La mano iraní detrás del cuchillo que apuñaló a Salman Rushdie

Salman Rushdie Foto: Abril Cabrera / Secretaria de Cultura de la Ciudad de México CC BY-SA 2.0 vía Flickr

Por Jonathan Spyer

El régimen iraní y los medios de comunicación proiraníes reaccionaron con entusiasmo ante el intento de asesinato del autor británico-indio Salman Rushdie la semana pasada. Los funcionarios de la República Islámica de Irán han mantenido un esmerado silencio. Pero los principales portavoces tanto del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) como de las diversas franquicias de las milicias chiitas que el CGRI mantiene en todo el mundo de habla árabe han sido abiertos en su apoyo al asesino en potencia, de 24 años, Hadi Matar, y al atentado contra la vida de Rushdie.

Mientras tanto, los hechos emergentes sobre el proceso por el cual Matar se radicalizó muestran hasta qué punto el archipiélago islamista chiita que rodea a Irán se parece de manera significativa al mundo islamista sunita. Es habitual entre los analistas del islam político establecer una clara distinción entre el mundo centralizado, organizado y jerárquico del CGRI y sus diversas franquicias, y el panorama más caótico y emprendedor del radicalismo sunita. El caso de Matar muestra que esta distinción no es del todo sostenible.

La diferencia central entre los dos es la presencia de un Estado, con todas las capacidades derivadas de eso, en el caso chiita. Pero muchas de las características que caracterizan a los jóvenes sunitas nacidos en Occidente que se sintieron atraídos para apoyar y actuar en nombre de ISIS [Estado Islámico] u otros grupos similares durante la última década parecen estar presentes también en el caso del asesino en potencia de Rushdie.

Con respecto al apoyo al acto de Matar en los medios pro-iraníes, el canal Telegram de al-Sabereen, una organización de medios asociada con las milicias chiitas de Irak, escribió que «Cabe señalar que el Líder Supremo de la República Islámica de Irán, Sayyid Khomeini, emitió una fetua sobre el derramamiento de sangre de Rushdie debido a su famosa novela Los versos satánicos y su insulto a los versos de Dios», antes de referirse a Matar como «el implementador de la fetua de Sayyid Khomeini».

Al-Sabereen respondió al anuncio de la identidad del posible asesino y la evidencia emergente de sus afiliaciones pro-iraníes con una bendición chiita expresando su agradecimiento a Dios. En otra parte, el canal tituló su cobertura del intento de asesinato bajo el título «La venganza de Dios».

En los medios de comunicación en idioma farsi directamente asociados con el CGRI y el régimen iraní, el periódico Kayhan escribió en su editorial del domingo que «Dios se ha vengado de Rushdie». Mientras tanto, el sitio web de Tasnim, que refleja las posiciones del CGRI, describió a Rushdie como «el autor apóstata del libro Versos satánicos, que había insultado al ámbito sagrado del Islam, al Corán y al amado Profeta del Islam».

El 14 de agosto, Tasnim, en su sección farsi, publicó una entrevista con Sa’adullah Zarei, a quien describió como un «experto senior y analista político». En la entrevista, Zarei afirmó que «Naturalmente, como persona musulmana o como país musulmán, damos la bienvenida y nos regocijamos por la destrucción de Salman Rushdie, en cualquier forma que tome… esta persona debe ser aniquilada debido al grave y muy importante crimen que cometió”.

Estos sentimientos reflejan la opinión no controversial y aceptada en el entorno islamista chiita pro-iraní, según la cual la fetua de febrero de 1989 del líder supremo iraní Sayyid Ruhollah Khomeini, que aboga por el asesinato de Rushdie, sigue vigente y, por lo tanto, su intento de implementación debe ser bienvenido.

¿Cómo llegó Matar a este punto?

El camino de Matar para convertirse en el potencial «implementador» de la fetua de Khomeini es menos claro de inmediato. Nacido en los EE. UU. de padres que emigraron de la ciudad chiita del sur del Líbano de Yaroun, Matar se crió en California y Nueva Jersey. Su cuenta de Facebook, publicada en los medios estadounidenses (y republicada con celebración añadida por al-Sabereen), muestra su apoyo al CGRI y al régimen iraní.

Cuando fue arrestado, Matar llevaba una licencia de conducir falsa a nombre de «Hassan Mughniyeh». Si bien constituye un nombre árabe regular, también es una amalgama de los nombres de dos de los héroes en el panteón del CGRI y sus franquicias árabes: el líder libanés de Hezbollah, Hassan Nasrallah, e Imad Mughniyeh, el cerebro militar de la misma organización.

Matar, según una entrevista con su madre, Silvana Fardos, publicada por el diario británico Daily Mail, se radicalizó tras una visita al sur de Líbano en 2018. Su padre, Hassan Matar, reside en la localidad de Yaroun, y Hadi Matar se quedó en la zona durante 28 días. Yaroun está en un área controlada por Hezbollah. A su regreso, Matar permaneció focalizado en su nuevo interés por el Islam, según la entrevista.

En algún momento entre esta visita y el ataque a Rushdie, es probable que Matar haya estado en contacto a través de las redes sociales con elementos «directamente involucrados o adyacentes al» CGRI y la Fuerza Quds (FQ), su ala externa, según «oficiales de inteligencia de Oriente Medio”, citados en un informe de Vice News.

Queda por establecer la veracidad de tales afirmaciones. Y debe tenerse en cuenta a este respecto que los funcionarios anónimos citados por Vice News no afirman claramente que el ataque fuera iniciado y dirigido por Irán y el CGRI. Más bien, sugieren una gama de posibilidades.

Estas incluirían que Matar fuera efectivamente controlado y dirigido por funcionarios de CGRI/FQ, o que estuvo en contacto con figuras que podrían haberlo ayudado a su radicalización. También existe la posibilidad de que Matar simplemente se haya inspirado en los mensajes que emanan de la extensa actividad online del régimen iraní y luego decidiera actuar de manera independiente en consecuencia.

Pero incluso si uno toma la interpretación más minimalista de la evidencia actualmente disponible, según la cual Matar se «auto radicalizó» online después de su visita al Líbano; la imagen que emerge es sorprendente, y a la vez familiar y nueva.

Familiar – porque la trayectoria por la cual un hombre o una mujer joven nacido o criado en Occidente se encuentra con el islam político a través de las actividades online o por casualidad, y luego se involucra más profundamente con él, y finalmente se convierte en un soldado de su causa es esta altura muy conocida en Occidente.

Figuras de este tipo han estado detrás de muchos de los actos de terrorismo islamista más notorios de los últimos años. El ataque al Hyper Cacher en 2015, la tortura y ejecución de periodistas occidentales y trabajadores humanitarios por parte de ISIS en el período 2014-19, y los atentados con bombas en el maratón de Boston de 2013, fueron todos llevados a cabo por individuos de este tipo. Ellos forman parte de una lista mucho más larga.

Pero lo impactante, porque a diferencia de los casos antes mencionados, en el caso del atentado de Matar contra la vida de Rushdie, es que los medios y mensajes y adoctrinadores estaban todos operando al servicio de un Estado. No se trata de un arreglo improvisado como el efímero «Estado Islámico», sino una entidad legal reconocida con un asiento en la Asamblea General de la ONU.

Esta capacidad de navegar entre los ámbitos del Estado convencional y la organización paramilitar y terrorista es el multiplicador de fuerzas más grande que posee la República Islámica de Irán. En todo el mundo de habla árabe, es esta capacidad, por encima de todas las demás, la que ha llevado a Teherán a sus logros de la última década.

Como debería ser evidente ahora, esta combinación se extiende también a la actividad en el territorio de los países occidentales. Esto, con todas sus implicaciones, debe ser internalizado ahora por los gobiernos occidentales. El cuchillo que hirió a Salman Rushdie en la Institución Chautauqua en el oeste de Nueva York puede haber sido de Matar, pero la mano que lo operaba entre bastidores era la de Irán.

Fuente: The Jerusalem Post

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