por Dr. Israel Jamitovsky
Lucy Adlington es una historiadora y novelista británica con mas de veinte años de experiencia en el espacio de la investigación histórica .En su momento, sintió que costureras judías en el campo de concentración Auschwitz-Birkenau fueron obligadas a trabajar en un taller de alta costura para crear prendas de primera agua para las esposas de altos oficiales nazis. Sin embargo, una vez efectuado tal descubrimiento, todos sus esfuerzos desplegados a los efectos de acceder a mayor información, resultaron estériles .Muchas mujeres se valían de apodos o modificaron sus nombres al casarse, otras para olvidar su pasado adoptaron nombres hebreos. Por ello y en base a dichas modistas, publicó una exitosa novela rotulada La cinta roja convertida en un best seller mundial.
Cuando dicha novela vio la luz, familiares de las modistas se pusieron en contacto con la historiadora señalando su parentesco y suministrando valiosa información. Adlington sintió que este historia no está enterrada y que merece ser abordada e investigada. En este contexto, trabó contacto con los familiares de las costureras de Auschwitz y en 2019, conoció una costurera superviviente en San Francisco rotulada Berta Berkovich Kohút de 98 años de edad, la única superviviente del taller de alta costura de Auschwitz Birkenau en aquel momento, gracias a la cual, Adlington pudo reconstruir la vida de 25 costureras(23 eran judías y las dos restantes comunistas francesas), obligadas a diseñar y confeccionar ropa a medida para la alta gama de la élite nazi, con las telas y accesorios de moda confiscados a distintos colectivos judíos.
Recientemente el volumen de Adlington fue traducido al hebrero y puesto a la venta en Israel, lo que configura una excelente oportunidad para acceder a la historia de estas valientes mujeres.
En este contexto, conviene recordar, que los nazis le otorgaron a la indumentarias y vestimenta una importancia primordial, Hitler señaló en su momento que las mujeres germanas deben ser las mejor vestidas de toda Europa. Asimismo la presencia judía en el espacio germánico fue por demás significativa. En Berlín al ascender el nazismo operaban 2400 establecimientos de moda en Berlín y en Leipzig 1600, la mitad de la industria textil, todo ello estaba en manos judías, lo cual naturalmente fue robado y expropiado por los nazis.
Salvación y resistencia clandestina
A principios de 1940, Hedwig Hoss, esposa del comandante nazi del campo de concentración de Auschwitz dirigía allí un salón de moda que empleaba a prisioneras.
Las costureras eran jóvenes mujeres, muchas de ellas entre 20 y 30 años de edad. Gracias a su trabajo en el taller de sastrería no fueron enviadas a las cámaras de gas, pero aún así tenían que ser ingeniosas, trabajar rápido y ser precisas. Se les requería un alto nivel de habilidad, precisión y a menudo fueron amenazadas con ser enviadas a las cámaras de gas si no cumplían con todos los estándares exigidos.
Reinaba entre ellas una gran amistad y compartieron momentos de solidaridad y apoyo mutuo. Pauta de su jerarquía no sólo humana sino también intelectual, era que por las noches solían enseñarse mutuamente francés, alemán, ruso y solían departir acerca de tópicos científicos y filosóficos. Adlington señala que la antedicha Berta Berkovich Kohút solía infundir ánimo a sus compañeras señalando «ya verán después de la guerra tomaremos junto café con torta». También la capo de nombre Marta Fuchs aportó lo suyo para hacer mas accesible su trabajo. Berta Berkovich Kohút falleció en Febrero de 2021 a la edad de 100 años.
El estudio en el que operaban las costureras diseñando prendas de alta costura para la élite nazi, gozaban del equipamiento de un sofisticado salón de moda y sus integrantes se hicieron acreedores a una vida menos inhumana, si se les compara con el resto de los presidiarios del campo de exterminio.
Pero estas mujeres no se resignaron a elaborar hermosos vestidos. Muchas colaboraron secretamente con los movimientos de resistencia clandestinos, valiéndose de sus posiciones relativamente privilegiadas para trabar contacto con la gente fuera del campo de concentración. Solían recoger y distribuir medicamentos. Pudieron igualmente acceder a los periódicos y escuchar secretamente las radios y estar al tanto de los acontecimientos.
La mayoría de las costureras judías sobrevivieron el Holocausto y continuaron trabajando en distintos espacios de su profesión.
El Libro de Adlington posibilita acceder al escalofriante rol de la moda en un campo de exterminio y revela historias de vidas excepcionales que deben ser conocidas y contadas antes que sea demasiado tarde .No en vano el volumen se hizo acreedor a cálidos elogios desde distintos y prestigiosos espacios literarios.
Lucy Adlington acotó que si bien pudo departir con Berta Berkovich Kohút y los familiares de las demás costureras, no pudo encontrar algún rastro de los vestidos que confeccionaron las modistas judías en Aushwitz.Pese a ello, Adlington-igualmente coleccionista de ropa antigua- señaló que una de las modistas rotulada Hunya que sobrevivió a Auschwitz cosió años mas tarde un vestido de seda para su sobrina, agregando que:
» La sobrina me envió dicho vestido, de tal suerte que tengo uno hecho por una de dichas modistas y cada vez que lo veo me pongo a llorar «.
Excelente artículo