Del negacionismo del antisemitismo, al efecto bumerán del recuerdo

Imagen del acto solemne el domingo por Iom HaShoá en Madrid

Iom Hashoá en España

Elias Levy Benarroch

Las distintas comunidades judías de Madrid conmemoraron este domingo un acto solemne junto al Monumento del Holocausto en el parque Juan Carlos I y, por la noche, en una oración especial en la sinagoga central durante la cual se encendieron seis antorchas en recuerdo de las víctimas.

El acto central estuvo encabezado por la embajadora de Israel, Rodica Radián-Gordon; por la vicealcaldesa de Madrid, Inmaculada Sanz; y por la presidenta de la principal comunidad judía, la CJM, Estrella Bengio. Las tres acompañadas por Rohdha Abecasis, superviviente de la Shoá radicada en España desde hace muchos años.

“No podemos olvidar a las víctimas. Tenemos que recordarlas, tomar su testimonio y construir juntos el futuro con el que ellas soñaron”, dijo la dirigente comunitaria madrileña en su discurso de conmemoración.

Imagen del acto solemne el domingo por Iom HaShoá en Madrid

En sus redes sociales, la portavoz de la embajada de Israel, Tal Itzhakov, describió la ceremonia como “un momento lleno de emotividad y reflexión, donde recordamos a todas las víctimas de uno de los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad”.

Como en otros países, el Día del Holocausto es recordado en España únicamente en el marco de las comunidades judías dado que, oficialmente, la fecha de conmemoración está fijada el 27 de enero, Día Internacional del Holocausto.

DIAS DE TORMENTA

Iom haShoá encuentra a las comunidades judías de España en medio de una gran preocupación por el creciente antisemitismo a raíz de la guerra en Gaza, con índices sin precedentes de acoso que no parecen encontrar una respuesta clara, ni tajante, de parte de las autoridades.

En los seis meses siguientes al 7-O, “se han quintuplicado los ataques con respecto a los seis meses anteriores. ¡Es brutal todo lo que hemos visto! Lo que publicamos es lo que nos llega, pero no es lo único… Es algo que cuando Israel tiene un conflicto se dispara de forma brutal”, explicó María Royo, del Observatorio contra el Antisemitismo, en un reciente balance de la situación.

Pintadas en comercios y viviendas de judíos, ataques a sinagogas, llamadas amenazantes a instituciones comunitarias, y cuantiosas publicaciones de tinte antisemita en prensa y redes sociales, son algunas de las expresiones de un antisemitismo que es más intelectual, cultural y  declarativo, que violento, aunque también ha habido algunos casos de estos que, afortunadamente, no causaron daños.

Imagen del acto solemne el domingo por Iom HaShoá en Madrid

Lo más recurrente es la comparación de Israel, el sionismo y los judíos con la ideología nazi, que aparece, casi a diario, en medios de prensa, redes sociales y manifestaciones. Y es que en España, cuyo Gobierno insiste en reconocer al Estado palestino de forma inmediata y sin esperar a un proceso negociador, “Del río hasta el mar” se ha convertido en mucho más que un eslógan.

SILENCIO INSTITUCIONAL

Lo que quizás llama más la atención en este país, frente a otros países occidentales, es el casi completo silencio de las autoridades políticas. Con la excepción de las condenas de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y del Alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, tanto el Gobierno de Pedro Sánchez como el de otras Comunidades Autónomas, entre ellas la de Cataluña, uno de los grandes focos del antisemitismo en España, ninguno se ha pronunciado sobre los ataques.

Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, explica que “desde mediados del 2000 hay en España una entrada izquierdista claramente antisemita” que “va ganando posiciones hasta el punto de que en los Ayuntamientos se aprueban resoluciones del BDS”. Y asegura que “se ha creado un clima también institucional donde se deslegitima y demoniza a Israel, y se practica el doble rasero. Es un trabajo de demolición a lo largo de años”.

La profunda desconexión de España de la Memoria del Holocausto es -según Ibarra- lo que alienta el uso descontrolado de terminología y símbolos nazis, porque -dice- hay una negación de la relación entre “Shoá” y “antisemitismo” que conduce a la “deslegitimación”, “demonización” y “deshumanización” de Israel, del sionismo y del judío:

Imagen del acto solemne el domingo por Iom HaShoá en Madrid

 “Es una enfermedad moral gravísima la que tenemos. Por un lado están los políticos, por el otro las ONGs y por el otro el conjunto de la sociedad española que se pone de perfil. La enfermedad moral del antisemitismo está profundamente enrraizada en la sociedad española… y ¿por qué? ¡Porque no se ha combatido! La negación, la triviliación y la distorsión del Holocausto no se vé como el buque insignia del antisemitismo”, denuncia al pedir un trabajo de sensibilización en la sociedad.

Las comparaciones de Tzáhal con las SS, las de Netanyahu con Hitler, o las de Gaza con los campos de concentración y guetos de la Segunda Guerra Mundial, están a la orden del día en el lenguaje político de la izquierda, entre ellos algunos de los ministros de la coalición que sostienen el Gobierno de Sánchez. Pero también son muy visibles en editoriales y caricaturas de muchos medios de comunicación.

LA NEGACIÓN DEL ANTISEMITISMO

“Hay una negación del problema. Una negación del hecho antisemita en sí. No hay una voluntad de contemplar el acoso al judío como algo real o existente, porque no casa dentro de este nuevo aire de los tiempos en el cual el judío es un opresor, colonialista etc… y da lo igual lo que le pase”, considera Masha Gabriel, directora de Medios Hispanos en la organización Camera de monitoreo de prensa, para quien los medios españoles están atrincherados en la “negación” del antisemitismo y lo esconden en el contexto bélico de Gaza y la cuestión palestina.

España no participó en la Segunda Guerra Mundial y, debido a la larga dictadura del general Francisco Franco, tardó años en volver a ser parte de Europa, por lo que no participó en el análisis histórico crítico del Holocausto que hubo después de esa contienda. Cuando ya entró en contacto con este tema, allá por los ´90 y 2000, lo hizo apropiándose del sufrimiento: El Holocausto no es exclusivamente de los judíos, es también gitano, homosexual y, como no, de los republicanos españoles que se enfrentaron a Franco y acabaron en campos de concentración.

“La especifidad del Holocausto no se quiere aceptar”, asegura Gabriel. “Entiendo que en España para poder conmemorar el Holocausto había que integrar a las víctimas españolas del nazismo. Pero nadie ha hecho el trabajo de explicar que las víctimas del nazismo no son necesariamente las víctimas del Holocausto. De manera que hay una incomprensión del Holocausto”.

Entre las mayores, la de que el genocidio de los judíos fuera un plan específico delineado por el régimen nazi como “Solución final” al judaísmo en Europa, con un proyecto industrializado de exterminación que no tienen parangón en la Historia de la humanidad.

Desde 2007, el Centro Sefarad-Israel, dependiente del Ministerio de Exteriores de España, ha lanzado en colaboración con Yad Vashem numerosas campañas y programas educativos para concienciar sobre la Memoria del Holocausto pero, a juzgar por los resultados estos días, la población general no conecta con el tema o, sencillamente, no quiere verlo “específicamente” judío.

Tampoco parecen conseguirlo las decenas de actos por la Shoá que se celebran el 27 de enero que, a juicio de Gabriel, “no sirven para nada”, más allá de recordar un momento histórico y para que la comunidad judía se sienta “valorada” o “entendida”.

Algunos incluso se preguntan si no hay un efecto “bumerán” en los esfuerzos de concienciación y difusión, que no solo ha dado alas al uso de simbología nazi para atacar al Estado de Israel y establecer comparaciones muy crueles, sino también para autojustificarse en el antisemitismo: “Si puedes poner ahora a los judíos en la misma escala moral que a los nazis, quedas de algún modo perdonado por lo que hiciste en el pasado. Y aunque eso ocurre en todo el mundo  -la acusación de genocidio la vemos en todas partes-, aca en España tienes unas viñetas que unifican directamente nazi con judío… A diferencia de otros países, como Francia, aquí ¡No pasa nada!”, abunda la directora de “Camera Español”.

EL VOLUMEN DE LA IZQUIERDA ESTÁ MÁS ALTO

Ana Blanco, vicepresidenta del Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia, que acaba de publicar un informe sobre el acoso y la violencia antijudía en los últimos seis meses, cree que desde el 7 de octubre ha emergido algo que “de alguna manera estaba latente”.

“Las imágenes que nos llegan a través de los medios no siempre son del todo objetivas porque muestran solo una parte, y hacen que la gente que tenía ahí algo dentro, esté empezando a manifestarse sobre todo por declaraciones y posicionamientos de determinados partidos políticos y de representantes de la sociedad”, explica.  

Su informe registra 36 incidentes antisemitas divididos en cuatro tipologías, desde violencia física contra creyentes judíos, a ataques a lugares de culto, pasando por vejaciones a creyentes y escarnio a la religión judía.

Preguntada por el silencio de las autoridades nacionales, cree que “el posicionamiento y la ideología que transmite el actual Gobierno español está en la base de todo esto”, y que en “su apoyo al Estado palestino parece que se olvida un poco de las víctimas” de esta guerra. Hay quienes sí condenan, principalmente en la derecha política, recuerda, pero considera que “se le da más eco a la línea de esta Presidencia del Gobierno, con aproximaciones más cercanas a una parte”, la palestina.

IMPOTENCIA DE LA COMUNIDAD JUDÍA

Frente a todos estos fenómenos, una comunidad judía relativamente pequeña -unos 45.000 miembros- que no se ve capacitada para alzar la voz como hacen las más grandes de Francia, Gran Bretaña o, incluso, Alemania. Es, además, relativamente joven (unos 100 años), y carece aún de voces intelectuales que den la voz de alarma. No hay grandes filósofos, ni pensadores, ni escritores, ni historiadores, con una reputación internacional como para influir en la sociedad general.

Por todo ello, el peso de la lucha recae sobre las instituciones comunitarias, principalmente la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), que no siempre pueden criticar abiertamente a las autoridades por todo tipo de compromisos e intereses, entre ellos el que los centros judíos estén recibiendo protección en momentos críticos como el actual y, también, por alguna que otra ayuda presupuestaria. Con ese trasfondo, las protestas son contenidas y, para algunos, demasiado escasas.

Ibarra, partícipe de incontables luchas contra el antisemitismo, muchas junto a las comunidades judías, recuerda como hace 30 años, en un famoso caso judicial de la sobreviviente Violeta Fridman contra el nazi Léon Degrelle por negación del Holocausto, le pidieron a ella desde las comunidades judías “No silenciarse, pero sí un perfil más suave”.

A su juicio, esto puede deberse a “una tradición de perfil bajo” que viene desde la época del Franquismo, cuando hubo en España un judaísmo “un poco sumergido para no llamar la atención”, y a que las comunidades judías eran, y son aún, un colectivo pequeño. En cualquier caso, señala que todo eso “se ha mantenido hasta hoy”, independientemente del perfil que, por su “propia dinámica y causas”, quiera mantener la FCJE.

Ibarra ha participado estos últimos meses en varias ruedas de prensa y pronunciamientos junto con el anterior presidente de la FCJE, Isaac Benzaquén, que dice “no han tenido el eco” deseable porque “hay otro daño colateral que es el silencio de los medios de comunicación. No todo es imputable a la FCJE. Sacan un comunicado y tiene una repercusion mínima. ¡Eso es responsabilidad de los medios!”.

Ejemplo de la aparente autocontención es que ninguna de las comunidades judías aparece como firmante de una reciente carta pública contra el antisemitismo lanzada por decenas de ONGs, pese a haberle dado su venia detrás de las bambalinas. Una posible explicación es que, en este caso particular, prefirieran que estuviese firmada únicamente por la sociedad civil general.

“Es verdad que la comunidad judía española no es muy vociferante. Creo que esto tiene que ver de algún modo con la historia de los judíos en España, (porque) quieras que no, los judíos se reintegrean a la sociedad española hace muy poquito”, sostiene Gabriel al afirmar que “ha habido reuniones con miembros del Gobierno para alertar del antisemitismo”. También esgrime que, en España, las cosas no se recriminan con la misma crudeza que en otros países.

Frente a este aparente miedo a alzar la voz para luchar contra el antisemitismo, y defender a Israel abierta y contundentemente, ya sea a nivel comunitario o individual, la invitación de la popular periodista catalana y defensora de Israel Pilar Rahola: “Creo que como mínimo el judaísmo organizado es cuando más voz tendría que tener, porque la idea de esconderse no sirve. ¡Nunca!”.

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One thought on “Del negacionismo del antisemitismo, al efecto bumerán del recuerdo”
  1. La izquierda paso de «esta forma de vida es mejor para todos, sino, te mato» a «si no estas a favor del mas chico, te mato».
    Siempre con su mensaje de paz y amor, ahora apoyando a Hamas.

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