La decisión de la firma estadounidense de prohibir que sus productos se suministraran en los «territorios palestinos ocupados», encendió las alarmas tanto dentro de Israel como en la comunidad judía internacional. Esto se debe a que se trata de una resolución de tinte «anti-israelí», tal como la calificó el propio primer ministro Naftali Bennett.
Sin embargo, cabe destacar que hay una diferencia entre la marca global y su licenciataria en Israel. Allí hay más de 100 trabajadores, israelíes judíos y árabes, que nada tienen que ver con la decisión de la multinacional. Es por eso que ante el llamado a un «boicot» a la marca de helados, se hizo también hincapié en diferenciar a sus productores dentro de Israel, quienes se manifestaron en contra de la determinación global.
ההנהלה של בן אנד ג׳ריס העולמי בחרה ללקק לטרור ולארגונים אנטישמים, יש לנו שנה וחצי לשנות את ההחלטה הזו.
תמשיכו לקנות גלידת בן אנד ג׳ריס בישראל. pic.twitter.com/3ONLzNLuSC— איילת שקד Ayelet Shaked (@Ayelet__Shaked) July 21, 2021
La resolución de la compañía de helados entraría en vigor a fines de 2022, cuando expire su contrato con el actual fabricante y distribuidor israelí. De este modo, el futuro de las ventas de Ben & Jerry’s en Israel a partir del 2023 sigue en duda, dado que los licenciatarios no querrían continuar el acuerdo a causa de esta decisión.
Para demostrar su apoyo a los trabajadores israelíes, la ministra del Interior, Ayelet Shaked, se dirigió a la fábrica ubicada en Be’er Tuvia, una comunidad del sur cerca de la ciudad de Kiryat Malakhi. “Ben & Jerry’s optó por sumarse a las organizaciones terroristas y antisemitas, en lugar de ser fiel a su licenciatario israelí”, expresó la jerarca.
Shaked también instó a los israelíes a seguir comprando el helado Ben & Jerry’s de producción local, junto con la necesidad de «luchar contra Ben & Jerry’s de Estados Unidos».
“Tenemos un año y medio para cambiar esta decisión antisemita”, concluyó.