Camilo Torres Perl – Director de Política y Comunicación de Israel Sin Fronteras
Las imágenes que nos llegan desde Venezuela de hospitales y farmacias sin insumos ni medicinas, de perchas de supermercados vacías, de gente alimentándose de basura, son cada vez más frecuentes y dramáticas en todos los medios convencionales y en redes sociales.
La desesperación está llevando a decenas de miles de venezolanos a huir diariamente por las diferentes fronteras de su otrora próspero país.
La situación amenaza con salirse de control y la solución que ha encontrado el Gobierno del Ecuador ha sido la de imponer como requisito de ingreso al país, la presentación del pasaporte. Esta medida ha tomado por sorpresa a miles de exhaustos, enfermos y famélicos venezolanos que llegaron a la frontera colombo ecuatoriana, de los cuales muy probablemente, la gran mayoría de su éxodo, lo han realizado a pie.
Es una verdadera crisis humanitaria, sin embargo, la izquierda ecuatoriana no la ve.
Esa izquierda rica en dogmas y posturas. Esa izquierda enmohecida de soviets y revoluciones culturales, que añora la guerra fría bajo la cual era más sencillo explicar el mundo.
Esa, que es capaz de escudriñar en lo más profundo y al más mínimo detalle cada acción u omisión del Estado de Israel y su conflicto con los árabes palestinos. Esa que se acomoda una kafiya y sin temblarle la mano grafitea esvásticas junto a la estrella de David en las paredes frente a la embajada israelí.
Esa, que al referirse al conflicto israelí palestino, utiliza y repite impulsivamente los clichés de “la cárcel al aire libre más grande del mundo”, “campo de concentración al estilo nazi”, “usurpación de tierras”, “colonialismo”, “apartheid”, “sionismo igual a nazismo”, “limpieza étnica”, “genocidio”, etc., etc. Esa, la que en cada uno de sus mítines, plantones solidarios y conversatorios grita incansablemente epítetos anti sionistas sin quedarse ronca. Esa izquierda que se estremece y retuitea febrilmente la imagen de “la niña palestina que agarra su muñeca” (la cual resultó ser siria); esa misma izquierda que es tan sensible a los sufrimientos de los árabes palestinos, no es capaz de conmoverse ni identificarse con el sufrimiento de sus hermanos.
A esa izquierda ecuatoriana le conmueven penurias lejanas y es indiferente al dolor próximo.
Esa misma izquierda no protesta, no condena, no reclama solución alguna a la desesperante situación de los hermanos venezolanos
No asombra su inmutabilidad frente al dolor llanero, porque esa izquierda ecuatoriana se aprendió y repite de memoria el manual marxista – leninista – maoísta en el cual se instruye a considerar únicamente como enemigo execrable e irredimible a cualquier aliado del “Imperio” y solamente sus actos u omisiones serán condenables.
En ese manual su dogma principal es: Jamás se condenará a ninguna dictadura que tenga al menos tintes de izquierda.
Con ese manual la izquierda ecuatoriana ha aprendido a ponerse la kafiya sobre los ojos y no ver el sufrimiento de sus hermanos venezolanos.
*Kafiya: pañuelo tradicional de medio oriente utilizado especialmente por los miembros de la Organización para la Liberación de Palestina