Soldados libaneses intervienen en el conflicto entre aldeanos drusos y terroristas de Hezbollah tras el lanzamiento de cohetes contra Israel - Foto: Twitter

La conducta de Hezbollah contra Israel en el intercambio de fuego a lo largo de la frontera libanesa durante el fin de semana pone de relieve hasta qué punto la organización es meticulosa en la implementación de su estrategia de disuasión, a pesar de la grave situación económica y social en el Líbano que también lo afecta. Hezbollah tienen el cuidado de dejar en claro que no quiere una guerra con Israel, pero está listo para ella, en caso de que estalle.

Hezbollah permitió o alentó a organizaciones palestinas a disparar [cohetes] contra Israel durante las semanas recientes. En respuesta a los cohetes lanzados contra Kiriat Shmona, Israel respondió primero con fuego de artillería y la organización refrenó su respuesta. Sin embargo, cuando Israel añadió un ataque de su Fuerza Aérea, Hezbollah lo vio como una violación de las reglas del juego que cree que se establecieron en el Líbano después de la Segunda Guerra del Líbano. Por lo tanto, la organización lanzó una veintena de cohetes que, como destacó Nasrallah en su discurso, se limitaron deliberadamente a la zona del Monte Dov y a los puestos militares.

Nasrallah pareció dar un suspiro de alivio cuando nadie resultó herido en el lado israelí. El secretario general reconoció que la respuesta de su organización tenía como objetivo disuadir a Israel de renovar los ataques aéreos israelíes en el Líbano y mantener un equilibrio en la ecuación de disuasión existente. Como de costumbre, Nasrallah agregó palabras arrogantes sobre la fortaleza de la «resistencia» frente a la debilidad de Israel, ostensiblemente «temeroso de un daño destructivo en su retaguardia [frente interno]».

Por el tono apologético de su discurso, queda claro que Nasrallah está preocupado por las crecientes y duras críticas en su contra por la responsabilidad de su organización en el deterioro del Líbano, así como por forzarlo potencialmente a una confrontación militar con Israel que nadie en el Líbano quiere, a excepción de los patrocinadores iraníes de Hezbollah.

La crítica se reflejó en el conflicto que estalló entre los operativos de Hezbollah y los drusos que viven en las aldeas desde donde se dispararon los cohetes, lo que casi llevó a la venganza contra los que perpetraron los lanzamientos. Esto fue impedido por el ejército libanés, al que se le pidió que los liberara sin que el incidente se convirtiera en un baño de sangre étnico. Nasrallah se apresuró en condenar a los atacantes, alegando que no eran residentes locales y que el incidente no caracteriza las buenas relaciones entre los chiís y los drusos.

En conclusión, el calentamiento de la frontera parece servir el deseo de la organización de desviar las críticas agudas en su contra, y tiene la intención de resaltar su condición de «defensor del Líbano» y como la única entidad capaz de disuadir a Israel de explotar la difícil situación del Líbano para promover sus intereses. Al mismo tiempo, la organización tiene cuidado de no sobrepasar sus límites con Israel, a pesar de su disposición de entrar en fricciones con él sin verse arrastrado a una confrontación militar de gran escala.

Nasrallah cree que puede enfrentar a Israel, incluso si la situación se deteriora hasta convertirse en una confrontación de gran escala, y que le puede infligir un daño estratégico tan grave a Israel que lo obligaría a poner fin a la lucha en poco tiempo, lo que no conducirá a la derrota y erradicación del estatus de la organización en el Líbano. Desde este punto de vista, la organización está dispuesta a esperar y, en ocasiones, incluso a embarcarse en aventuras limitadas y de corto plazo

Fuente: INSS The Institute for National Security Studies

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