Un informe encargado por el Centro de Información e Investigación de la Knéset (parlamento) encontró que los hijos de familias más ricas no sólo son más propensos a ingresar a la educación superior que sus pares más pobres, sino que también son más propensos a estudiar carreras más caras.
Concretamente, las posibilidades de que una persona joven de una familia rica vaya a la universidad y recibir una licenciatura es cuatro veces superior a las de una persona joven de una familia pobre.
Esto significa que la brecha entre ricos y pobres en lo que respecta a la educación puede verse tanto en términos de exámenes de matriculación de la escuela secundaria, así como en lo que respecta a la educación superior.
El estudio mostró que el 81,4 por ciento de todos los niños nacidos en familias en las dos primeras categorías de ingresos van a la universidad, en comparación con sólo el 22,6 por ciento de todas las familias de las dos categorías inferiores de ingresos.
Parece que la riqueza familiar también influye en las profesiones que eligen los estudiantes: la mayoría de los estudiantes ricos optan por estudiar carreras como ciencias naturales, ciencias informáticas, derecho e ingeniería – todas profesiones que conducen a mayores salarios.
Mientras tanto, los estudiantes de entornos socioeconómicos más pobres suelen elegir carreras de enseñanza o enfermería, profesiones con salarios promedio más bajos.
La investigación también mostró que el nivel socioeconómico de la familia juega un papel importante en la decisión de dónde obtener un título. Los estudiantes de los estados socioeconómicos más altos estudian principalmente en las universidades, mientras que los estudiantes cuyas familias eran de estratos socioeconómicos bajos estudian en los colegios académicos (mijlalot).
Las personas pudientes van más a la universidad
