Una exposición con instalaciones de bordados y esculturas realizadas en conjunto por varias bordadoras que evoca algo digno de ser recordado por su bondad.
En la Galería “The Clliff” (Ha Tzuk) de Natania se está presentando una exposición muy especial la que muestra a los espectadores a través del arte tradicional que evoca en todos nosotros el anhelo de alguien o algo digno de ser recordado por su bondad. La exposición está compuesta de instalaciones de bordados y esculturas realizadas en conjunto por varias bordadoras y en especial una que es considerada la “gran bordadora”, quien a través de su trabajo cuenta también su historia. La curadora Adi Yekutieli nos informa que la exposición representa a quienes tienen el poder de mostrar su vulnerabilidad y nos pide que entendamos la importancia de compartirla, como una verdad artística, personal y honesta. Se puede visitar hasta el 20 de marzo.
Adi nos cuenta que todo comenzó cuando hace unos cuatro años, extrañando a su amado esposo Israel, Yona Altaras comenzó a bordar las pinturas que él había hecho cuando vivía. Israel había pintado miles de cuadros en sus últimos años, parte de su correspondencia con ella y con la vida. Eran esbozos rápidos de sus pensamientos y sentimientos, observaciones llenas de valentía y reflexión, así como de alegría y diversión.
Para Yona, el proceso de bordar sus pinturas fue un consuelo continuo: recordar su vida y comprender los pensamientos y emociones que había dejado atrás, que Yona descubrió mientras pasaba tiempo en su “presencia” día tras día.
La bordadora declara “el acto de bordar se lleva a cabo a un ritmo diferente: lento, deliberado y mesurado. Este ritmo permite que el hilo y la aguja permanezcan íntimamente, creando puntada tras puntada hasta que se acumulan gradualmente para crear una forma”.
Durante el último año, ella creó 26 unidades de bordado basadas en las pinturas de Israel, que luego unió para crear una gran pieza. El resultado es una pieza extraordinaria que contiene técnicas que solemos ver en una escala mucho más pequeña. Cuando Adi Yekutieli vio el trabajo terminado, supo que ofrecía una experiencia visual totalmente única, una que esperaba poder compartir. Invitó a otras bordadoras a crear sus propios trabajos nuevos para esta exposición, pidiéndoles que exploraran la idea de “bordado grande”. En la mayoría de los casos, la obra resultante supuso un punto de inflexión en el proceso creativo del artista.