La filósofa estadounidense Martha Nussbaum explica en su libro «Monarchy of Fear» que «estamos precondicionados para evitar y temer a la muerte», algo que usado para atizar intereses políticos puede destruir la democracia. Crisis como la provocada por la pandemia del SARS-Cov-2 podría hacernos virar hacia el autoritarismo y el recelo del otro, aunque en opinión de la pensadora hay más razones para el optimismo que para la pesadumbre.
A su juicio, esta crisis está poniendo de relevancia la necesidad de promover la verdadera igualdad, de corregir el desprecio al devaluado gobierno federal como gran facilitador de la solidaridad entre estados y de poner el valor a las pequeñas cosas que no apreciábamos tanto de la vida cotidiana.
De esta nueva cotidianidad, no obstante, la profesora de la Universidad de Chicago, convertida al judaísmo en 1969, y premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en 2012, que sigue dando clases a diario desde su reclusión domiciliaria -la de todos-, eliminaba una cosa: las videoconferencias. «No quiero más conferencias en Zoom, me paso el día delante del ordenador con los alumnos», lamenta.
P: En su libro «Monarchy of Fear» usted argumenta que las crisis y momentos de incertidumbre pueden actuar como amplificadores de miedos, odios y envidias y poner en riesgo nuestras democracias ¿Esta pandemia pone en riesgo los sistemas democráticos alrededor del planeta?
R: Esta crisis está provocando un mayor miedo y eso, en retorno, puede provocar un deseo de buscar el confort de un líder poderoso, con lo que las democracias se ponen en riesgo. Pero, en realidad, yo no veo que esté pasando. Lo que veo en mi país es un sano deseo por la coordinación que está corrigiendo exitosamente el mito de que no necesitamos un gobierno federal. La gente ve que es absurdo que los estados compitan entre ellos por material y esto reactiva el deseo de una democracia social, de un nuevo «New Deal», donde esencialmente las necesidades de las personas son la verdadera misión de un gobierno federal fuerte.
P: No obstante, algunos países están aprovechando para imponer mayores controles sobre la población con la justificación de que ayudan a contener la epidemia, mientras que algunos ponen a autoritarismos como el chino como ejemplo de respuesta eficaz al virus ¿No cree?.
R: En otros lugares sí veo la utilización de esta crisis como una excusa para hacer uso de poderes extraordinarios: (Benjamín) Netanyahu en Israel, (Viktor) Orban en Hungría, (Narendra) Modi en la India. Pero todos estos gobernantes sin principios conseguirán todo lo que sus pueblos y sus tribunales les permitan. Está por ver si surge una fuerte resistencia democrática (frente a ellos). Pero no veo una tendencia a resistir las democracias en otras partes de Europa. En cuanto a lo que dice que algunos admiran a China, creo que los periódicos están llenos de críticas a como China ha ocultado la verdadera dimensión de la crisis, algo que es posible por la falta de prensa libre.
P: En su libro cita a Adam Smith cuando dice que «es difícil para la gente sostener una preocupación por otros en la distancia» ¿Cree que esta crisis pone en riesgo la empatía?
R: Estamos básicamente en la situación de la que hablaba Smith: en una crisis global tenemos gran simpatía hasta que la crisis alcanza nuestros hogares. Es importante contrarrestar esta tendencia de la mente construyendo hábitos sólidos de lectura sobre los otros y comunicarnos con ellos. Tengo amigos en muchos lugares e intento mantenerme en contacto.
P: ¿Qué opina de aquellos que como Donald Trump llaman al nuevo coronavirus el «virus chino» o que expanden el rumor de que es un virus creado por EE.UU., como han alentado funcionarios chinos?
R: La gente se cree cualquier basura. La expresión de «virus chino» ha provocado discriminación de asiáticos-americanos en mi país. Hay una larga historia de lo que llamaban el «peligro amarillo», que clasificaba a los asiáticos como una enfermedad en sí mismos. Por lo que esa expresión reaviva una historia de racismo, pero no creo que la mayoría caiga en eso. La gente intenta culpar de las catástrofes a otros y rechaza ayudarlos. La buena política debe contrarrestar esa tendencia.
P: ¿Cómo podemos convertir esta crisis en una oportunidad?
R: Creo que es una llamada de atención para corregir la desigualdad de nuestro sistema de salud, así como las desigualdades en vivienda y nutrición. El 70% de las muertes en Chicago son de afroamericanos o latinos, por lo que la enfermedad recorre las fronteras de cuidado de salud inadecuado, el acceso a alimentación adecuada, etcétera. Ahora tenemos tiempo para pensar y todos deberíamos pensar bien. EFE y Aurora