Una escultura tallada en madera fue restituida al Museo Bode de Berlín, décadas después de ser confiscada a la familia judía a la que pertenecía como consecuencia de la legislación nazi.
La escultura, que data de entre 1430 y 1440, está hecha de madera de tilo, mide 25,5 cm de altura y 30 cm de ancho y muestra tres figuras de ángeles que extienden un pañuelo sobre una banda nubosa, sobre el que reposa el niño Jesús.
La obra, presentada en el museo, perteneció a la colección de arte de alrededor de 100 objetos artísticos que poseía la familia de Ernst y Agathe Saulmann. El primero era propietario de una fábrica de lana en Eningen (suroeste de Alemania), y la segunda, hija de una de las pocas mujeres piloto de la República de Weimar.
«Para nosotros estuvo inmediatamente claro que teníamos que restituir la obra en función de los principios de Washington», aseguró el presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, Hermann Parzingen.
El 3 de diciembre de 1998, más de 44 países se adhirieron a dichos principios y se comprometieron a crear un registro único de obras de arte robadas por los alemanes antes y después de la II Guerra Mundial, con el fin de devolverlas posteriormente a sus propietarios o herederos.
La pieza artística había sido confiscada a la familia -que huyó en 1935 a Italia tras negarse a pagar «el impuesto de huida del Reich»- como consecuencia de las leyes nazis, y fue vendida en 1936 en la casa de subastas Adolf Weinmüller de Múnich (sureste).
Ernst Saulmann murió en 1946 tras su paso por un campo de concentración en Francia, mientras que su mujer, que presentó una de las mayores solicitudes de reclamación de obras de arte en la parte alemana administrada por Francia tras la guerra, murió en 1951 tras un intento de suicidio.
Sin embargo, no fue hasta ahora, tras la cesión y posterior recuperación de la obra por parte del Bode Museum a los herederos de la familia -Nina de Marez Oyens, hija del primer matrimonio y única heredera- que la escultura completó el proceso de restauración.
«Fue el Bode Museum quien nos contactó y nos propuso la compra de la escultura», recordó durante la presentación el heredero de los Saulmann, Felix de Marez Oyens.
«Estoy seguro de que nuestros antepasados se habrían alegrado de oír de la restauración», finalizó De Marenz Oyens, que en los últimos años ha encontrado once obras de la familia en cinco museos alemanes y tres colecciones privadas. EFE
Además de las obras de arte robadas, o al margen de las indemnizaciones por las muertes y maltratos, quedaría otros muchos bienes, empresas, negocios, viviendas e inmuebles, que todavía no han devuelto, y no sólo por la Alemania-Austria nazi, en países que ocuparon como Polonia o en países fascistas como España, donde robaron negocios e inmuebles a los pocos judíos españoles, obligaron a las comunidades judías a donar «voluntariamente», que es un término sumamente interpretable para los fascistas españoles, grandes sumas de dinero destinadas a los 50.000 fascistas españoles de la División Azul, los que fueron a Rusia en 1941 para ayudar a sus amigos nazis alemanes. O, por ejemplo, les prohibieron por ley ejercer determinadas profesiones, como médico, o acceder a puestos de trabajo de funcionarios del estado, leyes que compartían con los que se consideran el equivalente a las víctimas judías de los nazis de los fascistas españoles, que procuraron exterminar, los apenas 5.000-7.000 masones, de los que asesinaron en retaguardia a unos 2.500-3.000 que no pudieron huir durante los primeros meses de la Guerra Civil. No se sabe la cifra exacta, a pesar de que los masones desde siempre llevan un registro escrupuloso de sus miembros, porque los fascistas incautaron o robaron absolutamente todas sus pertenencias, templos e inmuebles, incluidos los documentos y las actas de la reuniones de las logias masónicas, las ropas ceremoniales y los objetos de los templos masónicos. Los papeles los utilizaron para perseguir a los masones no identificados y a sus familias, además de exponer los objetos de manera tenebrosa en un museo en Salamanca. A día de hoy, aparte de que la justicia española no ha devuelto bienes a los sindicatos anarquistas por no estar definida su relación con los de la Segunda República, los masones son el único grupo víctima de la dictadura fascista que no han recibido compensación por lo que les robaron, o no les han devuelto templos salvo algunos demasiado vistosos, muchos templos convertidos en sedes del partido único fascista Falange o para algún edificio administrativo del estado fascista, o viviendas y edificios de masones vendidos a los amigos de los fascistas y ya desaparecidos por pasar por muchas manos o haber sido demolidos para construcciones más modernas. Pero en el caso español todavía son menos «voluntariosos» o peores en otros asuntos, no sólo no juzgan los crímenes de lesa humanidad de los fascistas españoles, estos supuestos adalides de la humanidad y de la más alta moralidad católica, ni siquiera pestañean cuando impiden dar sepultura a las 115.000 víctimas republicanas que permanecen en fosas comunes sin identificar en las cunetas de las carreteras españolas, o los 300.000 niños robados por los fascistas para venderlos a familias fascistas o católicas.
Desconozco los motivos por los que los masones son el único grupo que no han compensado en la democracia actual, puede ser porque a los masones, como grupo o asociación, no les han devuelto los inmuebles incautados por el régimen fascista ya que muchos de sus templos y locales estaban a nombre de algún masón de la logia en inmuebles comunes. También he encontrado algún comentario en páginas de internet de masones con lo que parece una cierta discrepancia interna sobre la procedencia de pedir la devolución al gobierno o en los tribunales, si bien los máximos dirigentes no lo ponen en duda.