ELLE (Francia, 2016). Notable Film, Gran Calidad

17 noviembre, 2016

Dirección: Paul Verhoeven. Guión: David Birke.
Fotografía: Stephane Fontaine. Actores: Isabelle Hupert (Michele Leblanc), Laurent Lafitte (Patrick), Anne Consigny (Anne), Charles Berling (Richard Leblanc), Virginie Efira (Rebecca), Judith Magre (Irene). Christian Berkel (Robert), Jonas Bloquet (Vincent), Alice Isaaz (Josie) y otros

Se apagan las luces en la sala después de los incontables anuncios comerciales y anticipos de películas y estalla el horror, se escucha una lucha entre un hombre y una mujer, con ruidos estrepitosos de cerámicas al caer al suelo y romperse, probablemente a raíz de la riña acompañada de gemidos y rugidos. Se hace la luz y se ve a una mujer postrada en el suelo con las piernas abiertas y un hombre de espaldas, vestido de negro con una máscara de esquí ajustándose la ropa y salir de la sala donde ha tenido lugar el hecho. Luego se la ve a ella juntando con una escoba los platos, vasos, tazas rotos en una pala y tirándolos a la basura.
Sigue la escena en la bañadera donde Michele se relaja y se ve a través de las burbujas una mancha de sangre. Lo dicho no puede considerarse un spoiler (arruina placer o interés) ya que sucede al principio absoluto del film pero tendrá preponderancia en toda su extensión. Luego de una pausa de unos diez años, Verhoeven a sus casi 80 años, se vuelve a poner detrás de la cámara, en Francia, con el film de clausura de la competencia oficial del Festival de Cannes de este año.
La crítica lo aplaudió unánimemente pero tal vez el jurado lo considerará demasiado turbador al no hacerlo acreedor de ningún premio. Verhoeven, es un cineasta que se ha distinguido por sus provocaciones cinematográficas, basta con recordar el enorme impacto de la super taquillera de hace un cuarto de siglo, “Instinto básico”.
El excelente guión está basado en la exitosa novela de Philippe Djian. La mujer protagonista de la escena primera y en general del film es Michele Leblanc, adinerada dueña de una compañía de violentos videojuegos, que el mismo día tiene una cena con un grupo de amigos y familiares en un restaurante de lujo y ahí les cuenta con un tono despreocupado, indiferente, que ha sido violada dejando a todos con la boca abierta sin saber qué hacer o qué decir, en el preciso momento en que el camarero está por abrir una botella de champán, a lo que uno de los presentes le pide que espere un poco antes de abrirla.
Michele rechaza el consejo de ir a la policía y la razón de su reticencia a hacerlo se conocerá más tarde. Resulta ser la hija de Charles Leblanc, un notorio asesino en serie de los años setenta, de niños y también ella de pequeña ha sido testigo de algunas refriegas de su padre. La cuestión es Michele puede seguir con su vida como si nada hubiera ocurrido. De una manera más intensa donde se mezclan el miedo, el asco, la ira, la humillación y tal vez algún placer que haya sentido.
Esos sentimientos la anegan cada vez que surge el recuerdo de la violación que aparece una y otra vez en breves flash backs. En una visita a la madre, Irene, ella comenta sobre su padre como el monstruo que es, mientras aquella dice que no es más que un hombre. Además, la señora mayor flirtea con jóvenes, se lo puede permitir, y es más, considera casarse con el gigolo actual, para gran disgusto de Michele.
Los personajes que rodean a Michele son, Richard, un escritor que no ha tenido demasiado éxito, divorciado de ella; su hijo Vincent, un muchacho sin carácter; la pareja de éste que lo domina a voluntad, Josie, además de estar embarazada; su amante ocasional, Robert, esposo de su amiga y socia, Anne; el joven vecino elegante, Patrick, casado con Rebecca, católica ferviente, la actriz que la encarna está ahora en la cartelera local en el film, “Las maravillas del gusto”.
Es muy arriesgado lo que ha hecho el cineasta, presentar de esa manera una violación, que por supuesto marca el film, es bastante inusual en el cine así como tampoco a la víctima de la misma, pero justamente el personaje con sus propias contradicciones se adecua idóneamente a la problemática citada.
Elle, es un suspenso a la americana, donde reina la duda sobre la identidad del violador y la posibilidad de repeticiones de nuevas agresiones. La preferencia del cineasta por las provocaciones y la trasgresión exacerba las situaciones. Cada plano está bien construido para servir a la ambivalencia perversa del personaje central, no faltando aquí y allí toques de humor que hacen las veces de alivio cómico en un contexto tenso y denso. Una vez más Isabelle Hupert hace gala de su gran idoneidad de excelente actriz, acompañada de un elenco notable.
Un film impactante, grandioso, un laberinto psicológico.

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