La Cumbre de Eilat concluye con una defensa de las alternativas alimentarias

Eilat Foto ilustración: PublicDomainPictures vía Pixabay

La conferencia concluyó el jueves en la ciudad meridional israelí de Eilat.

Durante los tres días que ha durado el encuentro los expertos asistentes coincidieron en la necesidad de potenciar esos mecanismos alternativos, como la cría de peces en cautividad o de algas, incluso en entornos desérticos de manera que se obtengan suficientes ejemplares que puedan ser destinados al consumo humano a un precio relativamente asequible, al tiempo que se intenta paliar de ese modo la fuerte presión que sufren los caladeros tradicionales.

«Los sistemas no convencionales se pueden identificar como elementos fundamentales para el desarrollo sostenible», afirmó en la sesión de clausura de la cumbre el asistente al director general de la agencia de la ONU para la alimentación (FAO), Vladimir Rakhmanin.

En este sentido, Rakhmanin señaló que esos sistemas no convencionales, como los criaderos de peces en el desierto y en zonas áridas, significan un «soporte esencial» porque, si se intensifica y aumenta su presencia, «pueden suponer una gran contribución al mantenimiento y la preservación de los ecosistemas».

El representante de la FAO incidió en que este tipo de iniciativas se incardinan perfectamente con los cuatro puntos básicos que su organización vincula a la Agenda 2030 de la ONU para el Desarrollo: Mejor producción, mejor nutrición, mejor medioambiente y, en definitiva, mejor calidad de vida, todo ello con el objetivo del «hambre cero».

Según reconoció el propio Rakhmanin este objetivo del «hambre cero» parece hoy por hoy bastante inalcanzable, sobre todo porque, lejos de disminuir, la población de la Tierra que padece esa lacra se situaba en 2021 en 828 millones de personas, una cifra que aumentó a consecuencia de la pandemia de coronavirus en 2020.

En paralelo, el experto hizo hincapié en que la cifra de las reservas marinas ha ido decreciendo sistemáticamente entre 1974 y 2019 con la consiguiente repercusión en términos de oferta, precios y consumo, con un claro perjudicado, las personas más desfavorecidas.

Para revertir esa tendencia, favorecer el acceso de todos a los alimentos básicos, propiciar un aumento de la oferta y en consecuencia una disminución lógica de los precios, «tenemos que trabajar con la ciencia para conseguir más recursos» y avanzar hacia una situación mucho más favorable que la actual en términos alimentarios y tambié, ecológicos, subrayó.

Asimismo, en la cumbre de Eilat se puso el foco en la importancia que tiene concebir la acuicultura no solo como una experiencia científica o como una especie de técnica de último recurso o secundaria, sino como un auténtico negocio, que puede generar importantes beneficios al tiempo que facilita generalizar el acceso al producto.

Es decir, una combinación entre ciencia, economía y solidaridad que puede repercutir muy favorablemente a nivel global.

Frente a países como Noruega o Chile, que hacen grandes inversiones en acuicultura, en particular en la cría del salmón en cautividad, y consiguen un importante volumen de negocio, otros como Bangladesh la practican con métodos muy artesanales y para el consumo interno, de modo que los beneficios obtenidos son muy pequeños, pese a disponer de un importante potencial, señaló por su parte el investigador Barry Antonio Costa-Pierce.

Los expertos subrayaron la importancia del desarrollo de las tecnologías basadas en el agua de mar para el cultivo de organismos marinos de alta calidad y establecer una biotecnología asociada.

Dicho de otro modo, se trata de fomentar, potenciar y desarrollar la investigación en laboratorio de todos los ámbitos de la acuicultura con el fin de hacer de ella una verdadera práctica industrial que reporte tanto una oferta amplia y favorable al consumidor como un elemento realmente interesante en términos económicos. EFE

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