"Nunca imaginé que mi corazón se dividiera tan prontamente por otro país que no fuera en el que yo nací. Tenía minutos de pisarlo y ya me sentía en casa, no extranjera. Israel me había robado el corazón y ya lo amaba!"

Karla Pineda
Twitter: @KarlaPineda1 / Instagram: @karlapineda1 / Facebook: Karla Pineda

Mi mente y corazón desde niña anhelaban algún día conocer la tierra prometida, «tierra santa», como muchos la llaman. Yo le llamaba «mi sueño» y estaba en mi lista de deseos por cumplir.

Lo veía muy lejano ya que pensaba que era complicado viajar tan lejos, desde México hasta casi el otro lado del mundo. No sabía ni tenía idea con quién hacerlo, cómo hacerlo ni por dónde comenzar. Así que esperé años eligiendo otros destinos para conocer, sin saber que me estaba perdiendo en esas elecciones de encontrarme con mi gran amor: la gran Jerusalén!

Pero los tiempos de Dios son más que perfectos y mi invitación llegó cuando menos lo pensaba. Recibí la llamada de un amigo diciéndome: «estoy organizando un viaje a Israel, quieres ir?» – créanme que no lo pensé. Automáticamente contesté SI! No pregunté costos, fechas, nada. Solo dije: claro que sí! Es mi sueño!

Así con emoción fui esperando a que llegara el día para subirme a ese avión. La verdad intentaba imaginar cómo sería, no tenía mucha idea de sus costumbres o su comida. Mi poco conocimiento me hacía imaginar a Israel como a veces lo muestran negativamente las noticias: con zonas destruidas, peligroso, una zona bélica e insegura. Creo que mi mente jamás imaginó lo que yo iba a descubrir, porque de este lado del mundo no hay mucha información y la que llega no habla de lo bueno que uno encuentra en esa tierra.

El día escrito y pactado llegó: 20 de Mayo del 2016. Sobrevolando los cielos de Israel, recuerdo que mi corazón latía viendo por la ventanilla del avión esa tierra. Habían pasado ya muchas horas de vuelo y escalas y lo único que quería era bajarme y empezar a disfrutar de mi sueño más anhelado: conocer Israel. Ahora ya estaba ahí, Dios había cumplido mi sueño y lo mejor estaba por empezar.

Karla a la salida del aeropuerto Ben Gurion

Recuerdo que bajé de ese avión con las 15 personas que me acompañaban y de entrada nos sorprendió el aeropuerto Ben Gurion. Su modernidad, su arquitectura, su diversidad en personas y culturas. Desde ahí  empecé a caer en cuenta que estaba llegando a un país de primer mundo. Nadie nunca me había contado que llegaba a uno de los paises más innovadores, más modernos, más ricos en cultura y arqueología. Nunca imaginé que mi corazón se dividiera tan prontamente por otro país que no fuera en el que yo nací. Tenía minutos de pisarlo y ya me sentía en casa, no extranjera. Israel me había robado el corazón y ya lo amaba!

Recuerdo transitar las calles de Tel Aviv en aquel bus que nos llevaría al hotel. Para mi sorpresa habíamos llegado el día del Shabbat. En México había oído de eso charlando con mis amigos judíos, pero en realidad vivirlo me cambió el concepto por completo. Claro que cuestionaba todo: ¿por qué los elevadores no funcionan? o ¿por qué paran en cada piso?, ¿por qué no hay un café caliente?. Entre más me explicaban, más me interesaba conocer y aprender. Me di cuenta que realmente me faltaba mucho por saber acerca de sus costumbres y creencias y que en 12 días que estaría ahí no serían suficientes. Supe desde el primer momento que tendría que volver una y otra vez.

Dejé las maletas en la habitación y salí a caminar por la playa. Wow! Mi contacto con esa parte del mediterráneo fue una increíble sorpresa – tanta gente haciendo ejercicio, bicicletas por todos lados, había un grupo grande de gente bailando (al cual nos unimos por supuesto). Realmente se respiraba tranquilidad y gozo – todo era fiesta y felicidad.

Karla en la costa de Tel Aviv

Me encontré con una playa para perros, restaurantes y cabe mencionar que la guapura de los israelíes era de notarse. Recorrí gran parte del puerto caminando y para aumentar todavía más mi curiosidad, encontré un lugar donde sonaba música salsa. Entré intrigada por saber si eso lo bailaban de ese lado del mundo y, para mi sorpresa, lo bailaban con tanto o más ritmo que un latino.

Cayó la noche. Mi primera noche en Tel Aviv. En la bienvenida, en una cena entre amigos, escuché algo que jamás se me olvidará – esas palabras venían de mi ahora amigo Roni Kaplan: «A Israel no viene el que quiere sino al que Dios invita. Así que siéntanse bienvenidos!». Retumbaron esas palabras en mi corazón y se grabaron para siempre.

Desde entonces soy bendecida, afortunada y una invitada asidua de Dios a esa tierra tan llena de amor y esperanza.

Pronto les contaré mi recorrido por las ciudades, mi contacto con su gente y su naturaleza. Los invito a ser parte de mi travesía por las huellas del cielo y entender cómo me fui enamorando perdidamente de Israel.

Karla Pineda es publicista, conductora, cristiana y una figura conocida en México

Twitter: @KarlaPineda1
Instagram: @karlapineda1

 

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