Mohammed VI y Bennett. Fuente: Twitter @israelinspanish

Elías Farache S.

Política interna con un gobierno de múltiples partidos formando coalición, una guerra contra la pandemia que lo encuentra como soldado en primera línea de fuego ante las distintas olas del virus y un panorama internacional que nunca había sido como ahora.

La administración de Benjamín Netanyahu, longeva por demás, logró materializar los Acuerdos de Abraham. Por primera vez desde la creación del Estado, y desde antes aún, países árabes establecen relaciones diplomáticas y más que eso, se percibe un clima de mutuo respeto y admiración. 

Pero hay un país que ha oficializado relaciones con Israel y es muy especial para buena parte de los judíos de Israel y de la diáspora. Marruecos tiene una conexión muy especial con el judaísmo en muchos sentidos y desde hace muchos siglos.

La emigración de judíos a Israel más numerosa es la de Marruecos. Su población judía prácticamente se trasladó en los primeros diez años de existencia del Estado, y se fue de Marruecos con un sentimiento de nostalgia y agradecimiento, antes que de desazón. Los buenos recuerdos y el agradecimiento a una tierra que les dio cobijo, con todo y las dificultades, han sido la constante en los originarios de Marruecos.

Los judíos somos muy agradecidos. Aunque los derechos humanos son derechos inalienables, siempre agradecemos a aquellos que por respetarlos nos protegieron. La legendaria posición del Rey Mohamed V, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando afirmó que en su país vivían solo marroquíes, sin ninguna otra distinción, es algo que nunca han olvidado ni los judíos de Marruecos ni los judíos de ninguna parte del mundo. Los judíos de Marruecos no fueron a los hornos crematorios.

En Marruecos está la mayor cantidad de tumbas de personajes famosos y sabios, exceptuando Israel. Hubo mucha vida judía en ese país, mucha tradición y mucha historia. Los judíos originarios de Marruecos son de aquellos que más visitan el país, no importa adonde los haya llevado el destino. Existe una conexión muy sentida.

Era entonces de esperar que las relaciones formales entre Marruecos e Israel se dieran en cualquier momento, y que ello fuera motivo de alegría y celebración. Más que cualquier otro acuerdo de paz o de relaciones quizás. 

Saber que hay embajadas, oficinas de asuntos comerciales y vuelos entre ambos países, nos hace sentir optimistas en cuanto al futuro de la región y la viabilidad de la paz. Se debe lograr mucho más tratando de mantener una buena amistad que tratando de ganar en un conflicto que solo tiene perdedores.

Cuando la mayoría de los actores del drama del conflicto árabe israelí se den la mano, conversen, negocien y acuerden, los extremistas que persiguen la destrucción del enemigo, la imposición de agendas imposibles y excluyentes, quedarán en posición minoritaria e inviable. La ruta ya está trazada y quienes la transitan tienen éxito.

El tema de la paz entre los pueblos y del bienestar de sus habitantes es una consecuencia directa de un compromiso de amistad.

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