Seumas Milne, director de estrategia y comunicaciones del líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, sugirió la existencia de una complicidad entre Israel y el Estado Islámico, durante una conferencia sobre Oriente Medio, en junio del 2005, de acuerdo con un video revelado recientemente por el periodista Iggy Ostanin.
Este tipo de afirmación conspirativa, que está ganando adeptos entre la izquierda occidental, aunque insensata, es muy común en el mundo árabe y musulmán, apunta el analista Jonathan Spyer, en un mensaje de Facebook.
Spyer sugiere que la intención de este mito es exculpar de cualquier responsabilidad al islam político suní y a la cultura política árabe, en general, por el hecho de que tal tipo de organización criminal surja desde dentro de su propio seno.
Milne no pertenece a esta última categoría, indica Spyer, sino que parecería apoyar al grupo libanés chií Hezbollah y al régimen de Assad, y consiguientemente reproduce la trillada afirmación de éstos últimos de que los jihadistas sunitas o “takfiries” actúan en complicidad con los judíos o los sionistas, donde la “Resistencia” o “Muqawama” (eufemismo por Hezbollah) son a quienes Israel percibe como enemigos.
Spyer observó de cerca la situación en el apogeo de la guerra civil siria cuando en la zona lindante con el sur del Golán existía un enclave controlado por el Ejército de Khaled ibn Walid (una filial del Estado Islámico). Se trataba de una frontera tensa, con frecuentes incursiones e intercambios de fuego. En el norte, los rebeldes sunitas estaban más preocupados por las fuerzas de Assad y la relación con Israel era de “indiferencia o alianza pragmática”.
Spyer sostiene que el principio que gobierna la estrategia israelí es bastante simple: no ataques a Israel y los israelíes no te atacarán. Se trata de un concepto que egipcios y jordanos han comprendido. Israel no está interesado en que tipo de filosofía política absurda o disfuncional gobierna a sus embrollados vecinos. Ya sea una monarquía absolutista como en Jordania o una dictadura sofocante como en Egipto, puntualiza el analista. Ni siquiera le importa si adhieren a las creencias racistas de la supuesta impureza ritual de los judíos tal como predomina entre Hezbollah y sus aliados, o a la reiterativa afirmación de que los israelitas descienden de los monos y cerdos, tal como sostienen Hamás, el Estado Islámico y otros grupos jihadistas afines. Pero si se le ocurre atacar a Israel, “morirá”.