Foto: Vince Musi / Casa Blanca

Por la coronel (retirada) abogada Pnina Sharvit Baruch

Conocidos como los Acuerdos de Oslo, los acuerdos se basaron en la idea de gradualismo.

En la primera fase, un período provisional de cinco años, se establecería una Autoridad Palestina (AP) y gradualmente ganaría más áreas de responsabilidad y autoridad sobre más territorio.

Primero, obtendría autoridad sobre la Franja de Gaza y el área de Jericó, luego sobre áreas pobladas por palestinos en Cisjordania, que fueron definidas como áreas A y B, y más tarde, sobre áreas adicionales que forman parte del Área C, que sigue bajo control israelí.

Al mismo tiempo, se llevarían a cabo negociaciones sobre un acuerdo permanente para decidir las cuestiones centrales de la disputa, incluidos los asentamientos, las fronteras, Jerusalén, los arreglos de seguridad y los refugiados.

En la práctica, el acuerdo se cumplió parcialmente.

Se estableció una Autoridad Palestina y se le asignó la responsabilidad de la vida cotidiana de la mayoría de los palestinos.

Sin embargo, no se llegó a ningún acuerdo sobre una solución permanente del conflicto.

Además, en lugar de que el gradualismo fuera acompañado de un fomento de la confianza entre las partes, surgieron profundas sospechas.

Esto se debió, en primer lugar, a la ola de terrorismo palestino de la década de 2000 y al alarmante precedente de que Hamas se apoderara de la Franja de Gaza tras la retirada israelí en 2005.

Al mismo tiempo, Israel ha adoptado una política de expansión los asentamientos, incluso en las profundidades del territorio, y se abstuvo de transferir territorios adicionales de la Zona C al control palestino.

Los intentos de alcanzar una solución permanente al conflicto han fracasado y desde 2014 no se han llevado a cabo negociaciones sustanciales.

En los treinta años transcurridos, la promesa de que la paz traería seguridad ha resultado vacía.

En contra de este mensaje está la afirmación de que cualquier compromiso territorial y transferencia de territorio a los palestinos expondrá a Israel a más amenazas a la seguridad.

Además, aquellos que abrazan la ideología de la Gran Tierra de Israel y se oponen a cualquier división del territorio poseen más poder político.

Israel se siente muy cómodo con una Autoridad Palestina que gestiona la vida cotidiana de los palestinos y no tiene ningún interés en volver a controlarlos directamente.

A pesar de ello, a lo largo de los años adoptó una política que condujo al debilitamiento de la AP.

Más allá de eso, la falta de progreso hacia un acuerdo sobre el estatus final para poner fin al conflicto eclipsa cualquier horizonte para el fin del control sobre los palestinos y profundiza el enredo en el territorio, lo que significa la evolución hacia una realidad de un solo Estado.

Esta realidad desafía la preservación de los valores judíos, democráticos y liberales del Estado de Israel.

La cuestión palestina no recibe atención entre la mayoría del público en Israel debido a la sensación de que no existe una solución viable al conflicto.

Sin embargo, la prolongada ignorancia de lo que se desarrolla más allá de la Línea Verde implica hacer la vista gorda ante la conexión directa que existe entre la realidad allí y la democracia dentro del Estado de Israel.

Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies

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5 thoughts on “A treinta años de Oslo: ¿Qué queda del acuerdo?”
  1. Trato de entender a los judios arrimados a los democratas de izquierda y no descifro su autismo politico. Todos esos Tratados fracasaron y fracasaran porque su indole se asume por ventajas politicas y economicas con los paises ricos arabes. Cada metro de tierra ancestralmente y divinamente propiedad de Israel que entreguen a sus enemigos lo convertiran en un bunker para lanzar cohetes proporcionados por los islamoterroristas Ayatolah iranies. . .

  2. HAY QUE SER MAS QUE INGENUO PARA NO RECORDAR QUE EN EL AÑO 2005 SE LES DIO LA FRANJA DE GAZA A LOS ARABES SIN PEDIR NADA A CAMBIO Y LO UNICO QUE HICIERON ES DARSELOS A LOS TERRORISTAS PARA QUE SEA UNA BASE DE ATAQUE EN CONTRA DEL ESTADO DE ISRAEL.

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