festivo de la sede electoral de Likud en Jerusalén; en Tel Aviv, la sede de Yesh Atid, el partido de centro que lidera Lapid, la lucía desolada y silenciosa, con más presencia de periodistas que de votantes o miembros del partido.

Pese a no lograr un buen resultado -22 escaños frente a los 27 que llegaron a darle las encuestas preelectorales-, el viceministro de Exteriores y miembro del partido, Idan Roll no quería perder la esperanza y aseguraba estar «optimista porque aún hay muchos votos por contar».

«La noche es joven», declaraba, en referencia al hecho de que el escrutinio de sufragios todavía podría dejar sorpresas que rompan con la correlación de fuerzas que prevé las encuestas preliminares.

Keren Marciano, periodista del Canal 12, tenía un punto de vista parecido. «Estamos muy lejos de un resultado final, hay muchas horas por delante y los resultados pueden variar durante la noche», decía a la reportera.

Según destaca, «todo el panorama podría cambiar» si partidos como el árabe Balad, que según las encuestas está cerca del umbral mínimo del 3,25% de votos, alcanza esta cifra en el recuento, lo que podría hacer tambalear al bloque pro-Netanyahu y dejarle sin mayoría.

Otros analistas, como el presidente del Instituto para la Democracia de Israel, Yohanan Plesner, apelan también a la cautela antes de sacar conclusiones solo con los sondeos a pie de urna.

«Estas encuestas pueden indicar una tendencia, pero es importante tener en cuenta que hubo diferencias con los resultados finales en rondas electorales anteriores», advirtió.

Las elecciones de este 1 de noviembre fueron las quintas de Israel en menos de cuatro años, y pese al cansancio de la población ante la situación de parálisis política, el 71,3% del electorado fue a votar, el porcentaje más alto desde los comicios de 2015.

«Muchos israelíes fueron a votar hoy. Esto muestra la fortaleza de nuestra democracia y que muchos tienen más confianza en Netanyahu que en Lapid», asegura Danny Danon, miembro del Likud y número 15 de su lista electoral, que desea que pronto se cree un gobierno de derecha que evite también que Israel se vea abocado a más comicios.

Con información de EFE

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