Nosotros y los miedos. Reflexión.

30 enero, 2023
Moisés con las Tablas de la Ley - Foto: Guido Reni - Wikipedia - Dominio Público

Dr. Natalio Daitch

Moshé y los miedos.

El capítulo semanal, leído el último Shabat o Parashat Bo, termina resolviendo el aleccionador castigo a los egipcios y también por reflejo ( demostrativo) a los israelitas para que vieran la fuerza descomunal de Hashem.

Solo tres plagas adicionales: “langosta, oscuridad y muerte de los primogénitos” bastaron para derrumbar la resistencia del Faraón a liberar a los esclavos, ya que el país había sido devastado.

Pero, impresiona, que el verbo en imperativo “Vé” implica que Moshé se mostraba renuente a presentarse frente al Rey de Egipto, siendo él y su hermano solo dos hombres ancianos, y ordenados a desafiar y advertir con esa jugada final al hombre considerado el más poderoso de su época.

El miedo no siempre es infundado, y tiene su lógica y sus razones. Moshé en su condición de hombre experimenta todo lo que cualquier otro mortal puede ver y sentir.

También al ingresar en ese fastuoso palacio, y tener que enfrentar solo (con su hermano Aarón) a una corte conformada por brujos y guardias armados, esto no podría haber dejado de hacer mella en su alma y en su pensamiento y en su corazón.

El Faraón y los miedos.

El Rey de Egipto, obvio, se encuentra en una situación más complicada. Él dice ser como un D’os, y naturalmente debe representar ese papel, donde los seres superiores no están inmersos en miedos y dudas, ya que cualquier muestra de terror, pavor, pánico, alarma, sobresalto, o turbación, podría acarrear nefastas consecuencias para su continuidad y permanencia en el trono de Mitzráim.


De todos los miedos el miedo.

“Y sucedió a la medianoche… El Faraón se levantó de noche, él y todos sus siervos… y hubo un gran clamor, pues no había casa alguna en la que no hubiera un muerto”. Éxodo 12-30.

No cabe duda, que es enfrentar la muerte, lo único que puede despertar en nosotros ese hambre por la vida. Aquello que todavía deseamos y soñamos realizar y vivir, y todos nuestros proyectos de vida, que frente a la Parca que proviene de la mitología romana, que representada por una figura esquelética con capa y capucha, viene a llevarse el alma de la persona.

O podríamos referirnos al Angel de la muerte u otros hablan del ángel Gabriel  que fue el que destruyó a Sodoma.


Volviendo a Moshé. Reflexión final

Hashem él dice a Moshé: “Ve” o “enfrenta tus miedos”, “enfrenta al Faraón”, “él también es un ser de carne y hueso”. Todo lo que te impresiona de su palacio es solo una ilusión, una fantasía, un montaje con el objetivo de impresionar y amedrentar a propios y ajenos.

Y en verdad, cualquiera que va hoy a Egipto, solo ve monumentos, piedras gastadas, de una civilización que se encuentra extinguida. El turista ya no tiene miedo del Faraón ni de las momias.

Por el contrario, la Fe judía puso su apuesta en el corazón del hombre, ahí donde el palpitar del creyente no se detiene. Y la cadena generacional se mantiene viva de abuelos a padres, y de estos a sus  nietos.

El miedo se define como: a_ una sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario y b_ sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho en contrario a lo que uno desea.

Los rabinos explican, que todo proviene de una misma fuente, y que lo bueno y lo malo tiene que ver con parte de un plan divino que termina siempre concluyendo para el bien del individuo.

Para finalizar, debemos aceptar, que no siempre las emociones nos son tan fáciles de manejar como los pensamientos y toda clase de cálculos y elucubraciones (que serían pensamientos, reflexiones e hipótesis que son producto de la meditación).

Igualmente, siendo que la Torá es perfecta en su fuente y muestra la verdad de todo ser humano, no oculta errores de cálculo o puede producto de algún desborde emocional, donde aún un hombre tan sublime y elevado espiritualmente como Moshé (el Pastor Fiel), puede en ciertos momentos cometer yerros (equívocos) en su nivel, y golpear la piedra en vez de hablarle, y esto traer consecuencias o castigos que son aleccionadores para todas las generaciones futuras. 

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