Foto: Organización de Cooperación Islámica

Por Yoel Guzansky e Ilan Zalayat

Aproximadamente un mes después del estallido de la guerra, mientras los combates en Gaza seguían provocando protestas en el mundo árabe, Arabia Saudita organizó una reunión de emergencia conjunta de la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica (anteriormente conocida como la Organización de la Conferencia Islámica).

Particularmente digna de mención fue la participación del presidente iraní [Ebrahim] Raisi (la primera visita de un presidente iraní al Reino en muchos años) y del presidente sirio Assad. 

Por el contrario, el presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed, estuvo notablemente ausente, probablemente debido a la tensión actual con el príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman.

Bin Salman aprovechó la ocasión para resaltar el estatus renovado de su Reino y su interés en liderar el ámbito árabe.

Bin Salman también ha tratado de demostrar interés e involucramiento en la crisis de Gaza y no dejarle el escenario a Irán con su apoyo a Hamás y su postura contra Israel y Estados Unidos. 

Al mismo tiempo, está ansioso por continuar la tendencia de distensión regional (bin Salman está entre quienes la han fomentado y alimentado) marcada por la renovación de las relaciones de su país con Irán.

Como era de esperar, la reunión no produjo decisiones prácticas, y la declaración final reflejó el mínimo común denominador: un llamado al cese del fuego, ayuda humanitaria a la Franja y el fin del asedio, con una exigencia al Consejo de Seguridad de tomar una decisión vinculante. 

Se informó que los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y aparentemente también Arabia Saudita bloquearon una propuesta de resolución para obligar a los países a cortar las relaciones con Israel y detener los vuelos israelíes sobre su territorio, al mismo tiempo interrumpir el suministro de petróleo a los aliados de Israel, en línea con el famoso «boicot petrolero» tras la guerra de Yom Kippur.

La reunión de 57 líderes del mundo musulmán en Riad ilustra el estatus y la importancia del Reino en este momento y hasta cierto punto valida la distensión regional forjada en los últimos años, que refleja los efectos –y vigor, por ahora- de la nueva arquitectura regional.

Israel puede estar satisfecho con los resultados de la reunión y la conducta general en este momento de Arabia Saudita y los países árabes que mantienen relaciones con Israel, que reflejan su deseo de derrotar a Hamas, frenar las ambiciones de Irán y mantener relaciones normales con el Estado judío. 

Al mismo tiempo, el relativo distanciamiento de los países árabes de la crisis en Gaza también muestra que las expectativas que se tiene de ellos deben ajustarse con respecto a su participación en los acuerdos de seguridad y gestión de Gaza «el día después» de Hamás.

Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies

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