El acuerdo con Irán, un año después

14 agosto, 2016
Foto: Departamento de Estado de EE.UU.

La mecha sigue ardiendo

General (retirado) Yaakov Amidror

Un año más después, no he cambiado de opinión acerca de los contornos muy problemáticos del JCPOA que la Administración estadounidense y sus aliados sellaron con Irán.

Sigo creyendo que EE.UU. perdió la oportunidad histórica de utilizar su clara ventaja al inicio de las negociaciones para conseguir logros más significativos. Un acuerdo mucho mejor podría haber sido alcanzado en relación con el desmantelamiento de la capacidad nuclear de Irán, y también en cuanto a la lucha para impedir la nuclearización de otros países. Irán era la parte débil en las negociaciones; pero EE.UU. no usó correctamente las cartas que tenía, haciendo concesiones en lugar de extraérselas a ellos.

Antes del acuerdo, EE.UU., junto con Israel, encabezaba un frente unido que enfrentaba a la mayor parte del mundo contra Irán. La situación económica se deterioró hasta el punto de que los iraníes se vieron obligados a entrar en negociaciones con el objetivo principal de levantar las sanciones. EE.UU. cometió errores que le llevaron a sentirse obligado a llegar a un acuerdo, y los iraníes entendieron que EE.UU. creía que no tenía otra opción, que no fuera un acuerdo. Por lo tanto, las relaciones de poder en las negociaciones se invirtieron en favor de Irán; y sus representantes aprovecharon hábilmente la ventaja.

Con el acuerdo, EE.UU. fue capaz de reclamar un logro magnífico e inmediato: Irán se comprometió a retirar la mayor parte de su uranio enriquecido (suficiente para cuatro bombas) de su territorio. Irán lo hizo, y ahora mantiene una cantidad mínima de material enriquecido hasta que expire el acuerdo (o hasta que viole los términos del mismo). Esto es un alivio, ya que Irán, por el momento, ha perdido su capacidad de «dar el salto» hacia una bomba nuclear en un período relativamente corto de tiempo. Más aún, el acuerdo ha eliminado temporalmente la capacidad de Irán para producir plutonio. No puede, por lo tanto, forjar una vía de plutonio; sino más bien una ruta de uranio enriquecido para las armas nucleares.

El acuerdo ha dado claramente a Israel y al mundo un poco más de tiempo. Entonces, ¿qué hay de malo en ello?

EE.UU. hizo una concesión crucial durante las negociaciones. En lugar de exigir el desmantelamiento de la capacidad nuclear de Irán; Washington dejó a Teherán con su capacidad plena en relación con el uranio enriquecido -sólo a una escala reducida y sujeta a un estricto control-. No es claro de ninguna manera, que el monitoreo, de hecho, se haya vuelto más estricto; lo opuesto parece ser el caso. Peor aún, el acuerdo permite a Irán avanzar en dos campos importantes relacionados con su futuro nuclear.

En primer lugar, Irán puede continuar desarrollando la próxima generación de centrifugadoras para el enriquecimiento. Una vez que atraviese las etapas de investigación y de prueba (que se espera que duren casi tanto como el acuerdo); la próxima generación [de centrifugadoras] permitirá a Irán enriquecer uranio a un ritmo de 10 o 20 veces más rápido que la generación actual. Cuando expire el acuerdo, Irán tendrá la habilidad de establecer un sistema de enriquecimiento extremadamente rápido, y su capacidad para llegar a la cantidad de material enriquecido necesario para un arma nuclear se habrá multiplicado por diez.

En segundo lugar, Irán puede continuar desarrollando misiles pesados de larga distancia. Los misiles en cuestión pueden portar armas nucleares más lejos, lanzar bombas más grandes, y atacar objetivos con mayor precisión. Irán está llevando a cabo pruebas que demuestran que está avanzando en este campo de una manera ordenada.

Pero el mayor problema con el acuerdo radica en el hecho de que a Irán se le ha dado la legitimidad para mantener, desarrollar y avanzar por el camino del enriquecimiento de uranio tras el acuerdo. Esta legitimidad le permitirá a Irán acercarse mucho más a una bomba nuclear en el momento en el que expire el acuerdo.

Los defensores del acuerdo se jactan de los pocos años de retraso, señalando que los iraníes tenían una capacidad similar antes del acuerdo. Pero este argumento es falso. La capacidad de Irán era difícilmente similar cuando la mayor parte del mundo estaba aplicando presión e imponía sanciones que debilitaban su economía.

Al final del acuerdo, los iraníes tienen la misma capacidad, pero sin la oposición global y ciertamente sin sanciones. Quince años pueden parecer mucho tiempo para un presidente o un primer ministro que está focalizado en su período de gobierno, pero es el parpadeo de un ojo para una nación. Esto es particularmente cierto porque una vez que expire el acuerdo, el tiempo de irrupción de los iraníes puede ser más rápido que el tiempo de reacción necesario para detenerlos gracias a las centrifugadoras avanzadas.

El alcance de los daños del acuerdo es aún mayor. Ha convertido a Irán en una superpotencia que aspira a convertirse en un factor de influencia importante en todo el Oriente Medio. Este no es un nuevo objetivo para Irán, pero ahora que es percibido como el país que hizo doblegar a Estados Unidos a su voluntad; Irán se ve a sí mismo de manera diferente y los demás lo ven de manera diferente. Irán está cada vez más fuerte militarmente, gracias a la adquisición de las armas modernas; económicamente, gracias a las grandes inversiones y la obtención de grandes contratos de compra con países de todo el mundo; y políticamente, porque ahora tiene a ambos: la inmunidad que le procuró el acuerdo y mucho más dinero con el que financiar a sus emisarios, desde Hezbollah a Hamas.

En este contexto, el trato importante que Irán hizo con Boeing es de gran trascendencia, porque es en el ámbito estratégico y trascendental de la capacidad del transporte aéreo -no sólo para los turistas, sino también para los militares y las armas-. Desde que una empresa estadounidense importante como Boeing ha abierto sus puertas; se ha hecho mucho más fácil para Irán hacer contactos con otras empresas de todo el mundo. Si EE.UU. puede vender aviones a Irán; otros países podrán vender cualquier cosa. Los intereses generados por acuerdos como éste evitarán cualquier posibilidad de volver al régimen de sanciones. Es casi una póliza de seguro para Irán contra cualquier iniciativa futura de sanciones.

Israel no puede permanecer indiferente ante las consecuencias del acuerdo. Al final resulta que, EE.UU. estaba decidido a no utilizar la opción militar, en contra de sus promesas. Si Irán va por la bomba, por lo tanto, dependerá de Israel estar preparado para actuar en forma independiente. Los esfuerzos para ocultarle a Israel las negociaciones, el escaqueo de los compromisos, y resultado final de las negociaciones justifican el pesimismo en Jerusalén.

 

Sin embargo, es posible que el enfoque de Washington pueda cambiar. Con esta finalidad, Israel debe construir una relación de trabajo cercana con la Administración de Estados Unidos, que asumirá el poder dentro de los próximos seis meses. Israel y EE.UU. deben establecer grupos de trabajo conjuntos con la responsabilidad de identificar cualquier violación del acuerdo nuclear. Las reglas deben ser fijadas para que entren en juego si se viola el acuerdo o si Irán comienza la construcción de su poder cuando el acuerdo expire.

Irán es el único país que tiene el potencial de ser una amenaza para la existencia de Israel. Israel no tiene más remedio que prepararse para la posibilidad de que tenga que eliminar esa amenaza por su cuenta si ese potencial es llevado a cabo. Al mismo tiempo, Israel debe tratar de reclutar a EE.UU. para que se sume a este esfuerzo tremendo.

Fuente: BESA Centro Begin-Sadat

 

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2 thoughts on “El acuerdo con Irán, un año después”
  1. Este análisis habla de EE.UU. no dice que el responsable es el musulman Obama, traidor a su país,a pesar de la oposición del Congreso cumplió con su promesa de destruir al Gran Satan, promesa hecha a sus padres comunistas y a sus mentores en las madrazas islámicas de Indonesia. Su intención manifiesta es la destruccion de la civilizacion occidental. Cuba,Vietnam,Ucrania,Siria,Irak y el apoyo político, económico y militar al programa nuclear iraní son una muestra de sus intenciones. Dentro de 15 años los EE.UU y el resto del mundo deberán, junto a Israel, enfrentar una guerra nuclear, donde morirán millones por causa de Barry Soetero, hoy presidente de USA con el alias de Barack Husein Obama.

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