Los judíos y el tango – Parte 5

26 octubre, 2022 , ,
Foto: Wikipedia - Dominio Público

Fuente: Grupo de Facebook Personalidades judías de todos los tiempos. Compilado por Raúl Voskoboinik.

Comediante, compositor y cantante de docenas de exitosas canciones en idish como las dedicadas a Moises Ville y Basavilbaso. Nació en Vilna el 10 de mayo de 1902, famoso dentro de la comunidad judía de Argentina en la década de 1930. Creando y cantando en una curiosa mezcla de lenguajes que se ubicaba entre el idish y el porteño, Jevel Katz fascinó durante una década a los judíos rioplatenses con canciones que reflejaban espontaneidad, gracia y picardía para pintar las vivencias de los inmigrantes de su mismo origen.

Había nacido en Vilna, la llamada “Jerusalén de Lituania”, en el seno de una familia de pocos recursos. De muy joven comenzó a trabajar como matricero en la imprenta de los hermanos Rom. Comenzó a cantar sus primeras parodias en el sindicato de obreros gráficos de Vilna. A los 27 años decide seguir a un hermano suyo radicado ya en Buenos Aires, una ciudad muy lejana y de muy mala fama por la Semana Trágica del 7 al 14 de enero de 1919, en la que obreros anarquistas se enfrentaron a civiles y militares de ultraderecha y la fascista Liga Patriótica Argentina agredió a la comunidad judía, con un número indeterminado de muertos. En 1910 nacionalistas y policías habían asaltado casas y comercios israelitas y un barco con quinientos inmigrantes judíos fue obligado a regresar sin permitirle el desembarco; a esto se sumaba la negra reputación que le daban a los judíos la Zwi Migdal, una organización de criminales de este origen dedicados a la trata de blancas y el contrabando. La inmigración europea había traído consigo los estereotipos del antisemitismo y se acusaba a los judeo-argentinos de ser anarquistas, usureros y dueños de la bolsa.

Llegó a Buenos Aires el 20 de mayo de 1930 decidido a iniciarse en el mundo del espectáculo. Llegó a un extenso país que recibía grandes oleadas de inmigrantes españoles, italianos, alemanes, rusos y judíos, como él. La mayoría huía de la pobreza, de las feroces guerras entre los europeos y del ascenso del nazismo.

Se autodefinía como un “cantor callejero”; juglar, parodista. Solía actuar de esmoquin y galera, se vestía de gaucho o de mujer. Katz cantaba en ídish, mezclado con castellano y lunfardo. Actuando en radios de Buenos Aires y Montevideo, recorrió el interior de Argentina, especialmente las colonias judías de Moisés Ville y Basabilvaso, y actuó en Tucumán, Uruguay y Chile.

En sus diez años de carrera Jevel Katz, Jévele o Kétzele, nombres alternativos con los que él mismo se nombraba y que eran diminutivos de su verdadero nombre, escribió o musicalizó más de quinientas piezas musicales de los más variados estilos: vidalitas, rancheras, fox-trots, tangos y rumbas. Entre parodias, cuplés, cuadros, sátiras y pequeñas descripciones lírico-musicales de la vida judía en Buenos Aires y en las colonias agrícolas judías de Santa Fe y Entre Ríos, pero solamente grabó unas pocas.

Katz empleaba una jerigonza de idish lituano, porteño y lunfardo con la que ironizaba sobre la vida cotidiana, la política y el mundo de la farándula, pero también dedicaba hermosas melodías a los barrios hebreos.

Trabajó principalmente en Buenos Aires y casi exclusivamente para la comunidad judía, no obstante, participaba de todas las inauguraciones de las emisoras de radio, un nuevo medio de comunicación que hacía furor en el Buenos Aires de la década del treinta.

Katz solía tomar canciones que estaban de moda y les cambiaba la letra, rescribiéndolas en “castidish”, tal como definía ese cocoliche que había inventado: ídish mechado con castellano. Así lo hizo con “La Cucaracha”, “Manisero” y “La Cumparsita”, entre otras.

Entre sus creaciones se pueden mencionar: “Dados”, “Mucho ojo”, “Radio”, “Un poquercito”, “Colchas”, “En un conventillo”, “De noche con un tranvía por Corrientes”, “Canning”, “Busco un cuarto”, “Una ranchera”, “Té”, “El gringo en la plaza”, “Mi viaje a Tucumán”, “Un colono”, “Basavilbaso”, “Moisés Ville”, entre otras.

«El judío más alegre de todos los judíos”, como le gustaba presentarse, tenía también un temperamento melancólico, como se aprecia en un monólogo entrañable que grabó sobre su padre y su pueblo que empieza así: “Yo me abriría el corazón para que vean cómo llevo escondida allí una larga nostalgia que no deja de doblegar en mí la sola idea de ser feliz; que me tironea hacia atrás, hacia el pueblito en el que nací”.

Jevel Katz murió a los 37 años de edad en Buenos Aires, el 8 de marzo de 1940, por una complicación de una operación de amígdalas a la que se sometió luego de recibir una oferta de trabajo en los Estados Unidos. A su entierro asistieron unas cuarenta mil personas y fue sepultado en el Cementerio Israelita de Liniers.

Lo multitudinario del sepelio hizo recordar la muerte, cinco años antes, de Carlos Gardel y éste fue el motivo por el cual Jevel Katz fue conocido como el “Gardel Judío”.

Su vida y obra fue difundida por el escritor Eliahu Toker.

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